Cuando un ser querido nos deja, cuando esa persona a la que estábamos acostumbradas a tratar se va de nuestra vida para entrar en otro plano, entran en juego toda una serie de factores que nos impiden llevar a cabo este paso obligado de la vida a la muerte en serenidad y aceptación.
De entrada, la muerte es el gran tabú de nuestra sociedad. Se puede hablar de cualquier barbaridad a la hora de la comida, en las noticias, cualquier crimen; pero hay un tema del que no se habla, o no se hace con propiedad. Cuando algún ser pasa al otro lado, la sensación de pérdida para los que se quedaron es enorme, sobre todo por la falta de información de qué es lo que pasa cuando alguien muere.
Sólo un "Hasta luego"
Desde la visión del Método Amaranta -y siempre respetando todas las demás creencias- el alma no desaparece con la muerte sino que sigue adelante en su proceso de reencarnaciones; por lo tanto la muerte no es una despedida sino un “hasta luego” temporal, puesto que las almas se suelen encarnar en los mismos lugares o bien se atraen para encontrarse, para poder liberar karmas y resolver lo que les quede pendiente.
Es por esto que “reconocemos” muchas veces a las personas cuando las encontramos por vez primera o nos recuerdan a alguien o nos suenan de algo…
Partiendo de esta base, podremos enfrentar mejor las distintas emociones negativas que se manifiestan en un duelo. Voy a dar una pequeña guía de como contrastar estas energías, resolverlas y superarlas.
Emociones con las que hay que trabajar
Se puede acudir a un terapeuta del método Amaranta para que ayude en estos procesos.
Éstas emociones son:
- El miedo a la muerte: se supera con aceptación y fe de los procesos de la vida y del alma. Con el entendimiento de que la muerte es la única certeza y ha sido decidida por el alma desde el nacimiento, sin que ningún ser pueda o deba alterar dicha decisión, que comporta razones que sólo el alma entiende.
- El dolor por la pérdida: se manifiesta desde la tristeza, vinculada a la desconexión del ser. Se resuelve desde la reconexión natural del vínculo que realmente existe entre las almas: la unión de corazones. Se respira conectando de corazón con esa persona, para entender que la unión interior estará siempre y que esa persona, siempre vivirá en tu corazón.
- La culpa por algo que no resolvimos con la persona que se fue. Hay que hacer un ejercicio de auto-perdón por cualquier cosa que no hayamos resuelto, cualquier agravio, cualquier daño, etc. y, conectando de corazón con esa persona, entender que nos perdona y que podemos perdonar y perdonarnos. Esto es fundamental, para que el alma pueda seguir su camino y para que se liberen los karmas de deuda o crédito que quedaron por resolver.
- La rabia, que es lo que tapa la tristeza y la culpa y se muestra como desahogo o enojo real hacia el que se fue o hacia los que se quedaron. Esta es la emoción que provoca los desacuerdos, los problemas de herencias, los conflictos entre hermanos y familiares. Ahí es donde se muestran las heridas no resueltas de la niña o el niño interior. Ahí es donde hay que entender de dónde viene el conflicto que ese duelo manifestó y sanarlo de raíz. La solución siempre es el perdón y la compasión. Pues todas somos humanas y todos cometemos errores.
- Las palabras no dichas: es decir, todo lo que no le dijimos a la persona que se fue, todos los sentimientos que no expresamos. Es fundamental hacerlo: escribir una carta; hablarle en alta voz pues es muy posible que pueda escucharte; sacar esas palabras y emociones del pecho, en la manera que se elija, porque si no se liberan esas emociones podrían ocasionar enfermedades graves.
La palabra es aceptación
Vivir la pérdida de un ser querido es algo intenso e inevitable, con lo que nos tenemos que enfrentar más a menudo de lo que quisiéramos. Nos dejará sin duda una enseñanza, que tendremos que entender e integrar. Y su ser nos acompañará y estará presente durante un tiempo, antes de su próxima encarnación, pero dejémosle ir, pues su camino sigue y el nuestro también. Y seguramente volveremos a encontrarnos…
La palabra clave es aceptación. La aceptación incluye compasión, amor y perdón; conexión y entendimiento.
Aquí comparto algo del método para ayudar a procesar y superar estos procesos de una manera más serena. Espero que os sirva, pero eso no evitará las lágrimas, puesto que los lutos hay que llorarlos, para que se sanen esas heridas internas que no entendemos. ¡Pues el llanto es el agua que sana!
Autora de esta nota: Amaranta, www.metodoamaranta.com
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