Si hay algo que viene pisando fuerte en deco es la vuelta a lo natural. Y dentro de esta movida hay un protagonista "inesperado" que se roba todas las miradas: el tronco. Sí, así como lo lees.
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Sin pulir, en su estado más puro y rústico, el tronco se convierte en la pieza estrella de cualquier ambiente, aportando calidez, textura y ese toque de diseño orgánico que está en tendencia.
Un tronco, mil usos
Lo mejor de los troncos es que no necesitan transformaciones para sumar estilo. Pueden ser:
- Bancos rústicos en un rincón del living.
- Apoya pies al lado del sillón.
- Mesas auxiliares junto al sofá.
- Una mesa de luz con mucha personalidad en el dormitorio.
- Una pieza decorativa sola o en grupo.
En cualquiera de sus "versiones", logra darle ese aire de casa de montaña o cabaña moderna que tanto nos gusta en otoño-invierno.
Opciones para todos los gustos y bolsillos
El mercado ofrece una variedad impresionante: hay opciones low cost que podés conseguir en viveros, mercados de pulgas o incluso rescatando un tronco de algún árbol caído (con amor por la naturaleza, claro).
Y también hay versiones premium con maderas más exclusivas y tratamientos especiales que elevan el precio considerablemente.
La diferencia principal está en el tipo de madera y en los tratamientos que reciben, sobre todo para evitar humedad, termitas y manchas.
Mantenimiento: lo que tenés que saber antes de sumar un tronco a la deco de tu casa
Si bien los troncos en su estado natural son divinos, requieren algunos cuidados para mantenerse en buen estado. Lo ideal es aplicarles un tratamiento antihumedad, sobre todo si van a estar en interiores con calefacción o en espacios húmedos.
También existen barnices mate que los protegen sin alterar su aspecto rústico y productos específicos para evitar plagas como las termitas.
Otro tip: si lo usás como mesa, una buena idea es sellarlo con cera o aceite natural para evitar manchas de café, vino o lo que sea que apoyes encima.
¿Vale la pena sumarse a la tendencia?
Definitivamente, sí. Un tronco bien elegido puede ser ese detalle deco que hace la diferencia en cualquier espacio. Aporta calidez, tiene un aire sofisticado sin esfuerzo y combina con cualquier estilo, desde el más minimalista hasta el más boho.
Además, es una inversión que dura años y se adapta a diferentes usos según lo necesites.
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