Pandemia, guerra, inflación, son algunos de los factores con los que convivimos en una realidad de altísima incertidumbre. Una incertidumbre que nos afecta emocionalmente nos estresa, nos agota, nos drena energía, y nos puede deprimir y angustiar. También, nos afecta económicamente. Un peso hoy, valen menos (mucho menos) que un peso mañana. Perdemos referencia de precios, y presupuestar o proyectar económicamente se puede volver un acertijo, donde debemos especular con distintos escenarios.
Las mujeres contamos con menos educación financiera que los varones. Por razones históricas y de estereotipos, hemos tenido menos oportunidades de educarnos en esta materia, y por eso, estadísticamente las crisis económicas nos afectan especialmente.
Cuando sentimos que el problema es más grande que nosotras, podemos tener reacciones que agraven nuestra situación financiera:
• Negar el problema: tomar una actitud de impotencia, sentir que la situación “nos supera” y por ende, desatenderla, o seguir actuando como si no existiera.
• Delegar totalmente el tema: es otra manera de “quitarnos” el problema de encima, lo delegamos absolutamente en una persona o institución, y no asumimos nuestra parte de responsabilidad en la toma de decisión final y control.
• Correr hacia adelante: también la ansiedad puede llevarnos a sobreactuar la situación, y de un día para el otro, intentar convertirnos en expertas en crisis mundiales y realizar inversiones temerarias o sin fundamentos.
• Buscar un gurú: puede ser un familiar, amigo, o conocido que nos parece que “tiene la posta”, y seguir sus consejos al pie de la letra y ciegamente. (Nota: en general la gente comenta mucho más sus éxitos financieros que sus pérdidas, no nos dejemos hipnotizar por relatos que pueden ser parciales, y exagerados).
El manejo de nuestras finanzas personales es un aspecto de la vida que hace a nuestro bienestar. En mi libro "Dueña de tu dinero", insisto una y otra vez, con la importancia, ante todo, de hacernos cargo del asunto. Podemos delegar parcialmente, podemos elegir el grado de riesgo que queremos tomar, pero lo que no podemos hacer es desentendernos del manejo de nuestra economía. Como adultas, tenemos responsabilidades, y no asumirlas, nos aniña. Nos pone a merced de otros (personas o circunstancias), nos quita poder, nos quita libertad.
Para muchas mujeres, este es un camino novedoso que recorrer. Y puede asustarnos, como todo lo nuevo, porque nos saca de nuestra zona de confort. Pero comparto una reflexión, que puede ayudar a reflexionar: ¿cuál es el costo que pagamos, por no ocuparnos de nuestras finanzas? ¿qué cedemos? ¿qué silenciamos? Seamos honestas ante el espejo, y evaluemos con total realismo los pros y contra de sentirnos y de ejercer nuestra potestad como “dueñas de nuestro dinero”.
Dicho todo lo anterior, valen las preguntas prácticas y operativas para el problema económico actual:
¿Es posible ahorrar en este contexto? ¿E invertir? ¿Qué podemos hacer para resguardar nuestro patrimonio ante esta situación? ¿Existen oportunidades excepcionales en tiempos de crisis? ¿Conviene concentrarse en intentar achicar gastos, o aumentar los ingresos? ¿Conviene intentar reducir los riesgos lo máximo posible, o especular con los movimientos del mercado?
Algunos principios para tener en cuenta: crisis es la disrupción de la estabilidad esperada, por lo tanto, durante las crisis hay más volatilidad. Los valores de los activos oscilan más, y con mayores pisos y picos. También aumenta la incertidumbre, y las crisis anteriores no siempre son referencia para anticiparse a la crisis actual.
Ante situaciones de mayor incertidumbre, la diversificación nos puede ofrecer más puntos de apoyo, y reducir así el grado de riesgo asumido.
Más allá de algunos lineamientos generales, cada persona tiene una situación particular, y necesidades particulares. Estas necesidades no solo se refieren a requerimientos financieros como puede ser tener cierta liquidez en un momento del mes o del año, sino también sus necesidades emocionales, a las que hay que prestarles atención.
Algunas personas se sienten cómodas asumiendo un grado de riesgo, que para otras significaría noche de insomnio. Para algunos, llevar un control minucioso y diario de su cartera de inversión les trae tranquilidad, y para otros, puede resultar una carga que provoca perder foco de su actividad principal, y causarles ansiedad.
No es novedad: a la hora de invertir, también hay diversidad, y es necesario reconocerla, aceptarla y actuar de acuerdo con nuestra propia identidad, y no imitando lo que hace tal otra persona que nos comenta que tan bien le va en sus inversiones.
Otra decisión para tener en cuenta es si asumir de manera personal la totalidad de la gestión de nuestras inversiones o si acudiremos a un profesional que nos guíe y aconseje, y tomar luego una decisión considerando aquella guía. Quizás el criterio que usamos en tiempos de relativa estabilidad sea distinto al que necesitemos en tiempos de crisis.
