#AmorEs: Sentían que el trabajo y el estudio no les dejaba tiempo para una pareja, pero el destino les jugó una sorpresa, los cruzó en una app de citas y nunca más se separaron - Revista Para Ti
 

#AmorEs: Sentían que el trabajo y el estudio no les dejaba tiempo para una pareja, pero el destino les jugó una sorpresa, los cruzó en una app de citas y nunca más se separaron

Una nueva entrega de nuestra sección donde compartimos historias de amor verdaderas, con personas reales como protagonistas. Esta es actual y nació en las calles de Buenos Aires, cuando el día menos pensado dos jóvenes se conocieron y nunca más se separaron.

La historia de amor de Manuel Adaro y Abraham Lucena es de esas que nos enseñan que, cuando las cosas tienen que ser, son. Suceden. Porque cuando dos almas vibran en una misma sintonía, al Universo no le queda otra que allanar el camino, de alguna manera. En este caso, fue una aplicación de citas.

Manu estaba a full con su trabajo y sus estudios. Hacía 5 años que había dejado su Mendoza natal para instalarse en la Ciudad de Buenos Aires y no tenía planes de estar en pareja: "no tengo tiempo", le había comentado a sus amigos poco antes de que la vida lo sorprendiera.

Abru hacía 7 años que había llegado desde Venezuela, dejando atrás a su familia y a su terruño. Vino en busca de la esperanza y de un porvenir, dejando un pedacito de su corazón a miles de kilómetros de distancia pero con la fuerza suficiente para buscar su destino.

Como buenos millennials, ambos se entretenían conociendo gente a través de las apps de moda. Y un día, se cruzaron virtualmente. En la primera charla se dieron cuenta de que tenían cosas en común, por lo que intercambiaron sus cuentas de Instagram (esto significa dar un paso más en su jerga).

Abru y Manu.

Siguieron "hablando" y surgió una cita, un domingo. Pero Manu había tenido una semana de trabajo muy intensa y la canceló. Pero lo hizo sabiendo que tenía una cuenta pendiente: darse la oportunidad de ver en persona a Abru. No obstante, lo ghosteó (significa que no le habló, seguimos con la sintonía milennial) durante un mes. Hasta que volvió a escribirle y pudieron encontrarse. El flechazo que los invadió hizo que Manu y Abru se convirtieran en "Mabru".

El amor había llegado a sus vidas para cambiarles los planes. El tiempo que no existía, apareció de repente y se transformó en horas de películas, paseos por los museos de Buenos Aires y en recitales: lo que cada uno amaba y disfrutaba por su lado comenzó a hacerse de a dos.

La intuición hizo que ambos se dieran la oportunidad de recorrer la vida juntos y de disfrutarla formando parte de una pareja donde la confianza y la libertad de ser son los pilares. Ambos aprendieron que el amor podía ser así, sano, genuino. Que podía implicar compartir una profesión (los dos trabajan en la producción audiovisual) y contar, a la vez, con la mirada enriquecedora del otro.

La relación para Manu significó, entre otras cosas, convivir con su primer amor. Para Abru, además, adoptar una nueva familia (la de Manu) que lo envolvió con un lazo, invisible y resistente, que no le permitió más sentirse solo. Ni una Navidad, ni un cumpleaños. Nunca más.

Abru en palabras de Manu, es "generoso, amable, empático, buena persona, está ahí para mí", mientras que Manu en la voz de Abru es "un tierno. Atento. Alegre y enérgico. Entusiasta y muy alentador. Es confianza a plena. Es un compañero de aventuras. Y cómplice en amor infinito".

"Mabru"... se dicen millennials por su juventud pero al hablar de amor parecen dos almas añejas que cargan varias vidas sobre sus hombros, porque parecen haberlo entendido todo.

Nota: Si querés contar tu historia de amor, o aquella que marcó tu vida, podés hacerlo escribiendo a [email protected].

Más información en parati.com.ar

 

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