Así como el sol no precisa de nuestro consentimiento para asomar en cada amanecer, las hogueras de San Juan tampoco lo necesitan, regresan toda vez que tienen la oportunidad de ser protagonistas en las comunidades españolas durante el mes de junio.
Ha llegado el verano a Barcelona y los jóvenes se dirigen a las playas pertrechados para las verbenas de San Juan. Esta tradición, sumada al mar, la montaña, el arte, convierte a Barcelona no ya en una ciudad turística como tantas sino en uno de esos sitios que, cuando lo conoces, ya no quieres irte de allí. Su historia hace que sean muchas las “Barcelonas” que se pueden abordar.
Habiendo jóvenes, la diversión está asegurada. La proximidad de la noche se vive cada año con una intensidad variada en cuanto a expectativas y emociones. Y el fuego, verdadero protagonista, funde, al calor de sus llamas, la amistad de los que se congregan alrededor.
Como la fiesta se desarrolla por la noche, mucha gente se encuentra para cenar y festejar con su grupo familiar. Otros la celebran en calles y bares. Como dije, las playas son las elegidas por la juventud de las poblaciones costeras. Allí encienden hogueras sobre la arena y la inundan de algarabía, tragos, música y bocadillos.
Nosotros lo festejamos en Castelldefels, ciudad costera distante unos 25 km de Barcelona, más precisamente en un club de playa frente al mar. Los socios del club son familias jóvenes. Padres e hijos se unen para el festejo, colaboran con música y adornos sobre las mesas que despliegan desde temprano. Básicamente, comparten el regocijo del encuentro.
Con el paso del tiempo, la celebración de la Noche de San Juan se ha transformado en un festejo popular, mezcla de tradiciones paganas y cristianas.
En este sentido hay quienes conmemoran el nacimiento de San Juan Bautista, recordando cuando su padre Zacarías ordenó encender una hoguera para dar a conocer el nacimiento de su hijo.
Otros se remontan a las tradiciones paganas, en momentos en que se encendían hogueras para honrar al sol e intentar prolongar su luz y su energía, sobre todo cuando comenzaba a perder fuerza ante el avance de los días más cortos del año.
El resto, simplemente celebra el inicio de la estación veraniega; cada uno a su manera, con su impronta particular, en esa noche tan esperada.
A pesar de las diversas interpretaciones, todos comparten varios rituales durante la noche previa del 23 al 24 de junio: saltar sobre la hoguera (brinda protección); darse un baño en el mar entrando de espaldas (asegura salud para todo el año); lavarse la cara con agua de rocío (otorga salud y belleza); colgar hierbas aromáticas en las ventanas (supone una bendición); saltar siete olas a la medianoche, pidiendo un deseo y tomar de postre la tradicional coca de fruta confitada de San Juan, luego de la cena.
Barcelona inicia el verano con un acto en el Parlamento de Catalunya donde se aguarda la llegada de la llama de Canigó. Se trata de un fuego que se distribuye entre los representantes de cada barrio para encender las hogueras de la ciudad. Las fiestas nocturnas se desarrollan con música en las calles, petardos, fuegos artificiales, y convocan tanto a desconocidos como a vecinos, familiares y amigos.
Según la tradición, el fuego purifica a todos aquellos que lo contemplan, alejando los malos espíritus que rondan en la noche. Las celebraciones no culminan hasta el amanecer, cuando las llamas de las hogueras inician su descanso paulatino.
Bajo los cielos catalanes finaliza esta edición de la verbena del Bautista; quedan, sin embargo, anécdotas personales durmiendo en el interior de cada alma que participó de este evento en Barcelona.