Tuve el placer de vivir unos años en Valencia y descubrí que, en ese lugar del Mediterráneo, se mezcla el aroma de los naranjos en flor y la delicadeza de las pinturas de Sorolla en la Malvarrosa con el estruendo de los petardos en las Fallas, donde el fuego y la pólvora son parte de la alegría de los valencianos.
Estoy en Valencia, una ciudad de bocadillos, tapas y fuentes callejeras que permiten calmar la sed. De paellas, naranjos y pan con tomate. Una ciudad que alberga corridas de toros, pasea sus santos en las procesiones y festeja con bailes típicos en la Plaza de la Virgen. Una ciudad rica en cultura e historia.
Durante los años que pasé allí incorporé muchos de sus hábitos y costumbres sin juzgarlos, armando un cóctel mágico de aromas, ambiente marinero y mercadillos, sumado al contagioso espíritu festivo de sus tradicionales fiestas y celebraciones, donde se une lo religioso, lo profano, la música y el ingenio. Una ciudad medieval, artesana y comerciante repleta de cuentos y memorias que forman parte de su herencia cultural.
El pueblo valenciano ama las fiestas y la mayoría de sus celebraciones transcurren en las calles, escenario que permite la participación de toda la comunidad: vecinos, locales, extranjeros y turistas. Siempre hay algo que festejar en Valencia y los valencianos, sin dudas saben como hacerlo.
Una de las celebraciones más famosos de la ciudad, son las Fallas Valencianas, dedicada a San José, el patrón de los carpinteros. Se trata de una antigua tradición cuyo origen reside en una costumbre que tenían quienes se dedicaban a este oficio: durante el mes de marzo, una vez llegada la primavera, juntaban los trastos inservibles de sus talleres y los quemaban en las hogueras. Actualmente, se llena de colosales monumentos de cartón llamados ninots, colocados en determinadas esquinas de la ciudad, que son representaciones irónicas y burlescas de personajes y actitudes de la sociedad.
Durante dos días, los desfiles de falleras, comisiones y músicos hacen sus ofrendas a la Virgen de los Desamparados. Se acercan con sus ramos hasta la plaza, donde los espera una figura de la patrona hecha de madera, en la cual irán colocando las flores que terminarán confeccionando el precioso manto, cuyo diseño cambia todos los años.
La virgen es llamada cariñosamente "Geperudeta" que en valenciano significa jorobada, dado que la imagen está un poco inclinada hacia adelante. Su posición inicial era acostada, con su cabeza apoyada sobre una almohada para que los enfermos y desamparados, que eran atendidos por la cofradía del hospital pudieran verle la cara. Años después fue trasladada a su Basílica y, al sacarla de su lecho quedó mirando hacia abajo. Es por este motivo que los valencianos dicen que la Virgen siempre mira a sus fieles.
En las calles, pólvora y petardos durante todo el día. Esto sumado a las mascletás y exhibiciones pirotécnicas del Ayuntamiento, llegan a abrumar los fatigados oídos de los que no estamos acostumbrados a este tipo de fiesta tan ruidosa.
El día comienza muy temprano por la mañana con la "despertá", donde las comisiones falleras van tirando petardos por las calles para levantar a los vecinos y avisarle que ha iniciado el festejo. Luego, le sigue el desfile de magníficas y alegres bandas de música hasta pasado el mediodía, momento en el que se realiza una demostración realmente ensordecedora y estremecedora de pólvora con la Mascletá en la Plaza del Ayuntamiento.
En la Cridà bajo las Torres de Serranos, el alcalde junto a las falleras mayores y su corte de honor dan comienzo a las fallas con una gran exhibición de fuegos artificiales.
Recién a mediados de marzo se realiza la plantá , que esla colocación de los monumentos falleros en los sitios habilitados para ello, y la señal del inicio de la semana fallera. Llega el momento en el que el público puede apreciar el trabajo de los artistas materializado en los Ninots, esos grandes monumentos cuya creación está inspirada en la crítica social, la admiración o cualquier motivo que represente irónicamente a la sociedad.
Recuerdo haberme impresionado los días de las fogatas, cuando queman los ninots que no han sido salvados por la votación popular. Estas grandes figuras de cartón se encuentran plantadas en las esquinas o plazoletas, que suelen ser terrenos estrechos y lindantes con edificios vecinos, por lo que deben acudir carros de bomberos para empapar con sus mangueras las paredes de las viviendas y, así, evitar posibles incendios.
Solo se salva de las llamas el ninot ganador, que pasará a formar parte de la colección del Museo Fallero .
Una de esas noches de fiesta, me encontré recorriendo las antiguas murallas de la ciudad y fue allí donde descubrí el significado de la frase que tanto repetía mi abuela materna, originaria de Santander, cuando les decía a los nietos: "Estás en la Luna de Valencia". Se trata de un dicho que proviene de una Valencia amurallada que, cada día cerraba sus puertas con la puesta de sol cuando sonaban las campanas de la Catedral. De esta manera, los viajeros que llegaban más tarde no tenían otra alternativa que pasar la noche fuera de los muros, a la intemperie, ”en la luna de Valencia”. Esta frase ha permaneciendo en la cultura popular y es usada con aquellas personas rezagadas y distraídas.
Y como Valencia, además de sus fiestas, tiene tantas cosas para mostrar, en mi próximo artículo los llevaré a recorrer la Albufera -un magnífico humedal -, el Cauce del Río Turia, transformado en un parque que rodea la ciudad; la moderna Ciudad de las Artes y las Ciencias, la Lonja de la Seda- patrimonio de la humanidad-; el famoso Tribunal de las Aguas, uno de los más antiguos de Europa, que se encarga de resolver los conflictos derivados del uso del agua de riego entre los agricultores. También, les contaré sobre su paella, la fideuá, las porras y el chocolate tan característicos de esta tierra de aromas a naranjos en flor.
Como dicen los valencianos:“Qui no ha vist València, no ha vist res”. Quienes no han visto Valencia, no han visto nada.