De los exclusivos desfiles de Coco Chanel a los magníficos shows VIP en Grand Palais, los tiempos cambian y las maneras de trabajar en el mundo fashion también. “Antes, la única forma que tenía la industria de mostrar su trabajo eran los desfiles. Todos querían apuntarse ahí. ¡Era la única manera de vender las colecciones! –describe Marité Rizzo, nuestra editora de moda–.
Pero hoy las formas cambiaron y también la mentalidad de los diseñadores y consumidores. Si antes esperabas el próximo invierno para comprarte algo, ahora todo es ‘see now, buy now’ y las nuevas generaciones están acostumbradas a comprar, usar y descartar casi de inmediato. Ya no existe la idea de invertir en un buen tapado o un par de botas para que duren”. Tamaña vorágine generó la tensión entre diseñadores top del mundo, cada vez más presionados por los tiempos y el ritmo con el que se trabaja.
¿Y las modelos? “Si una modelo quiere crecer tiene que estar atenta a las redes sociales porque ya no la van a juzgar como una percha sino como una base donde construir una colección entera –asegura Emiliano Mocchiutti, de la agencia de modelos Look1–. Para trascender debe convertirse en un personaje con voz y tener una cierta cantidad de seguidores que permitan que su personalidad se vea. Hoy lo que vale es la identidad y lo que eso te provoca. Se espera que la modelo venga con un cuento”. Ese es el nuevo relato.
“Cuando yo trabajaba, las modelos éramos sólo una percha, nadie te preguntaba si tenías problema en usar pieles, tenías frío o eras feminista. Eso cambió –detalla Lorena Ceriscioli, exmodelo y creadora de la agencia LO Management–. Hoy las chicas muestran lo que piensan y qué causas apoyan”.
Que la modelo sea un lienzo en blanco ya pasó de moda y lo que comunica importa. Así, Instagram se convirtió en una suerte de “nuevo book” para ellas. Ya no se trata de ir con las fotos bajo el brazo a tocar puertas. “Hoy el cliente elige vía el link de la web, recibe toda la info por mail o le mandás el book online”, detalla Mocchiutti.
Lejos quedaron los días en que la máxima era que “te descubriera” Pancho Dotto. “Yo buscaba una modelo para cada marca –recuerda el legendario manager–. Iba a ver a cada cliente, book en mano. Era un trabajo más artesanal que tomaba todo un tiempo y scoutings por todo el país”.
Eran tiempos en que el mercado local miraba de reojo hacia afuera. “¿Querían una Stephanie Seymour? Les traía a Daniela Urzi. ¿Una Claudia Schiffer? Valeria Mazza. ¿Cindy Crawford? Así presenté a Yésica Toscanini (y llegó a hacer Sports Illustrated). Y Flor Salvioni era nuestra Kate Moss”, cuenta Pancho. “Antes, estar en una agencia era ‘me miró’, ‘me eligió’. Hoy las modelos y las agencias somos una sociedad”, apunta Ceriscioli.
MÁS QUE UNA CARA BONITA. Hoy la belleza es relativa. “Ahí entra en juego el trabajo del director creativo de una agencia que evalúa y le diseña el look a la modelo en función de sus condiciones y de la necesidad del mercado. ¿Necesitan pelirrojas y da? ¡Va pelirroja!”, describe Josefina Laurent, estilista y cofundadora de Laboratorio Moda.
Es que en los últimos tiempos la estética que pide el mercado también dio un giro. Porque “chicas lindas” hay muchas, pero hoy se busca algo más. “Se apunta hacia las que son un poco más exóticas. Años atrás ni te imaginabas tener a una modelo con pecas, brackets o rosácea en la piel. Hoy se abre el juego a las asiáticas, a las africanas y a las árabes, porque además son mercados enormes”, describe Laurent.
