Las plantas han sido utilizadas para todo tipo de fines desde hace miles de años. El hombre, a lo largo de su evolución, ha realizado un ensayo continuo de prueba y error y así pudo conocer cuáles son comestibles, cuáles son curativas y cuáles son venenosas.
Es un hecho que la mayoría de los medicamentos empleados actualmente proviene de las plantas medicinales, como es el caso de la aspirina (del sauce) o la morfina (de una resina de la planta Papaver somniferum o amapola real). En el mundo, existen 250 mil especies vegetales distintas, de las cuales 25 mil se consideran “medicinales”.
Si bien su uso ha disminuido considerablemente durante las últimas décadas, hoy han vuelto a ser usadas como remedios caseros y es aquí en donde se registra la mayoría de los casos de intoxicación.
Su empleo no debe realizarse sin un adecuado conocimiento, ya sea en cuanto a su forma de preparación, concentración, dosis, posibles complicaciones, tiempo de utilización e indicaciones.
Las plantas tóxicas más frecuentes y peligrosas utilizadas como remedios caseros son:
El alcanfor, que se emplea para los resfríos, aunque en el imaginario popular ha sido utilizado como afrodisíaco, abortivo, anticonceptivo y en apósitos para eliminar microorganismos y combatir el prurito. Estimula el sistema nervioso central y atraviesa placenta. La ingestión de productos que contengan 1-2 gramos en adultos o más de 30 mg/kg en niños, producen toxicidad. La muerte en niños pequeños puede ocurrir con la ingestión de solo 5 ml de aceite alcanforado (1 gramo de alcanfor). La FDA estableció que la concentración de alcanfor en un medicamento no debe superar el 11 por ciento. El modo más frecuente de intoxicación es a través de la vía digestiva y puede provocar manifestaciones en el nivel cerebral, con convulsiones, confusión, agitación, delirio, e irritabilidad.
El anís estrellado se usa como antiespasmódico (para los gases del bebe) y en infusiones para niños. Su principal toxicidad es en el nivel del sistema nervioso central, en donde provoca una acción estimulante y excitante con probabilidad de convulsiones, temblor y excitación psicomotriz, seguido de depresión.
El boldo, en tanto, es una de más frecuentemente consumidas como infusión, junto con la Camellia sinensis (el té) y la manzanilla. En las dosis habituales, no es tóxica, pero en preparados magistrales y administrado con fines digestivos y coleréticos (sacar los cólicos) en grandes cantidades a niños pequeños puede inducir a vómitos y diarrea, mientras que, en dosis muy altas, convulsiones.
La borraja se destina para estimular la sudoración y “eliminar toxinas” en catarros de vía aérea superior, pero, en exceso, puede provocar metahemoglobinemia, es decir, la oxidación de la hemoglobina -proteína responsable de transportar oxígeno a través de los glóbulos rojos- y afectar su transporte y disminución del oxígeno en tejidos, razón por la cual adquieren un color azulado característico. Este trastorno puede ser grave y conducir a lesiones irreversibles si no se administra un antídoto a tiempo.
El eucalipto se consume en presencia de cuadros inflamatorios de la vía aérea superior como bronquitis y rinitis. Su uso más frecuente es por inhalaciones al mezclar hojas de eucalipto, sal y agua caliente. El ingreso al organismo suele ser a través del vapor. Incluso, se indica como broncodilatador y mucolítico, pero en forma inhalada puede producir broncorrea, broncoespasmo, hemólisis, convulsiones y metahemoglobinemia.
En tanto, las hojas y los frutos del payco se empleancomo antiparasitarios y digestivos. Los síntomas de intoxicación son náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal, depresión, convulsión, delirio y coma. La insuficiencia cardiaca, hepática y renal es frecuente en altas dosis.
La famosa valeriana se consume con fines sedantes, pero, en caso de sobre-ingesta, puede provocar depresión del sensorio.
El hipérico (Hipericum perforatum), también conocido como hierba de San Juan, es oriundo de Europa, Asia y África del Norte, aunque en la actualidad se encuentra en todo el mundo. Se utiliza como antidepresivo en adultos, pero en dosis elevadas puede provocar fotosensibilidad e inflamación hepática.
Asesoró: Dr. Francisco Dadic, médico toxicólogo, Hospital Durand y Sanatorio Las Lomas, director de Toxicología Hoy.