Desde que hicieron pública su relación, el príncipe William y Kate Middleton estuvieron bajo el foco no solo de la prensa, sino también de sus admiradores y fanáticos. Sin embargo, a pesar de esto, hubo un tiempo -hace diez años -en que tuvieron un lugar donde podían vivir una vida normal.
La pareja se conoció a los 19 años en la Universidad de St Andrews y, antes de convertirse en novios, fueron amigos. Fue un proceso lento de citas intermitentes e incluso dos rupturas, pero finalmente, unos meses antes de su compromiso, se mudaron a una casa de campo de cuatro habitaciones en Bodorgan Estate, en la isla galesa de Anglesey, en 2010. Esto ocurrió mientras el príncipe estaba destinado como piloto de helicóptero de búsqueda y rescate para la RAF.
Aquel destino fue el último en el que pudieron vivir como una pareja normal mezclándose con los lugareños de la isla. En octubre de ese año, la pareja se comprometió, antes de casarse en la Abadía de Westminster en abril de 2011. En diálogo con la revista OK! Magazine, la experta en realeza Jennie Bond explicó la importancia que tuvo Gales para la pareja real.
“Gales es muy importante para William y Kate, ellos no solo algún día serán el príncipe y la princesa de Gales, sino que también fue el lugar en el que vivieron muy felices como recién casados. Su tiempo en Anglesey fue muy, muy agradable ya que estaban prácticamente fuera del radar y, a falta de una palabra mejor, se sentían normales. William trabajaba para la RAF y Kate podía ir al supermercado. Fue un maravilloso comienzo de vida matrimonial para ellos. Esa fue la última vez que pudieron llevar una vida ‘normal’, por lo que siempre será su lugar feliz”, reveló.
William pareció hacerse eco de estos sentimientos cuando se dirigió a la multitud en el Anglesey Show en 2013, después de que terminara su trabajo como piloto militar: “Esta isla ha sido nuestro primer hogar juntos y siempre será un lugar inmensamente especial para los dos. Kate y yo esperamos volver una y otra vez en los próximos años con nuestra familia”.
Después de que nació su hijo mayor, el príncipe George, se mudaron al apartamento 1A en el Palacio de Kensington y tuvieron a la princesa Charlotte y al príncipe Louis. La actual casa familiar de veinte habitaciones cuenta con cinco salas de recepción, tres dormitorios principales, vestidores, una guardería diurna y nocturna y cuartos para el personal.
Pero se informa que también viene completa con una sala de pánico de alto secreto y un túnel de escape especial para protegerlos en caso de ser necesario. Así lo reveló el medio Global Citizen. Se dice que las habitaciones son esenciales para la seguridad de la realeza, especialmente, teniendo en cuenta que el príncipe William y su hijo George están en la línea de sucesión al trono.
“Las salas de pánico reales están diseñadas para soportar gases venenosos, bombas o ataques terroristas; están equipadas con comunicaciones seguras, camas, equipo de lavado y suficiente comida y agua para que los miembros de la realeza sobrevivan durante al menos una semana”, detallaron.
