Recorrer los cafés históricos de la ciudad de Buenos es un planazo. Por eso en esta oportunidad, la periodista Mariela Blanco (@marielablancoperiodista) nos comparte 2 propuestas con identidad cultural propia para quienes buscan un refugio en el caluroso verano porteño.
Le Caravelle
Lavalle 726, Microcentro. Se trata de un cafetín porteño, sin mesas, que desde 1962 es famoso por su cappuccino "alla italiana" que prepara Angel Ricardo Soria.
Más conocido como “El Ángel de los Capuccinos”, este barista invita a vivir una experiencia casi mágica ya que supo cautivar al visitante con su técnica secreta que hace elevar la espuma de la leche hasta tres centímetros por arriba de la taza sin que desborde.
Este bar notable fue fundado por inmigrantes italianos en pleno esplendor de una Lavalle colmada de cines y noctámbulos ávidos de ver películas. Eran tiempos sin streaming y aún faltaban dieciséis años para que la multitudinaria calle se convirtiera en peatonal. Más allá de los cambios, el bar mantiene la misma esencia de entonces.
Hoy como ayer, es un lugar para tomar café de parado o acodado en la barra porque nunca tuvo mesas. En el exhibidor, no faltan las tentadoras medialunas de grasa o manteca y manzanitas. Entre los famosos que pasaron por este bar se encuentran Guillermo Francella y Luis Landriscina.
Está abierto de lunes a viernes de 7:30 a 19:00 y los sábados de 7:30 a 13:00.
Clorindo
Talcahuano 1261, Recoleta. Se trata de un patio oculto dentro del edificio que es sede de la Biblioteca Ricardo Güiraldes que homenajea a Clorindo Testa. El ex anfiteatro de la biblioteca hoy evoca al reconocido arquitecto y su obra brutalista, caracterizada por sus formas geométricas.
La paleta de colores también recuerda al mentor de la Biblioteca Nacional y del ex Banco de Londres. Azul, crema y naranja son los tres tonos predominantes en este patio secreto.
Ofrece café de autor y brunch al aire libre y es ideal para los amantes del arte, la literatura y la arquitectura, teniendo en cuenta que funciona dentro de un edificio histórico de estilo neotudor que se construyó en 1921 para ser la residencia familiar de la pareja tucumana conformada por el doctor Federico Helguera y la señora María Luisa Padilla.
Esta familia aristocrática dejó su huella en el petit hotel. Sus iniciales están presentes en los escudos familiares, en la chimenea y en los vitrales del primer piso.
Mucha historia detrás el café Clorindo, que está abierto de martes a domingo de 9 a 20hs.
Fotos: Mariela Blanco y Archivo.
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