Son tiempos difíciles y complejos, pero soslayando cualquier dificultad la gente se mueve por toda la Argentina con el anhelo de poner una pausa en las tareas habituales y sumarle un poco de paseo y disfrute antes de que finalice la temporada de verano.
Quizás porque los bolsillos están más vacíos o porque ya están cansados del sol y del mar, las grandes multitudes eligen los viajes familiares y de fines de semana para descansar. Es la nueva modalidad: el turismo de escapada, es decir irse por unos pocos días, pero los suficientes para desconectarse.
Así, dejando atrás los meses abrasadores de paseos por las playas, muchos prefieren la comarca del sistema serrano de Sierra de la Ventana que se extiende 160 km de largo y toma su nombre de la apertura en forma de ventana de una de ellas. No solamente su paisaje con elevaciones atrae a los visitantes, también las distintas poblaciones y villas que ofrecen actividades al aire libre y esa tentadora posibilidad de vivir la naturaleza de sus bellas montañas y sus pintorescos arroyos, donde se pueden practicar el turismo ecológico y de aventura.
Somos muchos los que hemos acumulado inolvidables experiencias en Sierra de la Ventana. Las caminatas, los paseos en bicicleta durante las tardes de verano donde pedaleábamos en silencio para no espantar a los pájaros, el reto de hacer una escalada hasta la famosa ventana y mirar el paisaje desde allí arriba, hacer una cabalgata en muchos de sus campos y ver las sierras desde otra perspectiva; los chapuzones y la pesca en el Arroyo Sauce Grande. La lista es larga y cada quien elegirá su preferida. Incluso, otras actividades se han ido sumando a través de los años como jugar al golf, pasear por el museo que está en la Estación de Tren, visitar el Grand Hotel o el Puente Negro, que recuerda las épocas de esplendor de esa zona.
Y así, entre nubes y montañas la sierra “se siente”. Se hace sentir cuando advertimos que mantiene costumbres como las de cualquier pequeño pueblito de la provincia de Buenos Aires. Los locales cierran después del mediodía, porque la siesta es sagrada, y abren pasadas las cinco de la tarde, donde se reanuda la actividad hasta altas horas de la noche.
En el transcurso de ese intervalo, el pueblo está quieto, dormido. Se trata de la soledad propia de una villa que espera al turista con calles de tierra, carente de algunas comodidades, limitada en cuanto a espectáculos culturales y una discreta vida nocturna, que transcurre en los patios y veredas de algunas cervecerías.
Todo tiene su encanto para los recién llegados. Se disfrutan sin apuro en cada uno de los días que pasan allí. Las juntadas son entre amigos, en casas de vecinos, muchos de ellos dueños de las propiedades que ocupan. A las reuniones se suman hijos y nietos, compartiendo con ellos esas amistades que se van afianzando a través de los días.
El paisaje de las sierras es sereno y algo áspero, con una belleza simple donde la tranquilidad lo es todo. Su aspecto gigante comienza a hacerse visible a medida que iniciamos el acceso a la comarca por el ondulado camino de curvas que deja ver los campos, arroyos, caballos y ovejas pastando.
Y así, van apareciendo los carteles que nos llevan a la zona céntrica de Sierra de la Ventana, cruzamos por uno de los puentes el cauce del Rio Sauce Grande hacia Coronel Suárez entrando a Villa Arcadia cuyo límite no está registrado en la vida de los pobladores que lo cruzan a diario para hacer sus rutinas.
Haciendo unos kilómetros más, se llega a Villa Ventana, un lugar abrigado por la paz, con un paseo de compras en el que los locales mantienen la madera que es característica de la zona, simpáticos duendes y grandes árboles. Muchas de estas localidades, tienen barrios en pleno desarrollo con lotes y casas nuevas.
Cuando las lluvias se presentan a tiempo en la región, los balnearios del cordón serrano Los Cisnes, El Dique (espacio municipal sobre el Arroyo Sauce Grande), Los Angelitos, Tres Álamos, La Hoya, San Bernardo llenan con agua cristalina los innumerables piletones y arroyos para disfrute del turista.
Como alternativa a las actividades a desarrollar en Sierra de la Ventana, surgió hace tiempo el turismo de estancias en la zona. Son haciendas privadas cuyos dueños en tiempos pasados se dedicaban a la cría de ovejas y en la actualidad han desarrollado y planificado diferentes actividades para brindarle al visitante.
Otra de las propuestas típicas de turismo rural, es visitar la quesería de la zona, donde se observan las instalaciones del tambo con sus animales, el proceso del queso y su degustación.
El fin de semana pasado nos recomendaron hacer el paseo de aromáticas visitando los cultivos de campos de lavanda ubicados a solamente 23 km de Sierra. Fue una explosión de colores y aromas. La floración comienza a mediados de noviembre y se cosechan a mediados de enero.
Puesto que las sierras de esta zona son aptas para escalar, es muy común ver a los grupos de senderistas, runners y amantes del trekking entrenando, o siguiendo los senderos entre una red de arroyos, pinos, álamos y olmos. Estos deportistas disfrutan los colores ocres, anaranjados y verdes mientras descienden desde la cima esperando que la próxima primavera traiga nuevamente la llegada de las golondrinas a Villa Ventana.
En esta época del año por el intenso calor, las subidas a los cerros son más espaciadas. Se nota la falta de lluvia, todo está muy seco. De esta manera no sólo pueden sorprender los zorros y liebres moviendo los pastizales, sino alguna serpiente venenosa que haya salido de su escondite buscando sitios más frescos y agua. Me comentaron que este año, muchos de los que escalan ya llevan en sus mochilas los sueros antiofídicos por prevención.
Los itinerarios que se realizan en las caminatas, pueden ser guiados o gratuitos, presentan diversas dificultades según se lleven a cabo en el Parque Provincial Ernesto Tornquist, el Cerro Bahía Blanca, La Garganta del Diablo, el Cerro Tres Picos, o el Cerro de la Ventana cuyo tramo es el más exigente. Un dato a tener en cuenta es que, en la cumbre de alguno de ellos, se puede acampar y safaris fotográficos.
Todo esto y más, es la comarca serrana. Por eso, para los que vivimos en grandes ciudades ha comenzado a ser una prioridad mejorar la calidad de vida alejándonos de a ratitos, del estrés y la rutina. Sin dudas, Sierra de la Ventana es una alternativa para lograrlo.
Ya finalizando el día y con el viento acariciando nuestro rostro, respiramos bien hondo para impregnarnos de la esencia de toda esa magnífica naturaleza y llevarnos un poco de sus aromas y silencios a la ciudad.