Crianza: No me falta paciencia, me falta descanso - Revista Para Ti
 

Crianza: No me falta paciencia, me falta descanso

Necesité 24 horas sola en mi casa para darme cuenta que el problema no es mi maternidad, el problema es mi cansancio. Una reflexión en primera persona sobre el lado B de la maternidad que nadie te cuenta. Por Johanna Gambardella, Directora Creativa y co-creadora de @mami.tasking.

Hace casi 5 años que aterricé en la maternidad y juro que jamás había reparado en esto. Siempre sentí que ser madre no era para mí. Atiné a creer que no era merecedora de ese rol y hasta dudé de mi capacidad para llevar con naturalidad su crianza.

¿Por qué? Porque no tengo paciencia. Porque me frustro cuando las cosas no salen como espero. Porque muchas veces lo padezco. Y puedo seguir un rato largo.

Siento vivir en una rueda que no para de girar nunca en la que si no estoy levantando juguetes del piso, estoy sirviendo comida que finalmente nadie quiere o estoy sentada jugando a juegos que no disfruto rogando que pase el tiempo y al final del camino, siempre vuelvo al mismo lugar.

Logré un día completo sola en mi casa. Difícil pero no imposible. Las primeras horas me costó hacerme de mi lugar nuevamente pero cuando logré conectar con mi necesidad, le agarré el gustito y fue una sensación de libertad hermosa que no recordaba. Elegí comer cuando tuve hambre y dormir cuando tuve sueño. Qué revolucionaria, no? Me devoré sin culpa los chocolates que claramente no eran para mí y hasta logré permitirme escuchar una música que no recordaba que me gustaba. Pero además de eso me bañé cuando tuve ganas, me pavoneé de la cama al living de una forma casi inimputable sin preocupación por ser perseguida y si bien también hice muchas cosas en la casa, pues liberal pero tampoco la pavada, descansé.

Descansé de cuerpo, de mente y de alma. Descansé de la rutina, descansé de la demanda, descansé de mi familia y descansé de mi misma exigiéndome todo el tiempo hacer cosas que no quiero hacer pero que no me dejan otra alternativa.

Pensé que el objetivo era desconectar y redescubrirme, pero en realidad la revelación llegó cuando volvieron todos a casa. Lejos de sentir el cachetazo de realidad, me encontré sonriente y predispuesta para recibir sus pedidos sin que el “mamá” me pese.

Y ahí lo vi claro. Vengo de tanto trajín que en los últimos 5 años no paré un solo segundo. Dos pospartos, dos lactancias y una carrera profesional que hicieron estragos con mi cansancio, porque lo que siempre esperó fue mi descanso. La presión social y propia de tener que poder con todo que no me dejan respirar y la demanda de mis hijas que no cesa un segundo destrozó mi paciencia. Si yo tengo red y estoy agotada, me cuesta dimensionar el agotamiento de aquellas que no corren con mi suerte.

Me siento afortunada de haber buscado el espacio que tanto necesitaba y me siento dichosa de poder hacerlo sin sentir culpa. Porque necesité un día a solas para reencontrarme con un pedacito de la que era, pero mucho menos para darme cuenta que en realidad no soy yo que no nací para ser madre si no que mi agotamiento físico y mental estorba tanto mis emociones que la mayoría del tiempo no me permite disfrutarlo como me lo merezco (y como mis hijas se lo merecen).

Y gracias a eso, a partir de ahora, puedo reconocer mi inmenso esfuerzo confirmando que aunque muchas veces no lo crea, lo estoy haciendo bien.

Fuente: Johanna Gambardella, Directora Creativa y co- creadora de @mami.tasking.

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