La Raquel: la historia del castillo que se puede ver desde la Ruta 2
 

La Raquel: la historia del castillo que se puede ver desde la Ruta 2

La Raquel: la historia del castillo que se puede ver desde la Ruta 2
En esta oportunidad, Mariela Blanco nos lleva a recorrer el castillo de la Ruta 2 que mantiene vivo el recuerdo de Felicitas Guerrero, la joven de la alta sociedad porteña que fue asesinada por un pretendiente despechado en 1872.
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La Raquel es un castillo de aires franceses que puede verse desde la Ruta 2 y revive la historia de Felicitas Guerrero, la “joven, viuda y estanciera” que fue protagonista del primer femicidio de la aristocracia porteña. 

La Raquel, en Castelli, a 168 kilómetros de Buenos Aires, se construyó a fines del siglo XIX, mantiene el mobiliario original y lo rodea un imponente jardín con más de 300 especies de árboles.

Felicitas Guerrero y su relación con La Raquel

Felicitas Guerrero heredó estos campos de su esposo Martín de Álzaga, uno de los hombres más ricos de Buenos Aires. Pero, tras su muerte, sus propiedades pasaron a manos de su padre y, luego, a las de su hermano Manuel, casado con Raquel Cárdenas. De allí viene el nombre de la Estancia.

Manuel Guerrero poseía unas 40.000 hectáreas, afectadas a la producción desde 1888. Precursor de la lechería en la Cuenca del Salado, con técnicas de avanzada, despachaba por tren a Buenos Aires unos 18.000 litros diarios desde la Estación Guerrero.

La estancia es fiel reflejo de una familia que contribuyó al crecimiento del país, ofreciendo trabajo y cuidando a quienes trabajaban con ellos. Además, es un lugar que muestra rasgos de la historia argentina, en especial, del periodo más próspero del país.  

La construcción de estilo francés del chalet data de 1894 y, desde sus grandes ventanas, puede apreciarse el río Salado. 

Llaman la atención el exterior de color terracota y la gran torre salmón de aires principescos ubicada en el centro y la cúpula puntiaguda gris.

La verdadera historia del crimen de Felicitas

A los 24 años, Felicitas Guerrero quedó viuda y se convirtió en heredera universal de la fortuna de su marido Martín de Alzaga. No fue la única pérdida, ya que la fiebre amarilla se cobró la vida de sus pequeños hijos.

Tiempo después, Enrique Ocampo -tío abuelo de las escritoras Victoria y Silvina- sintió esperanzas de conquistar a “la mujer mas bella de la Argentina”, pero ella ya había sentido el flechazo de otro hombre llamado Samuel Sáenz Valiente.

Ocampo no pudo soportarlo, así que el 30 de enero de 1872, día en que la feliz pareja iba a anunciar su compromiso en la quinta de Barracas de Felicitas, se apersonó, sacó un revólver y le dio un disparo mortal por la espalda.

La justicia determinó que, seguidamente, Ocampo se suicidó pero la “historia no oficial” sostiene que para vengar a Felicitas, su primo Cristian, presente en el lugar, colocó el revólver en la boca de Enrique y terminó con su vida.

El pensamiento predominante de la época quedó reflejado en la prensa escrita que al día siguiente sentenció: "Deploramos el fin trágico de esa distinguida dama, víctima del furor de un hombre enamorado”. Esto que hoy llamamos femicidio, fue catalogado, entonces, como “asesinato pasional”

A pesar de que el emblemático castillo bonaerense se construyó años después de esta trágica historia, Felicitas sigue en boca de quienes lo visitan. Su desdicha y su violenta muerte la convirtieron en leyenda.

Foto de portada: Mariela Blanco.

Fotos: Fabián Uset.

Edición de video: Cristian Calvani.

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