La casa fue proyectada y construida por el estudio de Jorge Muradas (www.estudiomuradas.com) para una clienta y sus dos hijas.
Se trata de un cubo compacto de dos plantas, con un muro lateral de 23 metros de largo que recorre el terreno y aloja a su paso los diferentes servicios: la sala de máquinas, el lavadero, la parrilla y el baño de pileta.
Más allá de lo funcional, resulta el soporte visual de todo el conjunto. Las ventanas de un solo paño de vidrio, son oscilo batientes (miden 2 x 1,50 m), y permiten que los ambientes tengan enormes cuadros al verde.
Como en todos los trabajos de Muradas, rigen aquí la unidad y la armonía cromática.
Para los muros exteriores se eligió el color gris: la fachada es de pórfido patagónico y en el jardín con pileta se colocó un solado atérmico, también en gris. El lote se cerró con un cerco verde parejo en dos alturas que resguarda la intimidad de la casa.
La planta baja incluye hall de acceso, toilette y el living comedor, eventualmente unido con la cocina.
Una alfombra de yute natural le da apoyo a una exquisita selección de muebles: dos sofás tapizados en lino gris (géneros de @companiadelcomercio), con almohadones al tono, una mesa baja con tapa de mármol (@calellomarmoles) decorada con piezas de vidrio, y un mueble bajo de casi 6 metros largo, diseñado especialmente por el estudio (todo de Acento) con unas esculturas en madera de Carlos Vignolo.
Por detrás, el comedor acomoda sillas CH 24, el clásico de Hans Wegner, mesa diseñada por el estudio y una lámpara colgante (@iluminacionaguero). Completa la escena una colección de esculturas de cerámica de distitos alfareros (Acento).
El living tiene unas puertas corredizas que lo integran al jardín y la pileta. Dos lámparas de pie enmarcan el sofá con funda de lino gris. A sus pies, una banquito retorcido tallado en madera (todo de @estudiomuradas).
La chimenea es bien profunda, y tiene una separación en chapa de hierro que le deja via libre al leñero. Hacia ella se arrima un sillón giratorio con su apoyapiés (Acento).
En línea con el criterio cromático del exterior, toda la planta baja se resolvió con baldosones cementicios.
La escalera de un solo tramo que lleva a los cuartos está hecha en roble americano, con escalones que tienen los frentes de sus pedadas bien pronunciadas –detalle que genera una sensación de solidez– y el pasamanos es una pieza de madera ovalada especialmente torneada.
En la planta alta, un muro bajo integra la escalera con el hall de circulación y un gran paño fijo baña todo este espacio de luz natural.
Para la moderna cocina se diseñaron muebles con frentes laqueados en blanco y herrajes ocultos. Las mesadas son de Silestone gris. Un monocomando de la serie Axor Citterio (Hansgrohe) acompaña a la bacha realizada especialmente para esta cocina, al igual que la campana. Las sillas son las clásicas CH 24 pero en formato banqueta (Acento). Cortinas metálicas (Hunter Douglas).
En la planta alta se ubican la suite, otros dos cuartos que comparten un baño y un escritorio/dormitorio, también en suite. La atención al diseño aparece incluso en los detalles.
En el dormitorio principal, por ejemplo, el roble es protagonista. Todo el muro que sirve de apoyo y cabecera a la cama se revistió en este material.
La cama y las mesas de luz voladizas son diseño de estudio Muradas, al igual que las lámparas de pared.
En esquina, junto a las ventanas con cortinas metálicas (Hunter Douglas) un cómodo sillón con estructura de metal y asiento de gamuza, propone un rincón de lectura (Acento).
El gris vuelve a decir presente en el baño en suite, con sus paredes de piedra. La mesada es de Silestone blanco y hacia ella se arrima una bañadera exenta (Barugel Azulay) con su grifería alta (Thol).
Un detalle interesante: los mandos de la bañera están tomados directamente de la mesada. Cierra el conjunto una moderna lámpara en forma de tira blanca (Iluminación Agüero).
Fotos: gentileza Daniela Mac Adden para Estudio Muradas.