Siete años atrás, un soleado 20 de octubre en África, el príncipe Guillermo planeó la escena más romántica que una mujer pudiera recordar en toda su vida. No dejó nada librado al azar: quería que Kate Middleton, su novia y futura prometida, viviera un momento inolvidable. El segundo en la línea al trono de Inglaterra pidió la mano a su amor frente un solitario y paradisíaco lago junto al Monte Kenia.
En una cajita azul llevaba el anillo de compromiso que había pertenecido a su madre, Lady Diana. Kate, emocionada, contó algunos detalles de ese compromiso a la luz de las velas: "Lamentablemente no encontramos peces, pero pasamos un rato divertido intentándolo. Me encantaron los cálidos fuegos y la luz de las velas… ¡Fue tan romántico! Espero regresar pronto".
El compromiso se anunció oficialmente el 16 de noviembre de 2010, y el 29 de abril del año siguiente el enlace real entre la Duquesa de Cambrigde Kate Middleton y William dio la vuelta al mundo. El foco de la prensa estaba centrado en esta gran ceremonia que paralizó a Inglaterra.
Fue inolvidable la imagen de Kate ingresando a la Abadía de Westminster enfundada en un imponente diseño de la creadora Sarah Burton para Alexander McQueen. Un diseño crepe de seda, escote en v, mangas largas en encaje y una suntuosa cola de 2 metros, una pieza clásica digna de una princesa de hadas.
El su mano izquierda llevaba su el anillo de compromiso, un espectacular zafiro de 18 kilates en color azul intenso, rodeado por 14 pequeños diamantes, valuado en 500.000 dólares. Una pieza que además guardaba un valor sentimental trascendente para William.
Más allá de poseer belleza hipnótica la pieza guarda una tres décadas tradición. El padre de Guillermo, el príncipe Carlos, se lo había entregado en febrero de 1981 al comprometerse con Lady Di.
"Mi madre fue muy especial para mí y Kate es muy especial para mí, le entregué el anillo de mi madre porque de esa manera me aseguraba que ella estuviera con nosotros en un momento tan especial como ese, junto a la emoción de saber que pasaríamos el resto de nuestros días juntos”, contó el Duque al medio inglés.
Este modelo bautizada en 1981 como "princesa Diana" y es admirado por miles de mujeres y es replicado y comercializado alrededor del planeta con precios que oscilan entre los 30 a 10,000 dólares.