Juan (42) dice que, si no fuera actor, le hubiese gustado dedicarse a dibujar y pintar. “La semana pasada compré una casa de muñecas gigante de fibrofácil para mis hijas y la estamos pintando juntos. Empezamos a buscar tutoriales en Internet para usar diferentes técnicas y nos súper enganchamos todos, hasta mi mujer”, cuenta con entusiasmo.
-¿Siempre compartís este tipo de actividades con Carmela (8) y Amanda (11)?
-Sí, me gusta disfrutar de mi tiempo libre en casa, con mis hijas, mi mujer… Nos llevamos bien, nos divertimos. En enero nos fuimos a Costa Rica los cuatro y la pasamos genial. Es un país que vale la pena conocer, no sólo por los paisajes de selva y playa increíbles, sino porque, además, es una de las democracias más antiguas de Latinoamérica, un país sin ejército, un pueblo amable… Son características valiosas que me gustó que mis hijas conocieran.
-¿Suelen viajar mucho en familia?
-Nos gusta pasear, conocer diferentes lugares, no somos de repetir siempre el mismo destino. Hace unos años recorrimos todo Andalucía en auto y fue espectacular. A mí me fascina viajar y, por trabajo, me tocó conocer países a los que a lo mejor no me iría de vacaciones. El año pasado, por ejemplo, fui a Mónaco y me encantó conocerlo.
-Hace 20 años que estás casado con Laura, ella es psicóloga… ¿Cómo se lleva con tu trabajo? ¿Le cuesta aceptar que tengas escenas de sexo en una película o ya se acostumbró?
-Ella es muy relajada, nada celosa, y sabe que en mi trabajo se plantean situaciones así porque el guion lo exige. Nunca se le ocurriría hacerme una escena de celos o un reclamo, no es su estilo.
-¿Existe alguna clave para tener un matrimonio feliz?
-(Piensa unos segundos) Y… no, yo claves no tengo. Puedo decirte sí que nos llevamos muy bien, nos divertimos mucho, somos dos personas tranquilas que hablamos todo, y eso hace que los conflictos se desarmen bastante rápido. Todavía sentimos mucha curiosidad el uno por el otro… Creo que, tal vez, eso es una clave.
-¿Sos un papá de poner límites o descansás en que Laura lo haga?
-Poner límites es una tarea compartida, como todas las de la crianza. Pero yo soy un papá que trata de no dar órdenes arbitrarias, intento llegar a un acuerdo, sin autoritarismo. Por otra parte, no soy un papá culposo porque considero que es un sentimiento que te paraliza y, a la vez, es muy tóxico. Creo que es clave tener en cuenta la opinión de los hijos y no quedarse en esa idea de que “los chicos, a la larga, se acomodan a todo”, que mucha gente repite y es verdad, pero ¿sabés qué pienso? A veces se acomodan a situaciones horribles.
-¿Tu padres te criaron de la misma forma?
-Sí, totalmente. Me educaron con libertad y responsabilidad. Fueron muy comprensivos, siempre me acompañaron en todo.
-¿Qué opinaron cuando les dijiste que querías ser actor?
-Lo aceptaron, no fue un problema en casa. Mi mamá es socióloga y mi papá matemático, así que al principio la idea de que yo no siguiera una carrera universitaria fue un shock. Pero nada grave. Entendieron que actuar era lo que a mí me apasionaba y me apoyaron de inmediato porque, para ellos –y en eso yo soy igual como padre– lo más importante era que me dedicara a lo que me gustaba.
-A los 22 años te fuiste a vivir a Londres y trabajaste como estatua viviente en la calle, entre otras cosas…
-Sí, es verdad. ¡Fue una gran experiencia! Estuve un año y medio viviendo allí, me inscribí en una escuela de teatro sobre la que había leído y que me interesaba conocer y fue un gran acierto, siento que fue muy importante para mi formación como actor. Me divertí mucho, pero también aprendí y estudié.
-Cien días para enamorarse es la gran apuesta para 2018 y vos formás parte de ese elenco.
-Sí, estoy muy contento con la propuesta. En el elenco están Carla Peterson, Nancy Dupláa y Luciano Castro; es una comedia ingeniosa y ágil, un proyecto lindísimo… ¡Estoy ansioso por empezar! Y supongo que no soy el único porque recién me llegó un audio de wapp de Carla –que está de viaje– preguntándome por el programa. (Se ríe)
-¿Te llevás bien con el ritmo de la tira diaria?
-Sí, perfecto. Son muchas horas, pero jamás me quejo: conozco personas que trabajan más horas que yo y en algo que no les gusta. Disfruto de lo que hago, soy muy afortunado… ¿Cómo me voy a quejar por tener mucho trabajo?
-Con Carla trabajaste muchas veces, en Tiempos compulsivos, Dos más dos, Venus en tu piel, ahora en la película Recreo…
-Sí, somos muy amigos… ¡Nos llevamos espectacularmente bien! Es un placer compartir cualquier proyecto con ella.
-En Recreo te toca interpretar a un personaje bastante machista y antipático…
-Sí, Mariano es un tipo soberbio, que tiene un discurso de persona abierta pero es súper cerrado. Cuando leí el guion me generó mucha curiosidad interpretar a un tipo con tantas contradicciones. La historia gira en torno a tres parejas que están en diferentes etapas de la relación, de la conformación de la familia y algunos comenzando a atravesar la crisis de los 40 años.
-¿Vos tuviste tu propia crisis de los 40?
-Algo tuve. Más a los 41 que a los 40.
Yo estoy contento y conforme con mi balance personal, pero hay algo muy tremendo en esta sociedad que es creer que la juventud en sí misma tiene un gran valor
-Eso fue el año pasado.
-Exacto… En realidad no puedo decir que haya sido una crisis. Me pasó que, de golpe, empecé a reflexionar sobre el paso del tiempo. Sobre lo que ya viví y lo que me queda por delante. Yo estoy contento y conforme con mi balance personal, pero hay algo muy tremendo en esta sociedad que es creer que la juventud en sí misma tiene un gran valor… como si la vejez fuera defecto. Una locura total. Y ese precepto nos atraviesa a todos aunque no estemos de acuerdo ni nos guste. ¿Por qué una mujer de 60 años sólo es considerada sexy si parece de 45? Me parece cruel y horrible eso.
-A lo mejor habría que vivir el paso del tiempo con más naturalidad, ¿no?
-Claro. Y eso no quiere decir que no te cuides para estar bien, ¿eh? Yo como sano, salgo a correr y entreno, pero no porque soy un metrosexual sino porque me gusta sentirme vital, con energía para trabajar y disfrutar de la vida.
Agradecemos a: Lacoste, New Balance, Infinit y Dorian Café.
Textos: JULIANA FERRINI