“Libertad, progreso y civilización, he ahí el único fin que perseguimos".
José Clemente Paz.
Aquellos hombres de elite que gobernaron nuestro país en la llamada generación del ochenta (1880-1916) estaban dotados de una fuerte influencia europeizante. Todo lo relacionado al viejo continente era admirable, mientras que lo regional y autóctono, ordinario y despreciable.
Argentina estaba gobernada por políticos burgueses y la intelectualidad y la cultura eran palabras que los distinguían. Procurar el desarrollo de las artes dignificaría la patria, una tierra plagada de interculturalidad inmigratoria, pero con poca educación y sin títulos de nobleza.
José C. Paz fue estanciero, militar, periodista, político y diplomático argentino. Fundador del diario La Prensa en 1869, tan solo dos años antes de la epidemia de fiebre amarilla (1871) que azotó Buenos Aires.
Durante su estadía en Francia como embajador argentino (1885–1893), debió haberse dejado encandilar por la Paris de "El Moulin de la Galette" y Renoir pintando en plein air, la electricidad, los nuevos medios de transporte o los grandes edificios de finales del siglo XIX. París transitaba un imparable camino hacia la modernidad que todos querían imitar y las aguas del Sena reflejaban el esplendor de la Belle Époque al mundo.
Es en 1900 cuando, motivado por esa magnificencia, José C. Paz encargó al prestigioso arquitecto francés Louis-Marie Henri Sortais el diseño de una mansión de dimensiones inusitadas para el trazado porteño.
Sobre un lote de terreno en forma de trapecio situado sobre la Avenida Santa Fe y las calles Marcelo Torcuato de Alvear y Maipú, en la zona de Retiro.
El arquitecto Sortais, quien jamás estuvo en Buenos Aires, nunca llegó a ver concluida su obra, porque muere unos años antes de su finalización. La dirección de la construcción estuvo a cargo del arquitecto e ingeniero argentino Carlos Agote quien tardó doce años en finalizarla, desde 1902 a 1914.
El Palacio Paz fue la residencia privada más desmesurada de Buenos Aires, de 12mil metros cuadrados de eclecticismo con 140 habitaciones. Claramente una de las más lujosas siendo el ejemplo perfecto del Beaux-Arts de principios del siglo XX.
Su fachada principal se encuentra ubicada en la Avenida Santa Fe al 750, frente a la Plaza San Martín. Un pesado portón de hierro y bronce traído de Paris, imponente e intimidante marca el ingreso al palacio. La fachada se asemeja Château de Chantilly y toma elementos del lateral del Palacio del Louvre que mira al río Sena.
#TipCementero
La "armonía" y el "diálogo" son fundamentales al momento de reformar cualquier clase de edificio histórico. Desde Cementos Avellaneda explican ante la consulta de Para Ti Deco que, para poder construir la nueva torre de 12 pisos que se ubica junto al Palacio Paz, el hormigón fue el material más importante.
"El hormigón del edificio nuevo es H-38 por distintas cuestiones, entre las que se destaca la resistencia y durabilidad. Pero además, porque se trata de un material que remarca y es visible desde cualquier punto de vista. Incluso desde los jardines, se realza la armonía de estilos y cómo se buscó hacer algo amigable. La impronta, los detalles y los materiales de hace casi 100 años, se trataron de armonizar con el diseño y calidad de los actuales, donde el hormigón juega su papel de relevancia", aseguran.
El edificio consta de cuatro plantas, una mansarda central y un frontispicio. Adentro, un Gran Comedor de Honor, la Gran Galería de Honor, el Gran Hall de Honor, la Sala de Estar, el Salón de Baile, el Segundo Comedor y la Sala de Música con perfecta acústica entre otras salas y habitaciones.
Afuera, un jardín de invierno, cocheras y hasta contaba con caballerizas hacia la calle Esmeralda.
Ingresando por el portón principal pasamos al vestíbulo por una amplia escalera de piedra Lunel, enmarcada por dos banquinas macizas de mármol Rouge de France con molduras de bronce dorado, que nos enfrenta a un óleo del General San Martín, a cuyo pie se exhibe una réplica del sable corvo del Gran Capitán.
En el mismo recinto, la protagonista, una escultura en mármol del francés Raoul-François Larche llamada "La Floración", conocida como "La Vendimia" nos da la bienvenida al vestíbulo.
La Gran Galería de Honor es de estilo neogótico, presenta boiserie y adamascado de seda francés. En ella se ubican dos aparadores tallados con figuras y escenas del siglo XVI, un mueble buffet, cinco sitiales con doseles y dos copones de mármol con relieves de bronce fundido con sus respectivos pedestales. Las puertas tienen herrería francesa Bricard de Paris que se funden en la fina ebanistería.
