Rocío Farfán es médica pediatra (MN 152075) y jefa de residentes de Pediatría del Hospital Churruca Visca. En esta nota, su apreciación en primera persona sobre la emergencia sanitaria que estamos transitando debido a la pandemia de Coronavirus.
Por ahora, dentro de todo, estoy viviendo la situación del Coronavirus con calma. Todavía en Pediatría y en adultos en general, a nivel país no se ha disparado la curva de casos, no hemos llegado al pico posible o esperable. Así que estamos a la expectativa y con cierta incertidumbre porque en cada país el número de infectados por día fue aumentando de distinta forma. En algunos, explotó enseguida y en otros fue más solapado y controlable. Espero que estemos en el segundo grupo.
Los niños son tan vulnerables al contagio como los adultos, inclusive por las mismas vías. Por ende, las medidas de prevención no cambian. Se puede mantener la lactancia. El aspecto que sí es diferente, es la clínica. En los más pequeños suele dar síntomas leves o a lo sumo moderados, a veces gastroentrointestinales o incluso cursan con cuadros afebriles. Entre otras cosas, es importante enseñarles a los chicos, sobre todo si ya comprenden, la importancia de un lavado de manos correcto y muy especialmente, lo relevante de quedarse en casa y mantener la cuarentena.
Muchos sienten miedo pero no me parece que no me pasa a mí. El miedo nos paraliza y hace que actuemos de forma más riesgosa, es decir entre otras cosas, usando los insumos como no corresponde usar (por ejemplo, salir a comprar alcohol en gel a mansalva dejando al otro sin ese artículo de prevención). Además confío en el sistema de salud, sé que los profesionales van a trabajar y están dando un 200%. La población, salvo excepciones, está respondiendo a las indicaciones. Eso me sorprendió para bien y espero que se mantenga así. Como en todos los aspectos de la vida, si escuchamos con humildad y sin soberbia a los que saben, nos va a ir mejor.
El Coronavirus pasó a ocupar la mayoría de los tópicos y conversaciones entre mis colegas del ámbito de la medicina. Por más que comencemos a hablar de tema para despejarnos, terminamos en la pandemia. No me parece mal porque es una forma de ir pasándonos información entre nosotros.
En el hospital Churruca Visca donde trabajo ya tuvimos algunos casos sospechosos en Pediatría, pocos al momento, que se descartaron por virológico de secreciones negativo. Seguramente con el correr de los días esta realidad se modifique. Es minuto a minuto, la información se difunde muy rápido gracias a las redes, que vienen siendo una herramienta positiva a mi criterio.
En el hospital se reorganizó completamente el servicio. Las energías, los recursos tanto humanos como instrumentales, están dispuestos para la pandemia. Por ejemplo apenas llega un paciente a la guardia externa pediátrica, se le hace un triage para pesquisar posible caso sospechoso de covid-19. En caso de tener un resultado positivo, se le colocan medidas de aislamiento respiratorio (barbijo, guantes) y se deriva a una sala donde solo hay casos del mismo tipo. En esa sala hay un médico con las medidas estándar de aislamiento contra el virus, para evitar su contagio. Allí se continúa con la consulta, en caso de requerirlo, se interna para más exámenes, entre ellos el hisopado que confirme o descarte la infección por el virus.
A su vez, se solicitó más material descartable (barbijos, guantes, camisolines) y se está capacitando constantemente a los profesionales tanto en enfermería como en Pediatría sobre todo lo nuevo que va surgiendo, medidas de prevención e higiene, número de casos, como informar y tranquilizar a la población, entre otras cosas.
Se amplió la sala de respiratorios y las camas que antes estaban dispuestas para otro tipo de patologías, como por ejemplo los post quirúrgicos, ahora se destinarán a casos de Coronavirus.
Lo más importante es informarse. No dejarse estar y actualizarse todos los días con las nuevas medidas que van apareciendo. Es decir atenerse a la definición de caso sospechoso y en base a ésta, actuar en consecuencia.
Ya nadie anda con ambo por la calle como ocurría antes. Nos cambiamos al llegar y al retirarnos del hospital. Estas crisis sirven, por decirlo de alguna manera, para evaluar cómo estamos trabajando y afianzar la manera de manejarnos correctamente y cómo reaccionar ante una crisis sanitaria para no morir en el intento.
Vivo sola, así que los recaudos que tomo cuando llego desde la calle a mi casa son los mismos que cuando llego de la calle al hospital. Me cambió la ropa y el calzado apenas entro. Me lavo las manos y limpió con alcohol llaves y celular (o cualquier otro utensilio que se manipule mucho y venga de la calle). A mi familia le recomendé lo mismo, tratando de no alarmarlos. Lo importante es ocuparse a conciencia y no preocuparse por demás. Y muy especialmente les indiqué que cumplieran la cuarentena. Nada es tan urgente ahora como quedarse en casa. El virus viaja principalmente en la gente. Si las personas dejan de circular, hay menos circulación viral.
La primera vez que escuché los aplausos me emocionó casi hasta las lágrimas porque muy pocas veces se nos reconoció así, tan masivamente, de forma espontánea, sincera y multitudinaria. Sin banderas ni mensajes subliminales. Solo porque la sociedad lo sintió y se dio cuenta del sacrificio del personal de salud y el alto grado de exposición que estamos teniendo. Porque un barbijo o camisolín por más tecnología de última generación que se tenga, nunca serán eficaces en un 100%. Hay un riesgo claro de enfermarnos y aun así estamos y vamos a estar disponibles. En eso coincidimos el 99% de mis colegas. No vamos a dejar solos a los pacientes. La premisa de “curar a veces y acompañar siempre” está vigente más que nunca.