Hacia el año 1900, estilizadas cúpulas eran protagonistas de la arquitectura imperante de la Ciudad de Buenos Aires. Con estos remates espectaculares, las propiedades se valorizaban y se convertían en símbolo de la suntuosidad de la burguesía que detentaba el poder nacional.
Las cúpulas le daban fuerza expresiva a las residencias particulares. Se mezclaron estilos arábicos y españoles con el art nouveau que estaba de moda en Europa. Los nuevos recursos constructivos reemplazarían las estructuras de ladrillo y madera por las de hierro y zinc.
Buenos Aires fue muy afortunada cuando el destino la cruzó con Francisco Gianotti, Mario Palanti, Francesco Tamburini, Vittorio Meano, Virginio Colombo y otros tantos excelsos arquitectos que nos legaron casi cuatrocientas cúpulas soñadas.
4 cúpulas de la ciudad de Buenos Aires
1. "No hay sueños imposibles"
Así se conoce a la cúpula de la esquina de Avenida Rivadavia y Ayacucho por la leyenda que lleva inscripta: “No hi ha somnis impossibles”, que fue agregada por el arquitecto Fernando Lorenzi, a cargo de la restauración, en un claro homenaje al notable Antonio Gaudí.
Probablemente, sea la cúpula más romántica que corona el cielo de Buenos Aires; entre otras cosas, porque el cupulín/ mirador cuenta con un telescopio para la observación de las estrellas.
Se puede decir que la obra construida en 1907 por el arquitecto Eduardo Rodríguez Ortega se parece a una piedra preciosa. Novecientas cincuenta y dos piezas de vidrios espejados fueron necesarias para cubrir las ocho principales aberturas ovales.
2. Club Español
En Bernardo de Irigoyen 172 se encuentra otra verdadera joya. El Club Español tiene una cúpula de cerámica cobreada con la figura del genio alado en la cima. Una obra imponente del escultor catalán Torcuato Tasso y Nadal.
Se cree que en algún momento portó una farola que se encendía para los sucesos especiales, del mismo modo que lo hacía la Palas Atenea que corona el ex edificio del diario La Prensa en Avenida de Mayo.
3. Edificio Mirador Massue
Ubicado en Talcahuano y Tucumán, este edificio lleva el nombre del arquitecto francés que lo construyó.
La cúpula mirador es impactante. En 1989 fue vendido y, aunque suene increíble, estuvo a punto de ser demolido. Afortunadamente, gente comprometida con el patrimonio lo salvó de su destino de escombros.
La particularidad que tiene es que está rodeado por un edificio vidriado. Los mascarones que posee este afrancesado de principios del 1900 parecen mirarse en el vecino edificio posmoderno.
4. Confitería del Molino
En Av. Rivadavia y Av. Callao se levanta este edificio de estilo art nouveau de 1916. La torre cúpula de la Confitería Del Molino es casi tan alta como todo el edificio. Tiene aspas de molino en la parte del frontis.
En plena pandemia y en el marco de los trabajos de restauración iniciados en 2018, se recuperaron las teselas de la cúpula, se realizó la réplica de las figuras y ornatos de bronce, se colocaron los históricos leones alados (que fueron replicados mediante modelización 3D), se retroiluminaron los ocho gajos de vitrales y se pusieron en funcionamiento las aspas que volvieron a girar después de 20 años.
Para reconstruir los vitrales de la cúpula, se apeló a la información cedida por los vecinos a fin de alcanzar el diseño y los colores originales. Se utilizaron 25 tipos de vidrios en variedad de tonos desde primarios hasta ambarinos y morados
Esta nota peca de injusta con el edificio del Centro Naval, con los palacios Raggio y Roccatagliata, con las sedes de las embajadas y los hoteles centenarios de Avenida de Mayo. También deja afuera a las imponentes sedes bancarias de la city, a las iglesias, a los edificios públicos y a los grandes exponentes de la arquitectura industrial del sur de la ciudad que tienen remates imponentes.
¿Cómo se puede ser objetivo a la hora de armar un ranking? No es posible. Pero la idea de este artículo es menos pretenciosa. Consiste en llamar la atención sobre un puñado de coronamientos deslumbrantes para ejercitar un pequeño acto que se agradece al final del día: levantar la vista y dejarse cautivar por la capital de las cúpulas.
Texto: Mariela Blanco, periodista y autora de "Leyendas de ladrillos y adoquines".
