La exposición solar, a través de las radiaciones ultravioletas (UV), puede producir graves daños en la piel. Algunas lesiones aparecen en forma inmediata, como las quemaduras, y otras -como el envejecimiento prematuro de la piel, las manchas y hasta el cáncer de piel- se pueden presentar a lo largo de los años.
Tipos de quemaduras por calor o por frío
Independientemente de la fuente de calor (y en algunos casos el frio también las puede originar), las quemaduras se pueden clasificar en 3 tipos, teniendo en cuenta su profundidad:
Primer grado: Compromete la primera capa de la piel (Epidermis). Hay dolor y enrojecimiento de la piel.
Segundo grado: Se compromete hasta la segunda capa de piel (Dermis). Aparecen ampollas.
Tercer grado: las más graves. Compromete todas las capas de la piel (hasta la Hipodermis). Color negro de la piel e insensibilidad al tacto.
Tanto las quemaduras de segundo como las de tercer grado requieren de atención médica.
Cómo protegerse del sol
- Evitar la exposición entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, buscar preferentemente la sombra y permanecer en espacios ventilados.
- Usar protector solar con factor de 30 o más y renovarlo cada 2 horas y después de salir del agua.
- Habitualmente se recomienda el uso de protectores solares que impidan la agresión de los rayos ultravioletas. El factor de protección mínima es FPS 30. De acuerdo al tipo de piel y antecedentes, un dermatólogo podrá indicar el protector más adecuado para cada persona en particular.
- Los bebés menores de 1 año no deben recibir el sol directo. Desde los 6 meses en adelante deben usar protector solar (FPS 50 o mayor), renovado cada 2 horas y al salir del agua
- Realizar actividad física en las horas de menos calor, usar ropa holgada, liviana, de colores claros.
- Cubrir la cabeza con un gorro o un pañuelo.
- Llevar siempre una botella de agua para mantenerte hidratado y tomar abundante agua antes, durante y después del ejercicio.
- La protección del sol debe realizarse desde el nacimiento y continuar toda la vida por los efectos acumulativos.
Hay grupos que potencialmente pueden resultar más afectados: las mujeres embarazadas, los bebés y niños pequeños, las personas mayores de 65 años, y quienes padecen enfermedades crónicas como, por ejemplo, afecciones respiratorias o cardíacas, diabetes, etc.
En caso de detectar cambios en la piel, siempre se recomienda realizar un control dermatológico para la detección temprana de lesiones.
*Agradecemos al Dr. Sebastián Halac, médico clínico del equipo médico de WIlliam Hope (MN 122.692) por su asesoramiento para esta nota