El mundo de la jardinería tiene plantas con aromas increíbles. Pero como la lavanda ninguna. Además de ser una gran aliada para ahuyentar a los mosquitos en verano, posee efectos calmantes para la mente y el cuerpo, ayuda a aliviar tanto estrés como la ansiedad y decora con mucho estilo cualquier rincón de la casa.
También cuenta con propiedades beneficiosas para la piel y se consagra como el nuevo ingrediente de moda en la cocina. ¡Todo es ventajas cuando se trata de lavandas!
Su nombre botánico es Lavandula y proviene de la palabra latina lavare, que significa lavar. Originaria de la Europa meridional y el norte de África, es un subarbusto perenne que puede alcanzar hasta 1 metro de altura en su hábitat natural y forma parte de una familia de plantas compuesta por un total de sesenta especies.
Entre las características principales de esta especie se destacan sus tallos pilosos, hojas finas y largas. Así como también sus bellas flores en forma de espiga de color violeta, que además de desprender un exquisito perfume, tienen propiedades frecuentemente llevadas a la medicina, gastronomía y decoración.
Además, por su color lila, la lavanda transmite una sensación de calma y bienestar, y ayuda a conciliar el sueño. Es por eso que muchas personas colocan en ramo de esta planta en su mesa de luz.
La lavanda también es una excelente aliada para ahuyentar plagas de la huerta. Así mismo, situada cerca de puertas y ventanas, es capaz de alejar alacranes.
Cuidados básicos de la lavanda
La lavanda se puede plantar en cualquier espacio exterior que cuente con una buena dosis de luz solar -al menos durante unas seis horas-. Al tratarse de una planta que le sientan bien los climas cálidos, se recomienda resguardarla de las temperaturas más bajas ya que podría no resistirlas.
Si se cultiva en interior, lo ideal es colocarla cerca de una ventana en una maceta que tenga entre 30 y 40 centímetros de diámetro y es clave que cuente con agujeros en la parte inferior para garantizar un buen drenaje.
Su sustrato debe contar con un buen drenaje y ser alcalino con un pH elevado para que pueda crecer correctamente. Se recomienda introducir fertilizante de absorción lenta durante su etapa de crecimiento -primavera y verano-.
Sus riegos deben ser moderados ya que es una especie que no tolera el exceso de agua. Se recomienda hacerlo una vez por semana en verano e ir reduciendo la frecuencia en invierno para evitar que las raíces se congelen. Al momento del riego, es clave evitar mojar las ramas y flores para evitar la aparición de hongos.