El Gran Comedor, uno de los cinco que tiene el palacio luce un marcado estilo renacentista con toques neogóticos. Aquí el espectacular hogar chimenea de talla de nogal italiano fue obra del ebanista Percheaux. Dos atlantes alegóricos de Diana Cazadora y Júpiter con mirada inquietante habitan el recinto. Es en el Renacimiento cuando se agrega la pupila a las esculturas y las miradas parece que cobraran vida.
Dicen que entre 1916 y 1938, el Palacio Paz tuvo su época de esplendor. En aquellos años se brindaban suntuosos banquetes en el Gran Comedor de Honor.
En esas reuniones era común encontrarse a los invitados hombres en la Sala de Fumadores y a las mujeres en la Sala de Damas. Éste último, un ambiente de estilo rococó con enormes espejos y pinturas referidas a la maternidad. En este salón se encuentra la lámpara más importante del palacio. Se trata de una araña de bronce con unos 150 cristales de Bacaratt y 70 lámparas.
El Gran Hall de Honor era utilizado para recepciones, de un claro estilo neobarroco. Se trata de una planta de forma circular que luce veintiocho mármoles y mosaicos italianos desplegados en 16 metros de diámetro y 21 metros de altura. Coronado por una enorme cúpula revestida en vitrales que dan forma a la imagen del Dios Sol.
Cuenta con una escalera de mármol que lleva a las habitaciones y permite, además, observar la sala desde la altura. En él se ubican dos esculturas, Diana y Les Roseaux ambas también de Larche.
El Gran Salón Dorado de baile, con un palco para orquestas nos recuerda a la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles con muros ornamentados en madera tallada dorado a la hoja, espejos y piso de parquet de roble de Eslavonia.
Allí dos importantes arañas de bronce y cristal de Baccarat atribuidas a la Casa JANSEN de Paris y dos mesas consolas estilo Luis XIV son protagonistas y lucen jarrones de porcelana japonesa estilo Imari. Dicen que aquí se bailó el Tango por primera vez entre la alta sociedad.
Esta majestuosa edificación cuenta con una tercera planta, donde se encuentran los dormitorios y el área privada. Mientras que las habitaciones de servicio se ubican en la última planta, tras la mansarda y buhardillas. En el subsuelo, los depósitos. La innovación para la época eran los equipos modernos que presentan la calefacción por calderas y los diez ascensores.
José Paz soñó la casa más grande, elegante y moderna de la ciudad de Buenos Aires, pero nada de lo planeado llegó a concretarse ya que su muerte el 10 de marzo de 1912, dos años antes de la inauguración, truncó el encuentro con su ostentosa mansión, reflejo de los cánones estéticos y vestida de ornamento y decoro.
Fueron su esposa doña Zelmira Díaz Gallardo y sus dos hijos, Ezequiel Pedro Paz Díaz y Zelmira Rosa Paz Díaz quienes habitaron la residencia que compartieron con 70 empleados que pertenecían al personal doméstico quienes circulaban por los pasillos para los que estaban destinados, lejos del área privada.
A raíz de la Gran Depresión del 30, las deudas contraídas por el segundo esposo de la hija de Paz que dicen, mal administró los bienes se vieron obligados a vender la mansión.
La firma Casal Manfredi Perego & Cía. tomó la venta del edificio en 1938.
El palacio fue adquirido por el Estado Nacional para transformarlo en sede del Círculo Militar, Biblioteca Nacional Militar y Museo de Armas de la Nación.
En 2014 El Palacio Paz fue declarado Monumento Histórico-Artístico por el Poder Ejecutivo Nacional, incluyendo el mobiliario, objetos de arte y ornamentaciones que integran el inmueble (decreto 1150/2014).
Actualmente el Palacio Paz está abierto a visitas guiadas.
Los bienes históricos no sólo pueden ser admirados, sino trascender en ellos la posibilidad de ser vividos. Allí, frente a la copa de los centenarios árboles de la plaza San Martin el palacio se abre al proyecto de un restaurante en sus salones, un café en los jardines y un hotel lindero con una terraza que mira al Rio de la Plata y los edificios que se elevan a sus pies como el Kavanagh o la Torre Monumental.
Me quedo con esa parte de la generación del 80 que procuraba promover la educación, la cultura, las artes plásticas, la música, la literatura, ya que consideraban que su desarrollo, junto con la arquitectura, convertirían al país en una Gran Nación.
Persiguieron libertad, progreso y civilización…
Texto: Silvina Gerard @silvina_en_casapines
Fotos: gentileza @palacio.paz
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