Desde sus inicios, la arquitectura se ha propuesto dar respuesta a diversas necesidades humanas en el entorno habitable combinando saberes técnicos, funcionales y estéticos.
En cada época se valió de distintas herramientas generando una tensión cambiante tanto entre aspectos materiales y simbólicos como entre lo racional y lo sensorial.
Aquellos más emocionales han surgido de la intuición y sensibilidad de los creadores. Ahora bien: ¿es posible cuantificar la arquitectura sensorial?, ¿puede medirse lo intangible? Lo cierto es que la neurociencia ha proporcionado numerosos estudios que intentan explicar qué estímulos pueden brindarnos una mayor sensación de bienestar.
Por este motivo, hoy en día es más accesible la comprensión de cómo la actividad neuronal se relaciona con nuestras experiencias emocionales y perceptivas.
El surgimiento de la neuroarquitectura
Bajo ese contexto, surge la neuroarquitectura, un área de conocimiento interdisciplinario que fusiona la arquitectura y la neurociencia, y que explora cómo el entorno que nos rodea afecta al cerebro humano y a nuestra percepción del espacio.
Esta rama del conocimiento basada en evidencia científica, permite medir cómo la disposición del espacio, los materiales, las texturas, los colores y las formas nos estimulan de distintas maneras.
Decisiones proyectuales de la neuroarquitectura
Algunos de sus aportes señalan cuáles son las decisiones proyectuales que pueden provocar una mayor sensación de bienestar en los espacios:
- Generación de transiciones entre espacios, sus alturas y escalas
- Utilización de formas orgánicas
- Integración de lo artesanal como respuesta a la saturación tecnológica
- Incorporación de vegetación en interiores
- Utilización de equipamiento y objetos de materiales naturales
Estos conceptos son útiles para pensar cómo podrían aplicarse en el diseño de espacios gastronómicos para mejorar la experiencia y el bienestar de las personas.
Neuroarquitectura en espacios gastronómicos
Los espacios gastronómicos no solo se centran en satisfacer las necesidades físicas de alimentación, sino que también desempeñan un papel fundamental en nuestras interacciones sociales y emocionales.
Y la neuroarquitectura nos ayuda a entender cómo estos espacios impactan en nuestras emociones y vivencias.
En el diseño de un restaurante, es importante generar transiciones entre los espacios.
La idea es que sean pausadas y fluidas, promoviendo la circulación clara y el encuentro con otros para fomentar la sociabilidad.
Aquí puede jugar un rol importante el trabajo con formas orgánicas que dan mayor sensación de confort y descanso.
La presencia de vegetación en interiores, junto con una adecuada iluminación natural, tiene un impacto significativo en el bienestar físico y mental.
La integración de este tipo de elementos puede mejorar la calidad del aire y la temperatura, así como también crear un ambiente más relajado que favorezca el contacto con la naturaleza, incluso en entornos urbanos.
La adecuada aislación acústica cumple un rol muy importante en la experiencia de los usuarios.
Este aspecto se enfoca en controlar y minimizar el ruido y la reverberación en el ambiente para crear un entorno más confortable y agradable.
Una buena aislación acústica reduce la interferencia sonora entre mesas, cocina y áreas comunes, permitiendo una conversación más fluida y una experiencia gastronómica más placentera.
Asimismo, se busca evitar niveles de ruido excesivos que puedan generar estrés o incomodidad en los clientes, promoviendo así un ambiente propicio para disfrutar de la comida y la compañía en un entorno tranquilo y armonioso.
Por otro lado, la suma de elementos artesanales puede aportar una sensación de autenticidad y conexión con la historia y la cultura del lugar.
Esto se relaciona también con una tendencia en gastronomía de utilizar ingredientes de producción local, que son más accesibles y frescos, y que provocan sentido de identidad.
Los elementos sensoriales también desempeñan un papel importante, donde se puede incluir el uso de materiales que provoquen distintas sensaciones al tacto.
La incorporación de aromas, el control de los ruidos y opciones gastronómicas que contribuyan a una experiencia multisensorial y potencien el vínculo entre el espacio y la comida.
La elección del equipamiento se enfoca en aspectos ergonómicos y la selección cuidadosa de materiales.
Es importante que tanto el mobiliario como la vajilla sean cómodos y funcionales para los usuarios, evitando elementos que puedan generar incomodidad o malestar.
Además, se prioriza la utilización de materiales que transmitan calidez y confort, como maderas naturales o textiles suaves, contribuyendo así a una experiencia agradable y relajante para quienes disfrutan del lugar.
Si bien cada punto -en mayor o menor medida- es tenido en cuenta por muchos diseñadores, pues se vienen trabajando hace años, la neuroarquitectura como disciplina emergente nos propone un sustento científico.
La cuantificación detallada de la percepción de los espacios se posiciona como una nueva fuente de información para la toma de decisiones proyectuales que lleven a la creación de espacios más sensoriales.
Y no menos importante, nos permite avanzar hacia una arquitectura más humana y empática, centrada en el bienestar integral de las personas.
Texto: Arq. Claudia Jakszyn, docente de la carrera de Arquitectura de UADE.
Fotos: Pinterest.
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