Ellas son Christina Koch y Jessica Meir y su misión en la Estación Espacial Internacional ya es histórica. Un pequeño paso para la mujer… ¡Un gran salto para la humanidad!
Finalmente, las estadounidenses Christina Koch y Jessica Meir pudieron cumplir su deseo: salir juntas de la Estación Espacial Internacional (ISS) al vacío del espacio para reemplazar un sistema de carga de baterías eléctricas. Sí, a reemplazar, leyeron bien. Porque serán mujeres y astronautas, pero si van o las ¿mandan?, por lo menos que sea para hacer algo útil, ¿no? No vaya a ser cosa que se dediquen a andar caminando juntas por el espacio y nada más.
Y digo finalmente, porque si bien esta noticia salió publicada hace unas horas, la caminata de las “chicas”, en realidad, estaba organizada para realizarse inicialmente en el mes de marzo, pero lamentablemente no pudo hacerse por una cuestión de ¿detalles? que a la NASA se le pasaron por alto. Parece que, entre otras cosas, cuando comenzaron a repartir los trajes, se dieron cuenta de que sólo tenían talles para hombres, pobrecitos.
Odisea (femenina) del espacio
La noticia invade todos los medios. Los portales ilustran este viaje solitario y femenino con fotos, audios y videos. Algunos, hasta se animan a decir que (aparte de astronautas) son lindas y todo.
Las veneran, las juzgan, las aplauden. El mundo entero tiene los ojos puestos sobre estas dos mujeres que, sin pretenderlo, quedaron ¿desnudas? y expuestas frente al espejo de su propia valentía.
“Muchas mujeres astronautas han participado en una caminata espacial afuera de la ISS, pero siempre con un hombre”, afirman los que saben. Y tienen razón, porque para más datos, de los 221 paseos orbitales que se han realizado hasta ahora, sólo han participado 14 mujeres (y siempre acompañadas por un hombre).
Como sea –y dejando las verdades y las ironías de lado- que Koch y Meir ya estén en camino (la excursión comenzó a la hora 07.38 y trabajaran durante más de cinco horas en el exterior de la EEI, una estructura que viaja a más de 27.000 kilómetros por hora a unos 485 kilómetros de la tierra) es algo que festejo por ellas y por todas aquellas mujeres que, a pesar de los mandatos, las resistencias y los prejuicios, se animan a ser, a hacer y hasta volar, sin detenerse a pensar quién las sostiene.
Sentir que la compañía de un hombre es la única que puede protegernos del ¿peligro? no deja de ser una novedad para muchos, y lo entiendo. Pero me parece que esta noticia nos obliga a sentir y pensar que nosotras valemos mucho más que aquellos miedos que nos cuidan y siempre nos someten.
Y por eso festejo la hidalguía de estas dos mujeres. El mundo las mira, chicas, ¡sonrían! O no. Mejor, no.
Texto. LUCIANA PRODAN.