A los 61 años murió la cantante de Roxette, el dúo sueco que se convirtió en un fenómeno de ventas de discos en los años ochenta. Marie Fredriksson venía batallando contra el cáncer desde el año 2002.
Su voz, sus canciones y su pelo (rapado y rubio platinado) marcaron a la generación de los 80. Marie Fredriksson era "la chica" de Roxette, el dúo sueco de música pop, que junto a Per Gessle se convirtieron en el éxito musical del momento. Entre 1986 y 2001, Roxette fue uno de los grupos de moda. Con canciones como Spending My Time (Un día sin ti, en España), Joyride, The Look o How Do You Do!, los suecos rompieron todos los records. La noticia de su muerte fue un sacudón para fuimos testigos de aquel fenómeno.
Imposible no recordar la letra de It Must Have Been Love, el tema central de la película Mujer Bonita o Spending My Time, por nombrar solo algunos de los temas que se convirtieron en hits. Pero la historia de estrellato se empaña con la de superación y lucha que tuvo que atravesar Marie Fredricksson.
En la casa de Marie se tocaba el piano o la guitarra y antes de cumplir los diez años ya había formado su primera banda, Renat, inspirada en Los Beatles. Pero en aquella época le tocó vivir uno de sus peores duelos: el de su hermana mayor, Anna Lisa, de 20 años, que murió en un accidente de auto.
A Per Gessle lo conoció cuando ella trabajaba ocasionalmente como corista de la banda Gyllene Tider y dieron vida al dúo Roxette. Después vino el éxito y la fama. Pero repentinamente el 11 de septiembre de 2002, se cayó en el suelo de su casa y le dieron el peor diagnóstico: tumor cerebral.
Su marido y padre de sus dos hijos, Mikael Bolyos, fue el mejor apoyo en aquella época oscura. Nunca la dejó sola. La acompañó en la batalla contra el cáncer. Ella perdió el habla e incluso la memoria y los movimientos; pero ahí estaba él alentándola. “Tuve que empezar desde cero”, relató ella en sus memorias (que se publicaron el año pasado y son un éxito de ventas) “volver a aprenderlo todo: leer, escribir, tocar la guitarra y amar”.
En sus memorias cuenta cómo las personas se le fueron alejando porque no sabían cómo tratarla ni entendían sus malos humores. Empezó a hincharse como consecuencia de la medicación y no la reconocían. Pero la peleó y la vida le dio una segunda oportunidad. Ella se aferró a eso y en 2011 volvió a subir al escenario para revivir a Roxette. Pero su voz se volvió cada vez más grave y comenzó a cantar sentada desde una silla. Era el año 2016 cuando se despedía de Roxette y la vida ya no sería la misma. Era el principio del fin.