Seguramente te hayas cruzado alguna vez con esta bellísima planta. En el campo en la ciudad, la rosa china llena de color, alegría y sutileza cualquier rincón.
Fácil de cuidar y apta para exteriores e interiores, esta especie es una de las más codiciadas no sólo por su increíble potencial decorativo, sino también por sus múltiples propiedades.
También conocida por su nombre botánico como hibisco rosa-sinensis (de la familia de las malváceas), es un arbusto originario de Asia tropical y cuenta con bellísimas flores de cinco pétalos que pueden ser rojas, rosas, amarillas e incluso blancas.
Es muy popular en infusiones -frías o calientes- y se puede encontrar fácilmente en mercados naturales ya que se trata de una planta perfecta para combatir la ansiedad, el estreñimiento, la acidez y fortalecer las defensas previniendo resfríos y catarros.
Cuidados básicos de la rosa china
Al ser de origen tropical, demanda una alta dosis de luminosidad pero sin sol directo ya que podría quemar sus flores.
Le sientan bien las temperaturas cálidas y no resiste las heladas, por lo que se recomienda protegerla de las heladas.
Sus riegos deben ser frecuentes pero moderados. En verano, lo ideal es mantener el sustrato siempre húmero pero nunca encharcado ya que sus raíces son sensibles al exceso de agua; en invierno se recomienda reducir los riegos y hacerlo únicamente cuando el sustrato esté seco.
Necesita un suelo fértil, rico en materia orgánica y con buen drenaje que evite los encharcamientos.
Para que su floración sea abundante, se recomienda eliminar las flores apenas se marchiten. Si bien no hay que podarla muy a menudo, es clave recortar los tallos a finales de invierno para mantener la planta siempre espléndida.