Un centro de salud con impronta de hotel all inclusive y exclusivo para turistas. Así es La Pradera, el centro de salud ubicado en el oeste de La Habana que brinda tratamientos médicos a personas de cualquier país, aquejados de distintas patologías. En el mundo y en especial en la Argentina, cobró notoriedad porque allí Diego Maradona se instaló para rehabilitarse de su adicción a las drogas.
Es un resort con cualidades de centro médico o un hospital cinco estrellas all inclusive. Y el máximo referente de la industria de turismo médico en Cuba. Un lujo exclusivo para extranjeros que pagan por tener un tratamiento personalizado con los médicos más prestigiosos de la isla.
Además de Diego Maradona, alguna vez también Hugo Chávez hizo ejercicios en el enorme gimnasio con aparatos de alta gama de La Pradera.
El tratamiento por día en La Pradera, por ejemplo, parte de los 150 dólares. Y el enfoque es multidisciplinario. Cuenta con un moderno centro de medicina física y rehabilitación, que desarrolla programas de recuperación ante enfermedades neurológicas, ortopédicas, cardiovasculares, respiratorias, logopédicas, de foniatría y audiología. Se caracterizan por actividades intensivas, sistemáticas e integrales. También ofrece paquetes para pacientes oncológicos, la recuperación en el implante coclear y hemodiálisis.
Entre otros planes, están los de control de peso; de atención a la mujer en edad peri menopáusica, de osteoporosis, diabetes, hipertensión arterial, riesgo de intoxicación por cobre, plomo o sílice y de calidad de vida para personas de la tercera edad. A ello se incluye los pedidos de chequeos médicos y terapias anti-estrés.
La Pradera fue inaugurada por Fidel Castro Ruz el 1 de noviembre de 1996 y está en medio de un entorno rodeado de naturaleza. La arquitectura se asemeja más a un hotel que a un hospital. El paciente se encuentra en un ambiente agradable, acompañado las 24 horas del día.
Las instalaciones incluyen otros servicios complementarios como cosmetología, peluquería, masajes y chequeos médicos generales.
Los días de Maradona en Cuba
Ernesto Cherquis Bialo fue el biógrafo, junto a Daniel Arcucci, del libro Yo soy el Diego de la Gente (Planeta), y para escribirlo viajó en dos oportunidades a Cuba y convivió con Maradona en La Pradera. La primera vez fue en febrero de 2000 tras aquella internación en Punta del Este el 4 de enero de ese mismo año.
"Recuerdo a La Pradera de entonces como un lugar extendido, silencioso, alejado como una media hora del centro de La Habana con el hospital a la entrada y unos cincuenta chalets a lo largo del predio. Algo similar al trazado de un country pero con los frentes vetustos de pintura avenjentada y los jardines sin el color de las flores cuidadas", así describió el periodista a La Pradera en una nota de Infobae.
Contaba que en la casa donde estaba Maradona "flameaba la bandera argentina". Y describió al lugar como "un espacio leve y austero en un living elemental con silloncitos de mimbre".
"Guillermo Coppola se alojaba en la casa contigua, a unos 30 metros, fácilmente comunicada", contaba en la misma nota Chequis Bialo.
"En la puerta de La Pradera había dos vehículos estacionados: una ambulancia marca Skoda y una de las dos limusinas negras Mercedes Benz que transitaban por Cuba –la otra era la de Fidel– a disposición de Diego. El chofer se llamaba Alfred y le decían Guaro. La enfermera (Marita) permanecía desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche, tenía un médico de guardia exclusivo durante las 24 hs, un kinesiólogo, un fisiatra, un masajista, un cocinero, dos mozos que estudiaban medicina y dos mucamas", describe el periodista.
Y agrega: "Le acondicionaron una canchita para fútbol tenis cerca de la entrada y le emplazaron otra para jugar un 6 contra 6 hacia el fondo, a unos 70 metros. También le colocaron una antena parabólica satelital para que pudiese ver todo cuanto ocurriese en cualquier parte del mundo y dos televisores: un Samsung de 21 pulgadas y otro Sony exclusivo para ver los canales argentinos".
El último deseo de Diego era regresar a Cuba. Había planes de llevarlo nuevamente a La Pradera para recuperarse. Iría con una de sus hijas mayores y Dieguito Fernando... Pero no pudo ser.