En el año 2003, Dalma y Gianina Maradona nos abrieron las puertas de su casa en Devoto ubicada en Havana y Segurola.
En ese entonces tenían 16 y 14 años respectivamente y pudimos conocer a dos adolescentes que no paraban de hablar de fútbol, su gran pasión heredada por su padre, el gran Diego Maradona.
Ellas portan el apellido más escuchado en el mundo entero y desde chicas tuvieron que lidiar y sobrellevar el gran peso de ser las hijas del Diez.
“Es muy loco escuchar a gente que te cuenta que va a África, dice Argentina y le contestan Maradona. También es increíble lo de la iglesia maradoniana. Yo fui con mi novio cuando festejaron Navidad, que es el día del cumpleaños de mi papá. Es genial. Le rezan a doña Tota, mi abuela, usan de Biblia el libro que escribió mi papá. El rosario está hecho con pelotas de fútbol y en lugar de la cruz tiene un botín. Es raro y muy gracioso. Hasta vi cómo casaban a una pareja en el nombre de Diego”, contaba en ese momento Dalma (que tenía 16 años) mientras Gianinna la escuchaba (con 13 años).
¿Cuándo fue la primera vez que se dieron cuenta de que tenían un papá tan famoso?
Dalma: Cuando sos chico no te das cuenta ni entendés bien qué es lo que pasa. No te puedo hablar de una primera vez porque no me acuerdo, pero sí tengo una anécdota que pasó hace poco y me shockeó. Papá había venido de Cuba a visitarnos y fuimos al shopping. No sé si fue porque me había desacostumbrado, me había olvidado o qué, pero entramos con él a un local y sentí que estábamos en una pecera. Lo miraban de todos lados, afuera estaba lleno de gente que gritaba, tipo recital. En esos momentos te cae la ficha.
Gianina: Te tenés que acostumbrar porque en todos lados es así. A veces cuando papá sale con nosotras le dice a la gente: “Estoy con mis hijas, tengan respeto”, pero igual no entienden. También nos pasa a nosotras. Ayer fui a una fiesta de egresados y se me acercó un chico que me dijo: “Yo a tu viejo lo amo, es lo más”.
Dalma: Aunque entendemos que los demás lo vean como un ídolo, para nosotras antes que ídolo es papá. Igual, cuando los comentarios vienen con buena onda está todo bien. ¿Cómo no me va a gustar que la gente lo quiera?
Me imagino que con semejante apellido ustedes tampoco pasan inadvertidas en ninguna parte.
Gianina: Es un peso grande, pero cuando vas creciendo te vas dando cuenta de que lo podés superar. Siempre que entrás a un lugar la gente se codea y dice en voz baja: “Mirá, la hija de Maradona”. Pero eso a mí no me importa, hasta salí a la calle en pijama.
Dalma: A mí sí me importa un poco más. No me animo a salir así nomás, porque sé que me están mirando…
¿Y los chicos? ¿Alguna vez no temieron que ellos se acercaran a ustedes sólo porque son las hijas de Maradona?
Dalma: Ese es el problema de nuestras vidas. Aunque una vez que encontrás una persona con quien estás segura de que no es así, se acabó el problema. Pero es difícil. Te cuidás porque a nadie le gusta que lo usen. Por eso tampoco tengo diez millones de amigas. Tengo un grupo chico, pero de amigas de verdad.
Así fue la entrevista:
¿Qué es lo que más les molesta de ser tan famosas?
Gianinna: A mí me molestan los prejuicios que tienen con nosotras. Muchas veces la gente me agarra y me dice: “¿Sabés que yo pensé que eras re creída?”.
Dalma: Tal cual, esa es la típica. Me molesta que no me puedan ver como a una persona igual que todo el mundo. Yo soy la primera en criticar a las que están en la tele o trabajan porque son la hija de tal o la nieta de tal. Si a mí me dijeran que estoy trabajando por ser la hija de Maradona me molestaría. Por eso hace tres años que estudio teatro con Hugo Midón para poder actuar, y voy a los castings como cualquier otra. Sé que mi apellido no me va a dar lo que no pueda conseguir por mis propios medios.
Mientras hacíamos la producción de fotos mencionaron en la tele el apellido Maradona, y Gianina salió corriendo para escuchar qué decían. ¿Cómo se manejan con los comentarios de los medios?
Gianinna: Tratás de no darles bola, pero hay veces que sí te afectan porque dicen muchas mentiras. Todos quieren meter púa y púa y todo lo que sale del pibe ese de Italia…
¿Y ustedes qué opinan de ese hermano italiano que tienen?
Dalma: Nosotras no tenemos nada que decir. Mi mamá es la que habla del tema. Es así de simple. Pero eso no lo entienden los periodistas, que se llenan la boca con miles de cosas.
Gianinna: No les importa lastimar a una familia. No les importa nada.
Dalma: Pero es su trabajo, Gianinna. No vamos a volver a discutir ese tema que ya viene desde hace un montón. Obvio que te molesta porque sos humana, las cosas te afectan. Pero si salís a hablar es peor.
Gianinna: Además lo que ellos quieren es que salgas a contestar. Así tienen más rating que el otro programa porque sale a hablar la hija de Maradona. Yo admiro a mi papá, por eso cuando tocan a mi viejo me muero, salto como una loca y me puedo llegar a agarrar a trompadas. El otro día fuimos a ver a la Selección y había unos pibes atrás de nosotras que empezaron a decir: “La selección es de River, siempre los mejores de la selección fueron de River”. Yo los ignoraba, porque no tenía sentido ponerme a pelear. Y el pibe seguía “Los de Boca en la selección no existieron”. Entonces me di vuelta y le dije: “¿Loco, vos no gritaste el gol del ´86?”. Se quedó mudo y no dijo más nada.
