En ramos coloridos en el interior del hogar o en jardines, la magnolia grandiflora embriaga cualquier espacio de dulzura, sutileza y evocadores perfumes cítricos.
Nativa del sureste de los Estados Unidos, esta especie arbórea perteneciente a la familia botánica Magnoliaceae, cuenta con hojas largas de color verde oscuro y unas flores blancas tan bellas y decorativas que cuando el árbol florece en primavera, regalan un espectáculo digno de apreciar (y fotografiar).
Muy cultivada en patios amplios y jardines por la buena sombra que produce durante el verano, es una especie de crecimiento lento, pudiendo tardar hasta 5 años en alcanzar un metro de altura. Sin embargo, una vez que llega a la edad adulta, puede llegar a superar los 35 metros.
Cómo cuidar una magnolia grandiflora
- Ubicación: si el clima es templado y húmedo, prefiere el sol directo. Pero si el grado de insolación es muy alto, sobre todo en verano, conviene ubicarla en un espacio a la semisombra o con luz filtrada para que no se quemen sus hojas.
- Temperatura: le sientan bien los climas templados y húmedos al mismo tiempo. No tolera muy bien el frío y no resiste las heladas.
- Riegos: deben ser regulares y abundantes cada dos o tres días en verano, y cada tres o cuatro el resto del año. Un tip: si el ambiente es muy seco, se recomienda pulverizar sus hojas a diario para evitar que sus hojas se vuelvan marrones.
- Sustrato: necesita un suelo ácido, rico en materia orgánica y con un buen drenaje que evite los encharcamientos y permita que sus raíces se aireen.
- Fertilizante: durante su época de floración (primavera y verano) es clave abonar utilizando fertilizante para plantas acidófilas o abonos orgánicos.
- Poda: si bien no es necesaria, se recomienda quitarle las ramas secas, débiles o enfermas.