Me gustaría empezar esta columna haciéndote una pregunta: ¿te acordás cómo aprendías en el colegio? ¿O cómo te enseñaban en tu casa a hacer las diferentes tareas que te pedían cuando eras chico o chica? Nuestro sistema de aprendizaje, por lo menos el de Occidente tal como lo conocemos hasta hoy, se basa en un modelo lineal: partir de un lugar, recorrer un camino y llegar a un resultado.
¿Te suena estudiar de memoria para repetir respuestas que eran valoradas solo por repetirlas? Éramos premiados por repetir, nunca nos enseñaron a preguntar, a desafiar eso que nos enseñaban, a encontrar nuestras propias respuestas a partir de nuestras propias preguntas. ¿Te acordás poder expresar de verdad frente a todos que no sabías? Decir "no sé" era castigado.
Este fue un modelo que surgió a partir de la Revolución Industrial basado en la linealidad, en la conformidad, en el no cuestionar y en el que el resultado es más importante que el proceso.
Tomando las ideas de Sir Ken Robinson, ¿cómo sería pasar a un modelo basado en los principios de la agricultura? El florecer humano no es un proceso mecánico, es un proceso orgánico y lo que podés hacer es crear las condiciones para que eso suceda, a tu tiempo, a tu ritmo, siguiendo tu verdadero deseo. Crear un modelo en el que las personas puedan desarrollar sus propias soluciones, a partir de sus propios talentos.
Hoy los jóvenes se animan más a cuestionar el estándar de estudiar una carrera universitaria, recibirse y cumplir con los mandatos familiares y sociales. Celebro esa mayor libertad (y la mayor responsabilidad que trae).
¿Para qué te propongo reflexionar sobre esto? Para que puedas y podamos empezar a elegir aprender desde otro lugar. Y con otras preguntas, mucho más poderosas. ¿Quién soy? ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Qué valores me sostienen? ¿Cuál es mi pasión? ¿En dónde y cómo quiero trascender?
Empezar a sentir nuestras emociones y a registrar nuestro cuerpo en el proceso de aprender. ¿Cómo será hacerlo no solo a partir de la mente sino también a partir de lo que siento? Cuando empecé mi formación como coach ontológico mi viejo paradigma y mis viejas creencias – que no desaparecieron claro – me hicieron creer que con leer todos los libros que me proponían, responder todas las guías e informes y participar activamente en los encuentros, ciclos y prácticas era más que suficiente para certificar como coach porque iba a ser una buena alumna, aplicada, cumplidora, dando lo que “se esperaba que diera”, buscando agradar y presentando resultados.
La gran sorpresa que tuve fue que si bien eso era parte de la formación, mi gran aprendizaje iba a ser empezar a conocerme y a encontrar en mí ese Ser que todavía no se animaba a salir a mostrarse tal cual era. Y que eso lo iba a lograr desde un lugar totalmente diferente al que había aprendido a lo largo de toda mi vida, animándome a hacerme preguntas que nunca me había hecho, descubriendo el asombro de no tener respuestas para todo, amigándome con esa incertidumbre.
Aprendí a darme cuenta que ante lo nuevo iba a poder elegir decir no puedo. Y también poder elegir decir SÍ PUEDO.
Aprendí a amigarme con mi TORPEZA. Me molestaba darme cuenta que no sabía, que estaba aprendiendo a sentir, a conectarme conmigo de un modo totalmente diferente. Me resistía, me enojaba. Mi viejo paradigma de aprender de memoria y repetir fue quedando a un lado. Y me amigué con esos primeros pasos inciertos, sin saber bien adónde iban a llevarme.
Aprendí a sentir ENTUSIASMO y a expandir mi zona de confort, condición necesaria para aprender algo nuevo.
La lista de algunos enemigos del aprendizaje (para empezar a pensar y a sentir desde donde ser un nuevo aprendiz)
- NO SÉ. Esta declaración es el punto de partida para abrirme a lo nuevo, ese lugar de asombro, de apertura, de confianza. Sin esta declaración no puede nacer nada nuevo.
- ESTO YA LO SÉ. Esta declaración parte de querer tener todo claro, de cierta ansiedad para YA saber todo, sin darle tiempo a eso desconocido que está frente a mí y que puedo animarme a descubrir con tiempo y liviandad.
- NO TENGO TIEMPO. Esta declaración es una gran vía de escape. Si no veo la importancia de mi proceso de aprendizaje, nada va a cambiar en mí. Y también me lleva a observar cómo manejo mi tiempo, a quién o qué se lo dedico y a qué o quién no.
- ESTA PERSONA NO SABE NADA. Vivir juzgando todo el tiempo, descalificar al otro, ponerme en un pedestal desde un lugar de cierta soberbia.
- NO PUEDO APRENDER DADO QUIÉN SOY. Esta declaración es lo opuesto a la anterior, mi baja autoestima me limita, me hace creer que no puedo aprender.
- GRAVEDAD. Tomarme el proceso de aprendizaje con exigencia, con el mandato de cumplir y obedecer.
- TRIVIALIDAD. Tomarme el proceso de aprendizaje con poco compromiso y seriedad.
- PEREZA. Quedarme en mi zona de confort, quieto, sin hacer nada, esperando que pase algo (que no depende de mí), sin hacer lo necesario para cambiar.
Estos son algunos de los enemigos del aprendizaje, ¿resonás con alguno? ¿recordaste alguna escena en donde te dijiste y dijiste alguna de estas frases? ¿querés cambiarlo?
El proceso de aprendizaje del Ser Humano es infinito. No termina nunca, no hay un resultado al que llegar, no hay nada que cumplir, no hay nada por lo que nos van a premiar o castigar. No es lineal.
La clave es disfrutar el camino. Redescubrir el asombro. Elegir ser eternos aprendices.
Fuente: Zelmira Kroselj, directora de Zelmira K Comunicación y Coach Ontológico Fundación Protagonista de Cambio.