Siempre me parece interesante escuchar otras voces, por eso me contacté con algunas mujeres del mercado financiero para que nos dejaran su opinión sobre cómo ahorrar e invertir en tiempos de crisis. Como siempre en estos asuntos, se trata de opiniones y visiones, nos son recomendaciones que puedan garantizarnos resultados ciertos. Cada uno deberá evaluar y tomar sus propias decisiones en función de su situación personal:
"Las épocas de “vacas gordas” deben invitarnos a ahorrar para estar preparados y tener más colchones que nos protejan en épocas de “vacas flacas”, donde lo que abunda es sólo la escasez. Pero creo que aún en épocas de crisis, de vacas flacas, hay oportunidades de ahorrar, el tema es ver cómo", explica Alejandra Naugton, Directora de Banco Supervielle, Supervielle Seguros, IUDÚ, e Invertir on line (IOL). Y prosigue: "Por ejemplo, en un contexto inflacionario, cuidar los saldos disponibles, aunque sepamos que los tenemos que aplicar a algún gasto en breve, es crucial, porque por cada día que pasa, la capacidad de compra de esos saldos es menor. Se achica día a día"
"Siempre me pareció muy claro para entender este fenómeno la siguiente pregunta: ¿Imaginan qué pasaría si los metros de nuestra habitación cambiaran de dimensión y se encogieran día tras día? Nuestra habitación sería cada vez más pequeña. Impensable, ¿no? Pues bien, con el dinero en épocas de inflación pasa exactamente eso, sólo que no lo notamos como lo haríamos de manera tangible si nuestra habitación nos oprimiera a nuestro alrededor. Cuidar a nuestros pesos es crucial. Cada día cuenta. Y mucho", insiste Naugton.
Y propone: "Una alternativa interesante para hacerlo es invertir esos saldos que nos quedan, aunque sea por pocos días, hasta que los tengamos que gastar, en Fondos Comunes de Inversión, los conocidos de renta fija, que devengan una tasa de interés que repone a nuestros ahorros, lo que les quita, (achica) la inflación. Es una inversión simple, que se puede hacer por canales digitales e incluso tiene liquidación diaria, tanto la inversión, como el rescate. De un día para otro ves los resultados al igual que otras opciones, como las cuentas remuneradas. En ese caso, sólo es cuestión de dejar el dinero allí, sin necesidad de operarlo. A diferencia de las propuestas tradicionales, esa cuenta devenga una tasa de interés, haciendo crecer los saldos mientras “esperan” ser gastados compensando los efectos adversos de la inflación".
Marina Muller, Gerente de productores de la Sociedad de Bolsa NEIX, recomienda los bonos soberanos Lecer o Boncer: "Los mismos ajustan por inflación. Buscamos adquirirlos en las licitaciones que habitualmente hace el Ministerio de Economía, donde se obtiene mejor precio de entrada."
Por su parte, Silvia Trujillo, Responsable del Producto Fondos en Banco Santander sugiere: "que antes de tomar una decisión de inversión, se conozcan como inversores. Que tengan bien identificados los objetivos que se persiguen, el tiempo disponible para la misma y por sobre todo, el nivel de riesgo que se quiere asumir. Estos 3 puntos son claves para decidir entre las distintas alternativas que están disponibles hoy".
Y plantea: "Pero, ¿por dónde empezar? Diferenciar el monto a invertir de acuerdo con las necesidades de liquidez, es decir, lo que se necesita a corto plazo de lo que se pueda dejar a más largo plazo. Para lo diario, una de las alternativas más utilizadas son los Superfondos de bajo riesgo, que brinda liquidez inmediata en favor de un plazo fijo cuyo plazo mínimo es 30 días. Para plazos más largos, la diversificación en una gran aliada. La sugerencia es combinar activos que resguarden de la inflación con aquellos que estén vinculados al tipo de cambio".
"Acá los Superfondos siguen siendo una solución muy interesante para dejar en manos de expertos la selección de los activos (Superfondo Renta Fija para el objetivo de inflación y el Super Bonos para el de tipo de cambio). También los Plazos Fijos UVA que ajustan su capital de acuerdo con la evolución de la inflación son una alternativa a considerar, al igual que la dolarización a través de la compra – venta de títulos públicos, conocido como dólar MEP. Si se está dispuesto a asumir mayores riesgos, operar directamente en el mercado de valores tiene su atractivo (Acciones, Bonos y/o Cedears tanto de acciones como de ETFs). En cualquier caso, informarse de las características de cada activo es de suma importancia", señala.
Jesica Glinsek es economista y CFA (Chartered Financial Analyst). Ella opina que "las crisis pueden ser una oportunidad para comprar algunos activos financieros ya que suelen traer volatilidad en los mercados y pueden aparecer precios de entrada atractivos. Hoy, abrir una cuenta de inversión es muy fácil, ¡solo requiere un par de clicks! El paso número 1 es ahorrar. Proponete un objetivo y tratá de cumplirlo todos los meses. Una buena práctica puede ser separar una parte de tu ingreso el mismo día que lo cobrás. Paso 2: Cuidá lo que ahorraste. No queremos que ese sacrificio haya sido en vano. Para esto, no hace falta ser un experto. Podés colocar tus ahorros en un fondo común de inversión, que son carteras previamente armadas y te simplifican la selección de activos. Las hay de más corto plazo y por ende más líquidas (si llegás a necesitar la plata, podés rescatar y tener los fondos en tu cuenta el mismo día). Si buscás más rentabilidad, recordá que eso viene con más riesgo y el valor de tu inversión puede subir (en el mejor de los casos) o bajar considerablemente. Mientras sean fondos que sabés que no necesitarás por un tiempo, la volatilidad se hace más fácil de sobrellevar".
Asumir plenamente la responsabilidad de nuestra economía nos empodera, y reduce el grado de incertidumbre al que quedamos expuestas, por eso te animo a iniciar o continuar el camino hacia tu bienestar financiero.
Fuente: Helena Estrada es autora del libro "Dueña de tu dinero", editorial El Ateneo.