El yoga aporta muchos beneficios para el cuerpo y la mente a través de sus poses o "asanas", que trabajan diferentes partes del cuerpo. Haciendo una serie de posturas específicas es posible favorecer el funcionamiento del hígado y también desintoxicar el cuerpo.
"Las asanas de yoga fortalecen, desintoxican y ponen en balance al organismo. Estas posturas estimulan el anillo órgano interno conformado por hígado, páncreas, bazo y riñones”, señala Frances Murchison, autora de Heal your whole body.
A continuación, el gráfico muestra 5 de las posturas que más contribuyen a lograr el efecto detox en el cuerpo, a renovar la energía y a que nuestro organismo funcione mucho mejor.
- Postura del gran ángulo (Prasarita Padottanasana): practicar con regularidad esta assana te ayudará a mantener la mente en calma, mejorar la digestión, disminuir los dolores de espalda y serenar el sistema nervioso. Para lograrla, separá los pies, alineándolos en forma paralela. Mientras inhalás, estirá todo el torso, extendiendo los brazos y luego extendete hacia adelante, con la cabeza en dirección al piso. Para estirar más el torso, dejá caer la cabeza por completo sin llevar tensión a los hombros, con la intención de hacer tocar los codos con las rodillas. Inspirá y exhalá en profundidad varias veces. Si lo necesitás, relajá las rodillas levemente en el momento de inhalar. Para desarmar la pose, levantá la cabeza lentamente, con las manos apoyadas en tu cintura, ejerciendo presión con los pies sobre el suelo, hasta recuperar la postura erguida.
2. Postura de la silla (Parivrtta Utkatasana): es una pose que trabaja la fuerza y la flexibilidad, te ayuda a mejorar la postura y a ganar flexibilidad en la columna. Empieza poniéndose de pie, con las piernas juntas y los brazos extendidos sobre la cabeza. Mientras exhalás, posicioná el cuerpo como si te sentaras en el aire, formando un ángulo de 90 grados con las piernas. Colocá los brazos en posición de oración, juntando las palmas a la altura del pecho, evitando llevar tensión a los hombros. Inhalá, sostené el aire y girá el torso, con la intención de que tu codo izquierdo toque la rodilla derecha, haciendo una leve presión. Mantené la postura durante 30 segundos, respirando profundamente. Volvé al centro y repetí la acción del lado contrario.
3. La vela (Salamba Sarvangasana): una pose que te ayuda a elongar los hombros y el cuello, que envía la sangre de las piernas y la pelvis al corazón y los pulmones, aumentando la oxigenación y, por lo tanto, la energía. Acostate en la colchoneta o mat de yoga, doblá las piernas y los pies apoyados en el piso (como haciendo la postura del puente), elevá el pecho, con los hombros bien apoyados al suelo. Elevá las caderas, con las palmas extendidas de manera que pudieran tocar los talones. Extendé una pierna sin dejar caer el cuerpo, doblá los codos y tomate con las manos la parte inferior de la espalda. Luego, elevá la otra pierna. Una vez que elevaste ambas piernas, evitá hacer girar la cabeza para no lastimar tu cuello. Es momento de hacer los ajustes necesarios en la postura para conservar el equilibrio. Concentrate en percibir la barbilla apoyada en el pecho. Tratá de mantener la postura durante diez respiraciones. Para desarmarla, intentá bajar las piernas hasta formar la postura del arado y dejalas caer lentamente hasta quedar acostada.
4. Perro boca abajo (Adho Mukha Svanasana): esta postura aumenta el aporte sangre al cerebro, ayuda a estabilizar la presión arterial y combate el estrés y la ansiedad. Comienza con los pies separados al ancho de cadera, con las palmas sobre la colchoneta. Apoyamos las rodillas en el suelo para colocarnos a cuatro patas, con las rodillas directamente debajo de las caderas y, desde ahí, las elevamos en dirección al techo, estirando brazos y piernas. Exhalá, procurando que los talones toquen el suelo. Si no es posible podés flexionar ligeramente las rodillas o levantar los talones. Permanecé en la postura unos 30 segundos, respirando profundamente. Dejando que tu cabeza descanse, con la base del cuello suelta. Para desmontar esta asana, podés doblar las rodillas, apoyarte sobre los talones y, despacio, colocarte en la postura del niño o levantar suavemente la cabeza.
5. Postura de la langosta (Shalabhasana): para lograr esta postura que masajea y tonifica los órganos abdominales y mejora la digestión hay que comenzar boca abajo con los piernas extendidas y juntas, delicadamente tocándose entre sí. Los dedos de los pies se encuentran derechos sobre el suelo. Inhalá y levantá la pierna derecha manteniéndola recta sin girar o torcer la cadera. Mantené la postura por unos segundos y continuá respirando. Luego exhalá y llevá la pierna derecha al suelo. Repetí la secuencia con la pierna izquierda. Ahora, ubicá el dedo pulgar de cada mano sobre la palma correspondiente y abrazá el pulgar con el resto de los dedos formando un puño en cada mano; luego llevá las manos hacia la región que está entre el abdomen y los genitales. Subí ambas piernas al mismo tiempo hasta donde puedas. Las piernas y rodillas permanecen juntas y estiradas. Mantené la postura por unos segundos; continuá respirando. Luego exhalá y llevá al mismo tiempo ambas piernas al suelo. Retirá las manos y descansá.