Las Maradona de entrecasa
A la hora de las fotos Dalma posaba como una verdadera profesional y estaba atenta a cada una de las indicaciones del fotógrafo. Gianinna, en cambio, no paraba de reírse, jugaba a posar como modelo y se divertía molestando a su hermana. “¡Salí nena, no te tires encima!”, gritaba Dalma y ese comentario despertaba la clásica pelea entre hermanas. “Somos re unidas, salimos a los mismos lugares, tenemos los mismos amigos. Pero también nos peleamos un montón por todo. Igual, más allá de las peleas sé que siempre ella está para mí y yo para ella, obvio”, explicaba Gianinaa.
¿Les hubiera gustado tener otro Maradona en la familia?
Gianinna: Me hubiera gustado tener un hermano varón, más chiquito…
Dalma: No sé, tenemos tantos ahijados y miles de primos... todos varones. Nos vemos mucho con ellos, vamos al cine, salimos. Nunca estamos solas.
¿Cómo vivieron el hecho de que su papá tuviera que irse a vivir a Cuba, tan lejos de ustedes?
Dalma: Nosotras entendimos que él se tenía que ir a Cuba, porque está mejor allá, no lo jode nadie. Y él entiende que nosotras no podemos ir a vivir a Cuba en este momento. Acá vamos al colegio, está la familia.
Gianinna: Yo me muero de ganas de verlo y muchas veces dejaría todo por irme con él. Esta Navidad ya arreglé para pasarla con él.
Dalma: Primero tenés que terminar el colegio. Vos con tal de dejar de estudiar te irías a vivir a cualquier lado.
Gianinna: ¡No, no es por eso! Es por él, sé que nos re necesita, pero también acá está mi mamá... Es un tema muy difícil, muy duro. Tengo que pensarlo mil veces porque sé que dejo muchas cosas acá, a mi mamá, a mi hermana, a mi ahijado, a mis amigos, a todos.
Dalma: Por eso hay que aprovechar los viajes, y estar con él todo lo que podamos.
Gianinna: Sí, pero igual es re duro. Cuando voy a verlo y llega el momento de la despedida, me muero. Veo que el auto arranca y papá está en la puerta y lo estoy dejando solo… Por suerte ahora tiene messenger y está conectado con la computadora las 24 horas del día para hablar con nosotras.
En una familia tan unida la separación no debe haber sido fácil.
Dalma: No, pero si vos ves a las dos partes bien…
Gianinna: …también estás bien vos.
Dalma: Además, aunque estén separados, sabemos que si hay un problema nos vamos a sentar a hablar los cuatro igual que antes. No es como esas familias en las que el padre y la madre no se hablan y si hay un acto del colegio y va la mamá, el papá no va.
¿Cómo es su relación con Claudia?
Dalma: Admiramos mucho a mamá. Las cosas no deben haber sido fáciles para ella, y manejó todo bastante bien.
Gianinna: Hoy somos lo que somos por ella. Creo que por ella tenemos los pies en la tierra, y nadie se la cree.
Dalma: Con ella podemos hablar de todo, igual que con papá, aunque tenemos nuestras estrategias. Hay cosas para las que recurrimos más a mamá y otras a papá.
Gianinna: Es así. Mamá no me deja ir a bailar viernes y sábados porque dice que tengo que elegir uno de los dos días. Pero la semana pasada, yo tenía una fiesta el viernes y otra el sábado. Entonces llamé a Cuba para pedirle permiso a papá. Y lo convencí rápidísimo. “Bueno, está bien Giani, andá”, (confiesa Gianina con una sonrisa pícara). Papá tiene esas cosas, le decís “quiero esto”, y al instante lo tenés. Él quiere que tengamos todo lo que él no pudo tener cuando era chiquito.
Dalma: Sí, pero mamá es más accesible con el tema de los novios.
Hacía nueve meses que Dalma estaba de novia al momento en el que se hizo esta entrevista, pero decía que no le gustaba exponerlo. “Mi novio es hincha de River y para colmo Gianinna está enamorada del Chino Garcés (ex jugador de River). Es una contradicción, porque nosotras no podíamos ser de otro club que no fuera Boca. ¿Qué dice papá? Se la banca”.
¿Qué hay de cierto de los terribles celos de su papá con los chicos que se les acercan?
Dalma: Todo eso es verdad. Nunca me olvido de cuando le dije que iba a ir por primera vez a la bailar. Yo quería pasar lo más desapercibida posible. El habló con los dueños del boliche y cuando llegué aparecieron cinco patovicas que se quedaron a cuidarme y no dejaban que se me acercara nadie… es un personaje. Cuando le conté que tenía novio enseguida empezó a preguntarme cómo se llama, cuantos años tiene, a qué colegio va… entonces me dijo: “Vos sos mi bebé. Pero si estás bien, yo estoy bien.” Y se puso a llorar. El es cuida en serio y dice que si pudiera les regalaría a los novios una moto sin freno. Ahora dice que está todo bien pero que se prepare el que nos haga sufrir. Él no tolera que alguien pueda hacernos daño. Papá tiene locura con nosotras, la misma que nosotras sentimos por él.