Cuando pensamos en el verano, en el mar y en la playa, uno de los colores principales que se viene a la mente, es turquesa. Si bien se ubica en la paleta de colores entre el verde y el azul, hay que reconocer que tiene estilo y vibración propia.
Genera impacto visual inmediato y tiene mucho power capaz de transformar por completo cualquier ambiente. Y esto es, quizás, lo que lo convierte en uno de los colores más elegidos para aplicar en casa -en mayor o menor medida- cuando el verano se acerca...
Luminoso, fresco, alegre y elegante, el turquesa es un gran aliado también para espacios chicos ya que aporta profundidad haciendo que el ambiente luzca más amplio visualmente.
Lo mejor de todo, es que se puede llevar en diferentes variantes y es un color versátil que permite que se armen combinaciones muy cancheras.
La paleta de los neutros, es una gran aliada del color turquesa: blanco, beige, crema, grises, etc., permiten crear combinaciones elegantes y frescas. También se lleva bien con colores más llamativos como el rojo o el amarillo. Con el naranja se potencian y juntos ¡son un fuego!.
Una de las ventajas que tiene este color, es que se puede aplicar en pequeños detalles y de igual manera, lograr transmitir esa sensación veraniega, fresca y luminosa que tanto lo caracteriza. Puede ser en un mueble, en algún objeto deco significativo o directamente sobre alguna de las paredes.
Eso sí, es clave no excederse ya que podría saturar al espacio visualmente.
El turquesa se lleva a la perfección con los materiales nobles como la madera y las fibras naturales. Juntos se potencian y la sensación veraniega -que tanto los caracteriza- se multiplica.