La conocimos como modelo de campañas internacionales y por mucho tiempo fue el rostro que sonreía desde los afiches. Hoy lo sigue haciendo, pero con voz propia. Fotógrafa, numeróloga y mamá, apuesta por el coaching y la metafísica para tener una vida más plena.
Soy modelo desde los 14 años. Me descubrieron luego de una tapa de Para Ti Colecciones”, recuerda Florencia Fabiano (34). Y no pasó mucho hasta que Flor se convirtiera en el rostro de Dior, Biotherm, Cartier, Swarovski… “A los 16 años empecé a viajar y viví afuera mucho tiempo, en Nueva York y en París, pero era chica y nunca me sentí del medio: trabajaba, pero siempre prefería volver a casa”.
¿Dejaste algo de lado por ser modelo? Me perdía cumpleaños y reuniones, pero lograba conseguir grandes trabajos aunque en Argentina nada se sabía, no había redes sociales. A los 18 años me fui por primera vez de vacaciones a Brasil con mis amigos y mi novio y me llamaron apenas llegué: debía dejar todo y viajar ese mismo día por trabajo a París. ¡Un horror! Fue ahí que empecé a tener una dicotomía entre una vida y la otra, a evaluar qué era lo que quería, ¿qué era importante?
¿Ganó ser modelo? Es que convertirme en modelo fue algo que me sucedió naturalmente, no es como un futbolista que se entrena toda la vida para un día jugar en primera. En ese entonces era adolescente y llegué a París en enero: frío, nieve, sola en un departamento. Y nadie entendía por qué me había ido. Esa noche me depilé las cejas, pelito acá, emparejada allá… Al otro día caí a hacer esta campaña de Yves Saint Laurent para una máscara de pestañas. Enfrente tenía al fotógrafo de todas las campañas de Dior beauty que ya conocía. Estábamos a punto de empezar cuando me miró, algo no le cerraba. Pidió cambio de maquillaje y nada. Se me acercó a 5 centímetros de la cara y siguió (es superdetallista). “Vos te tocaste las cejas”, dijo. ¡Se dio cuenta! No podía creerlo, jamás hubiera pensado que era por eso. Se dio media vuelta y se fue: me dejó con 24 personas ahí parada en el estudio. Yo, con 18 años, me había quedado sin mi viaje y sin contrato. Sin el pan y sin la torta. Fue aprendizaje. Cuando uno no quiere hacer algo, termina no haciéndolo o haciéndolo mal. Por más que sea una carrera frívola para muchos, hay cosas que me dejaron un aprendizaje para la vida. Seguí siendo modelo.
¿Como ves la industria hoy?
Siempre me encantó, pero cada vez me gusta más. Hoy se trabaja distinto. Cuanto más cómodos, más fluimos todos y mejor es el trabajo. Antes el ambiente era más raro, muy de elite. No existía la vejez, la diferencia de talles, nada. Hoy todo es más real.
¿Cómo fue tu etapa de fotógrafa?
Necesitaba reinventarme. Como modelo viví mucho tiempo afuera y entendí que en todos los trabajos hace falta agregar siempre una nueva semillita. Siempre me gustó escribir y la fotografía fue un complemento. Me encantaba registrar lo que vivía mientras viajaba y así empecé a estudiar, entre castings, en París y Londres.
EL MEJOR TRABAJO
Mientras se prepara para las fotos, Florencia Fabiano se ocupa de que sus dos hijos, Francesca (Keka, 3 años) y Federico (Fede, 1 año) tengan “algo de la huerta” para la hora del almuerzo. “Ellos son mi trabajo más grande”, se ríe. Ellos están al lado de ella, atentos a la conversación. “Toda la vida estuve entrenando para poder lograr una familia. No como una ‘Susanita’, pero sabía que la familia era importante para mí y que en ella iba a encontrar paz, mi suelo. Porque había alcanzado logros re importantes en el trabajo, pero la cosa venía por otro lado”, cuenta Fabiano, que hace tres años se casó con el empresario Facundo Bullrich.
¿Tu hija ya sabe a qué te dedicás?
Sabe que “mamá se va a estudiar” –actualmente curso metafísica y coaching– y que voy a trabajar en mi proyecto, Coraje y energía. Soy numeróloga (nuestros códigos dicen mucho de una persona, ¡estoy fascinada!) y saber sus números también me ayuda a conocer sus características. Siempre tuve esto del pensamiento positivo en mi vida y la metafísica es un poco esa ley de atracción. La maternidad me hizo ver que era momento de reinventarme: necesitaba otra herramienta y lo logré al estudiar. La metafísica es el estudio del pensamiento positivo, muy sanadora y reveladora e incorpora la numerología. Y el coaching es lo que le facilita a las personas encontrar soluciones a disyuntivas o problemas, a llegar adonde desean.
¿De qué se trata y por qué te parece que gusta tanto Coraje y energía?
Es un evento para nutrir el alma donde –con la artista María Baylac– combinamos arte y fotografía. Este año llenamos por segunda vez el hipódromo de Palermo porque la gente se siente identificada. Damos desde charlas de sanación y cómo estar equilibrados hasta alimentación consciente y meditación. Somos buscadoras de bienestar: es súper importante cuidar el cuerpo, la mente y el alma.
¿Qué te hizo adoptar este camino?
Un momento de crisis personal. Una noche, cuando tenía 23 años, trataron de robarnos y me apuntaron con un arma. Pensé “ya está, éste es mi momento”: tenía todo lo que todos querían, pero no era feliz: 16 agencias, contratos… Fue un segundo y zafé. Me dije “Ok, no fue mi momento, entonces tengo que hacer algo”. Corté con todo, me perdí por un año: volví a vivir con mis papás, no sabía quién era ni qué quería. Toqué fondo y empecé a quererme, a tomar fuerzas, a generar cosas nuevas. Cuando uno se empieza a querer, la vida te empieza a premiar. Yo quiero que mis hijos aprendan eso, que sean libres, elijan lo que quieran y vean lo bien que me hace estudiar y tener mis espacios. Me daba miedo ser mamá porque creía que eso me iba a atar, a cortar mis tiempos. Los hijos te cambian cosas, pero también te ordenan. Hoy capitalizo mi tiempo, lo valoro, crezco. Mostrarles eso es valioso para toda la vida.
textos PAULA IKEDA fotos CHRISTIAN BELIERA producción MARITÉ RIZZO. Maquilló y peinó: @mechimiqueostudio con productos Lancôme y L’Oréal Professionnel. Ropa: Calandra y Mishka.