Soy judía y poco creyente, sin embargo, acepté escribir esta columna navideña. ¡Shhh!, no me buchoneen por favor, la Navidad me encanta. ¿A quién no? Con sus vidrieras, colores y brillos, la musiquita tintineante que te persigue hasta en las góndolas del súper y la tele que replica las mil películas de amor, milagros y esperanza.
Seamos sinceros, no existe una fiesta más hermosa. Algo que tiene una magia especial es que la Navidad no sólo llega, se anticipa. Arranca diciembre y al clásico “Hola, ¿qué hacés?” se le agrega “¿para las fiestas?” Es que algo tenés que hacer, cuanto menos comer rico y juntarte con algún ser querido. Este año la primera en anticiparme la fecha fue Valeria, una mamá del colegio de mi hijo menor. Ella participa en una asociación que se llama Uniendo Mundos (http://uniendomundos.com.ar), donde apadrinan a cuatro escuelas del Chaco con carencias inmensas. A principios de noviembre nos pidió armar cajas navideñas con comestibles y regalitos para una familia que nos sería asignada. Entre varias complicaciones y corridas cotidianas, me llegó el recordatorio para entregar la caja. Me cayó tan de sorpresa como cuando me encuentro un billete de cien en un pantalón; lo primero que pensé fue: ¿cuándo corno me ocupo de esto? Pero enseguida recapitulé y agradecí que hubiera alguien que promoviera estas acciones. Las que le dan otro sentido al festejo. Entonces, me animo a sugerir, ¿qué tal si esta Navidad impulsamos algo de fe? No se confundan, no me refiero a creencias religiosas, ni siquiera a los rituales. Pienso en la creencia más profunda y compleja, la de creer en las personas. Apostar a que algo se puede mejorar esta rueda loca e individualista y mirar un poco más allá de nuestro dedo gordo.
Hay quichicientas causas con las que se puede colaborar: desde fundaciones que colectan y reparan juguetes hasta las que hacen recorridas por calles y hospitales. También podemos comprar regalos de fin de año para asociaciones u organizaciones. Hace poco tuve la suerte de conocer la organización Red de Activos (http://redactivos.org.ar), que genera trabajo para personas con discapacidad y ofrece productos y servicios desarrollados por ellos en talleres protegidos. Además de ser una salida laboral para un grupo de personas a las que no se les suele dar mucha chance, les aseguro que el nivel de diseño es excelente.
Ya que asimilamos la Navidad con un Papá Noel abrigado hasta la deshidratación, podemos imponer el espíritu solidario del que tanto nos jactamos por estos lares. No hace falta tener la bondad infinita de Juan Carr, pero algo podemos aportar. Así le damos un toque más profundo a la Navidad, además del verde, brillante y con moños. Después, si nos entusiasmamos, le agregamos el mismo espíritu al Día del Perdón, el de la Pachamama y algún festejo budista... Que para ser una sociedad un poquito más amable, todas las fechas pueden sumar.
Texto: MARIANA WESCHLER (Facebook.com/marianaweschler)