Los momentos de crisis económica y social tienen impacto en todos los órdenes de la vida. Aunque el psiquismo hace ingentes esfuerzos para encarar el trauma con el menor costo posible, la sobrecarga de estrés se expresa en el cuerpo y en las emociones.
Frente a toda situación que amenaza la organización de la vida, el mundo interno se prepara para encararla o para huír de ella, son los dos mecanismos básicos de supervivencia.
La ansiedad aumenta y alimenta toda la sintomatología: irritabilidad, pensamientos catastróficos, impaciencia, sentimientos depresivos, insomnio, cansancio fácil, contracturas musculares, fallas en la concentración, en la memoria, es decir todo un conjunto de síntomas que pone en evidencia que el organismo humano y su organización interna están amenazados.
Qué hace el psiquismo para encarar la crisis
Existe siempre una tendencia innata a la supervivencia que tiene tantas variantes como personas existen. Sin embargo, esas variantes responden a las capacidades que cada uno de nosotros aprendió la largo de la vida. Es frecuente escuchar que las generaciones pasadas ya están "curtidas" por haber atravesado varias crisis, en cambio los más jóvenes se encuentran frente a situaciones nuevas que no saben cómo encarar.
Si tiempo atrás las personas encontraban en los grupos sociales y familiares formas de contención, hoy en día los jóvenes encuentran satisfacciones inmediatas en las redes sociales, no tanto para compartir sus preocupaciones, si no para observar tras las pantallas un mundo ilusorio que los desconecta de la realidad de cada día.
Y los adultos nos se quedan atrás en este recurso defensivo. Ellos también buscan en Instagram, Tik Tok, Facebook, la manera de expresar sus vivencias y pispear las ajenas para ver cómo hacen los demás para llevar sus vidas, incluso para pelarse con las opiniones o gustos ajenos.
Al psiquismo le resulta difícil negar la realidad actual porque es demasiado contundente como para reemplazarla por algo mejor. En cambio, puede proyectarla afuera: "Yo hago lo correcto, el problema son los otros". Con esta frase se justifican un sinnúmero de expresiones violentas con la convicción de que el otro tiene la culpa por provocarlas, por ser los causantes de transgredir el orden social, laboral, familiar, etc.
Ansiedad, ira, intolerancia, impaciencia o falta de control en la conducta alimentaria o el sexo
Otro mecanismo defensivo es la fantasía. Es decir, crear mi propia burbuja para protegerme del afuera hostil. La fantasía es un recurso válido cuando la usamos para modificar la realidad a conciencia y construir la propia con nuestros deseos y gustos. Gracias a la fantasía podemos imaginar diferentes alternativas e implementar modos de hacerlas realidad.
La fantasía nutre los proyectos (imaginamos cómo sería si los hacemos realidad); no obstante, se convierte en mecanismo defensivo cuando, a través de ella se construye una realidad paralela, ilusoria, dónde la crisis no pueda entrar. Las épocas de "vacas flacas" también permiten que salgan pulsiones que estaban contenidas o reprimidas.
Las personas se sienten más ansiosas, con menos control de sus reacciones, tanto la ira, como intolerancia, impaciencia, o falta de control en la conducta alimentaria o en el sexo. Se busca la satisfacción inmediata, se necesitan recompensas rápidas para calmar la sensación de vacío, de desesperanza.
Qué hacer: preguntarnos por qué a mi o tomar la experiencia como factor de superación
El gran desafío es cómo afrontamos las circunstancias que la vida nos depara, tanto las alegres como las tristes y aún las más extremas y graves. Sabemos que siempre van a suceder episodios de toda índole, sin embargo, muchas veces se encaran sin saber, como si fuera una respuesta condicionada frente a dicha situación (estímulo/respuesta).
A medida que rompamos con ese modelo, vamos a poder conocer por qué hacemos tal o cual cosa, por qué respondemos de esa u otra manera. En síntesis, conocernos más para saber con qué recursos contamos para encarar la vida.
Cuando uno se aleja de lo externo y pone la mirada en uno mismo, se abra un sinfín de posibilidades para encarar la vida desde un lugar más honesto. Por supuesto que uno puede decir: "si una persona no tiene para comer, ¿cómo va a pensar en sus capacidades para estar mejor?",
Desde la teoría se pueden decir muchas cosas que no concuerdan con la realidad, sin embargo, la capacidad para afrontar las circunstancias más extremas debe ser un factor de superación y no de dolor o conmiseración.
Creo que debemos aprender de las tormentas y no quedarnos en "por qué me tocó a mí". Todo es experiencia y a partir de estas se nutre la persona, no hay que negarlas o dejarlas de lado, menos que menos quedarnos con el lado triste e incapacitante.
Por el Dr. Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo.
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