¡Increíble! Así se transformó una iglesia en ruinas en un PH con mucha personalidad - Revista Para Ti
 

¡Increíble! Así se transformó una iglesia en ruinas en un PH con mucha personalidad

Una pequeña y ruinosa iglesia renacentista del siglo XVI se convirtió en un peculiar PH donde los elementos antiguos contrastan llamativamente con los contemporáneos.
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Completamente en ruinas, con la cubierta desplomada sobre el interior y una preocupante inestabilidad estructural. Así estaba la pequeña iglesia renacentista (casi ermita) construida en el siglo XVI cuando el fotógrafo y diseñador venezolano Tas Caraega la vio.

Muy entusiasmado y con ánimos de restaurarla y convertirla en su propia casa, acudió a su amigo y arquitecto Carlos Garmienda para que lo ayude en el proceso, el cual consistió en la máxima conservación posible de los elementos originales y en una intervención radical que expresara llamativamente el contraste entre lo antiguo y lo moderno.

Aquí te contamos cómo fue el proceso de restauración según la descripción elaborada por el equipo del proyecto. ¡Es imperdible!.

Cualquier modificación en el uso de un espacio requiere, obviamente, de una serie de actuaciones que adapten dicho lugar a las nuevas necesidades que se presentan más allá de las implícitas que conlleva la mera actualización del mismo.

En este caso, la tarea de transformación resultó tan motivadora como excepcional: transformar una abandonada iglesia renacentista en una vivienda. Durante todo el proceso, se manejaron tres conceptos que se constituyeron como hoja de ruta: la historia, el cliente y el proyecto entendido como prólogo.

La historia

La intervención se realizó sobre una pequeña iglesia (poco más que una ermita) construida durante la segunda mitad del siglo XVI y que sufrió una importante remodelación en términos neoclásicos a finales del siglo XVIII, aumentando su altura y añadiendo, entre otras cosas, un campanario y un abrevadero.

"En el momento en el que se plantea nuestra actuación, el edificio se encuentra sin cubierta, desplomada en el propio interior, y en un estado preocupante de inestabilidad estructural", detallan desde el estudio Garmendia & Cordero arquitectos.

Ubicada en el barrio de Las Barrietas, dentro del municipio de Sopuerta y rodeada de una docena de edificaciones aisladas, la iglesia de Tas (tal como la bautizaron) ocupa una posición privilegiada dentro de un solar rodeado de montañas exuberantes de vegetación.

En todo momento, se priorizó la idea de intervenir de la manera más sensible posible, tocando la iglesia sólo cuando no existiera otra alternativa, entendiendo la actuación como un elemento ajeno implantado dentro de una ruina.

El cliente

Cada proyecto gira entorno a un cliente o al menos a un usuario destinado a habitar dicho proyecto pero, en el caso que nos ocupa, esta figura adquiere todavía un mayor protagonismo.

La manera en la que pensar una vivienda se encuentra directamente vinculada al estilo de vida del habitante y, como tal, este proyecto es consecuencia de una voluntad de domesticar un espacio no habitual, de hacerlo con respeto a la historia previa pero con conceptos contemporáneos, de entender la vivienda como espacio abierto y de plantear el hogar como lugar de encuentro, como oportunidad de socialización de la arquitectura habitacional.

Así pues, este proyecto acabó diseñándose "a dos manos", dibujándose por ambos actores en el sentido literal, compartiendo inquietudes, conocimientos, aspiraciones y obsesiones.

Este hecho genera que la figura de Tas, el cliente, se convierta en el generador del proyecto de principio a fin, visualizando el mismo, en el diseñador y ejecutor, dibujando, proyectando y hasta formando parte de la misma ejecución material de partes de la obra y en el actor posterior que continuará una obra inacabada.

El proyecto como prólogo

Así se entendió desde el primer momento, como una tarea de diseño extendida en el tiempo que fue evolucionando al mismo tiempo que lo hacía la obra y que, una vez terminada la labor del arquitecto, seguirá creciendo de la mano de Tas.

Y lo hará siguiendo las mismas premisas marcadas desde un inicio y bajo las cuales se ha producido nuestra intervención. Lo hará respetando lo que ya estaba, dejando bien visible qué se genera en el presente, enfrentando de manera voluntaria y consciente la historia del edificio previo, sin tocar ni maquillar las cicatrices que muestran sus viajes casi tan directamente como lo haría un relato literario con los nuevos elementos que constituyen la nueva arquitectura.

Lo hará asumiendo las consecuencias que conlleva un cambio de uso, el cambio de escala que implica generar una vivienda dentro de lo que se concibió como una iglesia, en las distintas necesidades lumínicas y ambientales que marcan su nueva vida.

Y entendiendo cómo ese nuevo espacio ha adquirido un nuevo valor, cómo se ha conseguido, sin olvidar el pasado, convertir un espacio de culto en un hogar.

Fotos: Carlos Garmendia Fernández.

Más información en parati.com.ar

 

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