Súper bella y delicada, la violeta de los Alpes se consagra como una de las pocas plantas cuyas flores permanecen intactas durante la temporada más fría, alegrando patios y jardines aún cuando el termómetro aprieta.
También conocida como Cyclamen persicum (su nombre científico) florece de otoño a invierno o principios de la primavera.
Sus flores sin perfume pueden ser blancas, rosas, rojas o del característico rosa ciclamen oscuro y alilado. También las hay con pétalos rizados o bicolores.
Ideal para colocar en exteriores sombreados, también puede lucirse en espacios interiores y sus flores se suelen utilizar para decorar floreros, ya que son de larga duración y quedan siempre divinas.
Si bien la temperatura ideal de la violeta de los Alpes oscila entre 15 °C y los 20 °C, tiene una buena tolerancia al frío y los ejemplares más resistentes son capaces de regalar pequeñas flores aún si crecen en la nieve.
Por eso es que su nombre vulgar está asociado al clima montañoso de los Alpes.
Cómo cuidar una violeta de los Alpes
- Luz y ubicación: en exteriores prefiere un tipo de sombra parcial hasta sombra plena. Cultivada en interiores, necesita una dosis diaria de luz intensa evitando los rayos directos del sol y las corrientes de aire caliente.
- Temperatura: no más de 20 ºC ni menos de -5 ºC.
- Riego: es fundamental que sean moderados. Una buena opción es hacerlo con cubitos de hielo.
- Sustrato: debe ser rico en materia orgánica, con suficiente humedad y buen drenaje.
- Fertilizante: se recomienda añadir cada 15 o 20 días fertilizante líquido al agua de riego en el período de crecimiento y floración.
- Poda: es clave quitar las flores y hojas marchitas o en mal estado. Se recomienda hacerlo justo en el punto de inserción ubicado en el bulbo, con unas tijeras de yunque.
Fuente: Mechi González Prieto (@mechi_deraiz).