Y destaca que la atención es globalizada y la industria, determinante. “La moda pide cada vez más compromiso y está muy atenta a las redes, un vehículo comunicacional. Así lo entendieron en Viktor and Rolf y crearon una colección llena de leyendas, una necesidad social. La moda tiene que hacerse cargo de las cosas que pasan y hoy no podés estar desinformada. Todo se sabe, no hay copia ni similitudes en diseño que valgan, aún cuando tanta información inmediata también sea un riesgo porque no te da tiempo de decantarla”.
¿Modelos eran las de antes? “Hoy se buscan más influencers, sí, pero para una nota de moda la imagen de la modelo todavía pesa porque a partir del 1,73 m la ropa calza de otra manera“, detalla Marité Rizzo mientras organiza los percheros de su próxima producción. “Para desfiles se mantiene un mínimo de 1,76 m, salvo que seas una celebritie –coincide Laurent–.
En Milán, por ejemplo, están con el centímetro en mano para ver cómo estás. Porque preocupa el tema de la anorexia y se la combate. Muchas se pasaron de vuelta, aunque se siguen necesitando cuerpos altos y estilizados para comunicar las colecciones”.
METAMORFOSIS DIGITAL Ya no hay más fotos con rollos, diapositivas ni revelados. La era digital hace que los fotógrafos hagan equipo y se potencien con el retoque. “Gracias a eso hoy podés fallar y tener una red de seguridad. Antes medías la luz con el fotómetro y los resultados no los sabías hasta que volvía revelado”, recuerda Rizzo.
“Es bueno porque te permite jugar y crear un editorial de moda más completo“, declara el fotógrafo de moda Fernando Venegas. Por qué triunfan (las que triunfan).
Modelos argentinas exitosas siempre hubo y se destacaron en todo el mundo. Martina Klein, Inés Rivero, Yamila Díaz Rahi abrieron camino, pero pocos se dieron por enterados de sus logros. “¡Y eso que Inés Rivero fue nombrada la mejor modelo de Europa!”, advierte Dotto. Sin Internet, streaming ni transmisiones en vivo, ojos que no ven, corazón que no siente. Hoy son Manu Miloqui, Anahí, Agostina Otero, Rocío Marconi y Mica Argañaraz las que marcan el paso. Las argentinas afuera gustan, pero los que saben coinciden en que no se trata de un mega boom: “Mica tuvo como madrina a Miuccia Prada. Lo que ella quiere, los demás lo quieren”, declara Emiliano. “
Hay un poco de esnobismo. Si Prada dice que tal modelo –Mica– va a ser el look one de su desfile, los que vienen atrás quieren lo mismo”, coincide Laurent.
Y Lorena Ceriscioli pasa la receta: “Lo de Mica es un caso aislado. Sabe lo que quiere y está enfocada en eso. No existen días calendario ni husos horarios, está todo el tiempo bookeada. La mayoría de las modelos tiene la cabeza puesta acá, pero la realidad es que si querés hacer carrera internacional tenés que irte sabiendo que si triunfás no volvés, porque Argentina está muy lejos del mercado. Mica lo sabe y por eso vive en París”, explica.
Ceriscioli compara sus tiempos de modelo, cuando no existía WhatsApp y extrañar era parte de la rutina, con los de hoy. “No podías hablar con tu mamá por un mes. Con suerte recibía un fax larguísimo.
Hoy las chicas pueden decir ‘Mami, me voy al casting de Gucci’ o contactarnos cuando quieren”. Argentinas que triunfan, pero ¿aguantan? “Son lindas y talentosas, pero extrañan y no son como las europeas que se la pueden pasar viajando. Ser modelo full time es un sacrificio muy grande”, señala Maira de Paula, head booker de The Syndical, una de las nuevas agencias del mercado, que cuenta con chicas europeas y americanas que viajan y no están a tiempo completo en un solo lugar.
Hoy las ves, mañana ya no. Pero aman trabajar en Argentina. “Es que es un mercado muy creativo y artístico. Aquí las chicas ganan experiencia y desarrollan material para luego volver a Europa”, comenta Maira. Porque todos los caminos conducen a una moda global.
textos PAULA IKEDA
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