¡Bienvenidos a nuestro viaje por Viena! Aquí todo esta impregnado de historia y encanto. Desde el primer momento, nos dejamos llevar por la herencia que la emperatriz Sissi ha dejado plasmada en cada sitio, disfrutando de un relajante paseo en calesa por las calles de la ciudad.
En toda Viena, las calesas y sus caballos son parte del paisaje urbano donde tienen varias paradas. Estos carruajes llamados "Fiakers", en la Viena Imperial fueron el principal medio de transporte utilizado por la aristocracia y la realeza. En la actualidad, son parte del encanto y la elegancia de la ciudad.
Relajarse, conversar, recuperar fuerzas, leer o dejarse ver. Independientemente del motivo que lleva a los vieneses a ir a las cafeterías, éstas son parte de su vida y cuanto más tiempo se pasa allí, mejor.
El aroma tentador del café nos cautivó y no pudimos resistir la tentación de probarlo junto a sus tradicionales tortas. Los dulces que se encuentran en los mostradores son verdaderamente especiales, ya que cada cafetería tiene delicias de elaboración propia con recetas secretas.
Existe una leyenda -sin evidencia histórica que la respalde- sobre la historia del café. Cuenta que los vieneses consiguieron, como botín de guerra, sacos con granos de café en el campamento otomano abandonado durante la retirada de los turcos. La bebida fue ganando popularidad gracias a un espía de la corte imperial, que tenia conocimiento de ella por sus viajes a Oriente Medio y abrió la primera cafetería, alrededor del año 1600.
Durante uno de nuestros paseos por las calles de Viena, las balanzas de diseño retro brindaron una nota pintoresca. Estas básculas públicas -conocidas como "Waagen"-, populares tanto entre los vieneses como entre los turistas, son utilizadas por quienes quieren controlar su peso mientras recorren la ciudad. Es una curiosa y llamativa manera de concienciar a las personas sobre la importancia del ejercicio físico y mantener un peso saludable.
También disfrutamos relajarnos en el parque Stadtpark, que nos brindó una pausa perfecta para recargar energías y continuar conociendo cada rincón de Viena, envueltos en melodías que llenaban el aire. Es el encanto de una ciudad de música clásica, ópera, museos y la cuna de grandes compositores como Wolfgang Amadeus Mozart y Johann Strauss.
Respecto a la ubicación de los barrios, la ciudad de Viena tiene varios distritos y el primero es el casco antiguo: el Innere Stades rodeado por una calle que cambia hasta nueve veces de nombre en su recorrido, la Wiener Ringstraße.
Dentro de este anillo, las tiendas y oficinas se codean con maravillosos palacios y edificios históricos como el de Schönbrunn, la catedral de San Esteban, la Iglesia de San Pedro, la casa de Mozart con su museo de instrumentos históricos, la Ópera nacional de Viena y el Palacio Imperial de Hofburg, actual residencia del presidente de Austria. En el interior de este complejo de edificios se encuentra la Escuela Española de equitación, la Capilla real, la Biblioteca Nacional Austríaca y el Museo de Sissi, la emperatriz.
Conocida como Isabel de Austria, Sissi fue una mujer de espíritu libre y culta, que desafiaba las restricciones de la vida en la corte, aunque su camino estuvo marcado por tragedias personales. Famosa por su elegancia, sus zapatos fueron parte importante de su imagen y estilo.
Una falsa creencia que se popularizó, tras el estreno de la película biográfica de 1955, es que solamente usaba sus zapatos por única vez y luego los regalaba.
Fuera del distrito 1 de la ciudad -el anillo de la Wiener Ringstraße-, pudimos visitar tres palacios que eran antiguas residencias de verano: el de Schonbrunn, de la familia imperial; el Belvedere, del príncipe Eugenio de Saboya, que alberga un museo de arte; y el Hofburg de los Habsburgo durante mas de 600 años.
También recorrimos La Noria o "Prater", que hoy en día es un parque de atracciones, y la Iglesia de San Carlos Borromeo, cuya construcción fue encargada por el emperador en agradecimiento a la promesa de oración cuando la peste negra abandonó la ciudad.
Fuera del anillo encontramos el mercado de Naschmarkt con coloridos puestos de flores y todo tipo de alimentos, y la casa de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis.
Mientras recorríamos el Parque Burggarten, entramos a un restaurante para comer algo al paso y, para nuestra sorpresa, resultó ser la Casa de las Mariposas -Schmetterlinghaus-. Se trata de una construcción de acero y vidrio que posee unas 500 mariposas de un centenar de especies exóticas, dentro de un pequeño ambiente boscoso que se desarrolla de forma natural.
Mas adelante, alejándonos un poco de la ciudad, rodeados de viñedos y naturaleza, visitamos los sótanos tradicionales austríacos conocidos como "Heuriger". Allí se sirven vinos locales y comida casera típica. Muchos de ellos son operados por pequeñas empresas familiares vinicultoras.
Y así, bajo estos cielos del mundo, nuestros pasos descubrieron muchos rincones donde cada lugar iba cobrando vida mientras los cascos de los caballos y carruajes resonaban en sus calles empedradas.