Aristóteles afirma que la felicidad es una actividad de acuerdo a la virtud. El hombre feliz vive bien y obra bien. En un mundo actual lleno de desigualdades, que se muestra hostil y duro, ser una persona solidaria significa buscar esa paz con uno mismo que permita la empatía con los demás. Es tener el deseo de ayudar a los demás sin esperar nada a cambio, es un acto que trasciende las barreras culturales, sociales y económicas.
El Dr. Flavio Calvo habla sobre el poder de la solidaridad
Estas acciones solidarias han sido parte fundamental de nuestra identidad, manifestándose en momentos de crisis, en el apoyo comunitario y en la construcción de lazos duraderos. Esta conexión con la necesidad de un otro no solo nos une, y ayuda a otros, sino que tiene más impacto en nuestra propia felicidad que en la de los demás.
La conexión entre la solidaridad y la felicidad
La felicidad y la solidaridad mantienen una relación recíproca. Las investigaciones en psicología positiva han demostrado que hacer el bien a los demás está estrechamente vinculado con la mejora de nuestro propio estado emocional.
Cuando extendemos una mano amiga a aquellos que la necesitan, liberamos hormonas como la oxitocina, conocida como la "hormona del amor", que nos brinda una profunda sensación de bienestar y satisfacción.
Esto no solo beneficia a quienes reciben nuestra ayuda, sino que también fortalece nuestra propia autoestima. Martín Seligman, reconocido psicólogo en el estudio de la felicidad, sostiene que la felicidad auténtica y duradera no se basa solo en el placer hedonista o la satisfacción momentánea, sino en el cultivo de fortalezas y virtudes humanas, incluyendo la solidaridad y la bondad hacia los demás.
Cuando hacemos cosas por los demás, se produce una felicidad más fuerte y duradera en el tiempo. Hacer el bien nos da mayor felicidad porque ayuda a conectar con las otras personas, nos podemos sentir valorados y reconocidos, y esto se convierte en una fuente de motivación.
Ser solidario, además, crea un ciclo virtuoso, cuando ayudamos a otros, inspiramos a quienes nos rodean a hacer lo mismo. Nuestra acción puede ser el punto de partida para una cadena de bondad que se expande exponencialmente, y nunca sabemos hasta dónde puede llegar.
La empatía juega un papel crucial en esto, ponernos en el lugar del otro nos ayuda a entender sus necesidades y aspiraciones, y este conectar con el otro, nos hace más humanos, una sensación que genera una autoestima fortalecida.
Cuando esto se reproduce y se van multiplicando los que practican la solidaridad, las comunidades se fortalecen. Esto crea un entorno en el que todos se sienten apoyados y valorados, lo que a su vez conduce a una mayor unión.
En el contexto argentino, donde la historia de superar desafíos ha sido marcada por la colaboración colectiva, la solidaridad sigue siendo una herramienta esencial para fomentar la unidad y la resiliencia.
Consejos para que la ayuda a los demás sea aún más valiosa
Para que la ayuda a otros sea más valiosa en importante tener en cuenta estos aspectos, que además de ayudar a los demás, van a hacer mucho bien al que los practica.
Practicar la escucha activa: prestar atención auténtica a los demás y validar sus sentimientos y emociones, crea lazos más profundos y hace que la sensación de bienestar sea mayor. Escuchar poniendo la atención en el otro, no en los propios pensamientos sobre lo que el otro dice.
Realizar actos de bien cotidianos: esos pequeños gestos, como ayudar a un vecino, sonreír o hacer donaciones a espacios de nuestra confianza, producen un impacto en la vida de otros, aunque nos parezcan cosas pequeñas.
En el mundo actual, en el que pareciera que se da solo para recibir algo a cambio, las posibilidades de hacer algo diferente son infinitas. Se puede ser solidario en el área familiar, en el trabajo o en la comunidad, ser solidario también significa transmitir valores positivos a las personas que nos rodean y participar de su felicidad.
Participar en algún tipo de voluntariado: cuando se ayuda voluntariamente a otros, la sensación interior es indescriptible, y además contagiosa.
Lo que es realmente interesante en la práctica de la solidaridad es la ola expansiva que produce. Las personas solidarias son más felices y las personas felices se sienten más responsables de lo que dejarán a las próximas generaciones, se sienten más motivadas, se implican aún más en iniciativas solidarias, y el mejor momento para ser parte de este cambio es hoy.
Por Dr. Flavio Calvo (MN: 66869), Dr. en psicología, docente, tallerista y autor, @calvoflavio