“Mi mamá quiere una pierna robot porque quiere correr una carrera conmigo”, escuchó decir a su hija Maitena (5), María Emilia Correa (26), la sanjuanina de sonrisa dulce y brillante cuyo pedido se viralizó en las redes.
María Emilia necesita una prótesis mecánica para poder llevar adelante una vida plena, la que de algún modo quedó entre paréntesis después de que le amputaran su pierna derecha tras la extracción de un tumor óseo que hizo metástasis.
Gracias a la difusión y a la empatía volcánica que logró su petición en Facebook, la Obra Social Provincia y el gobierno de San Juan se comprometieron a solventar la prótesis con la que se imagina desde hace dos años, cuando el especialista en rehabilitación se la recomendó por su estilo de vida activo y a su personalidad inquieta.
Es una pieza tecnológica sueca valuada en un millón y medio de pesos. “Voy a poder caminar sobre terrenos inestables, algo que con la otra prótesis no podía hacer, porque si pisaba mal me caía. O puedo acelerar el paso porque tiene sensores que se activan con el movimiento de mi cuerpo”, cuenta desde San Juan una tarde en la que, como todos los días, se levantó a las 6.30, dejó preparada sobre la cama la ropa para su hija y salió rumbo a la oficina, en pleno centro cívico de la ciudad.
A la mañana trabaja en la Delegación Fiscal de Salud Pública, y a la tarde vende budines. “Mis amigas me ceban mates mientras horneo, porque traslado las reuniones sociales a mi casa cuando me quedo hasta cualquier hora cocinando”.
María Emilia es madre soltera y a Martina la tuvo con quien fue su novio durante cinco años. Algunos días, su hija la acompaña a vender, y otros, al gimnasio, donde hace funcional y Pilates. También está aprendiendo guitarra y percusión. Le fascina la música, tanto que uno de sus sueños es poder bailar en una murga. Suele terminar el día agotada y con dolores musculares. Se inyecta un antinflamatorio cada dos por tres. "Es el precio de vivir", asegura.
La prótesis le posibilitaría seguir haciendo todo lo que hace, pero con menos desgaste físico y emocional. “Si fuera por mí estaría todo el día parada, porque odio sentarme. Me cuesta mucho estar quieta”.
Tenía once años cuando empezó a sentir cierto malestar en una de sus piernas. Su papá (su mamá murió cuando ella nació) no le dio excesiva importancia. Pero el dolor comenzó a volverse insoportable y empezó a renguear. Tras la consulta médica, la trasladaron de urgencia directo a Buenos Aires, al Hospital Garraham. Le hicieron estudios y una biopsia le diagnosticó un tumor óseo de unos 16 centímetros. Tenía que someterse a quimioterapia y a una operación en la pierna para extraerle el tumor y poder colocarle ocho clavos y un tutor externo para extender su propio hueso sano.
Se suponía que después de esa operación y de una larga y costosa rehabilitación, iba a poder caminar. La potente quimioterapia la dejó pelada y todo ese año se desplazó en silla de ruedas, con peluca y la pierna en alto. Faltaban algunos días para que le sacaran los clavos cuando un control arrojó un resultado desolador. Se había desarrollado metástasis en la rodilla y no había opción: había que amputar. Dos años después, a sus 13, el cáncer volvió: había hecho metástasis en los pulmones. Enfrentó otro tratamiento de quimioterapia y otra operación.
“Cuesta asumir que hay cosas que tengo ganas de hacer y no puedo. Todos los días es una lucha constante -confiesa- Pero hoy siento que por más que te falte una pierna o las dos, con la información y la tecnología que existe, podés hacer una vida normal. Cuando hablo con alguien que vive situaciones similares a las mías tomo conciencia de que no soy la única”.
-¿En qué sentís que te cambió todo lo que pasó?
-Valoro mucho las cosas sencillas y a la gente que tiene una buena actitud. Me volví ultracariñosa y soy muy cursi. Antes no era tan así, soy de esta manera desde que me enfermé. Y me conformo con poco.
-¿Te ves en pareja?
-Estoy bien así, con mi hija. El día de mañana me imagino con ella y otros hijos, pero no sé si me imagino con un hombre al lado. No sé si me seduce tanto la idea de una pareja. Por suerte, con mi familia tengo una hermosa relación.
-¿Qué significa la maternidad para vos?
-Sí, por eso estoy haciendo todo esto. Es un compromiso y también una preocupación. Antes de ser mamá tenía mis altibajos anímicos, pero desde que quedé embarazada, cambié totalmente. Ella me devolvió las ilusiones, los sueños y sobre todas las cosas, la fuerza para que todos los días me levante con energía. Si no la veo durante demasiado rato empiezo a sentirme desganada, como que me voy apagando; y en cuanto estamos juntas, me vuelven los sueños, las ilusiones, el espíritu. Martina me da alegría todos los días.
textos MARA DERNI fotos GENTILEZA María Emilia Correa