Como cada 13 de octubre este jueves se conmemora en nuestro país el Día del Psicólogo, fecha que se instituyó en 1974, cuando la Confederación de Psicólogos de la República Argentina (CoPRA), entidad antecesora de la actual FePRA, convocó al Primer Encuentro Nacional de Psicólogos y Estudiantes de Psicología en la ciudad de Córdoba.
En ese marco, el Dr. Flavio Calvo (M.N.: 66.869), doctor en psicología, docente, tallerista y autor, explica el concepto de las resistencias al cambio que suelen aparecer en los tratamientos y hacen que los pacientes hasta sientan deseos de abandonarlos.
Por qué alguien que sufre y tiene la oportunidad de curarse, sabotea esa posibilidad
Se llama resistencia, en terapia, a la suma de comportamientos, pensamientos, emociones o actitudes en las cuales el paciente rechaza o se opone al tratamiento, a una parte de la terapia, al encuadre, o al mismo terapeuta.
Algunas veces esta resistencia se da en la terapia en general, otras en algún momento o tarea en particular del proceso dónde el paciente se encuentra estancado, no brinda toda la información necesaria para continuar el progreso, o no lleva a cabo las tareas acordadas. La resistencia es, de alguna manera, esa lucha interna entre dos partes de la persona, dónde una busca el cambio y otra que quiere seguir tal y como está.
Existen diferentes escuelas psicológicas y cada una va a mostrar una atención diferente y/o trabajará de forma distinta las resistencias que se puedan presentar.
Hay pacientes que por diversas razones pueden comenzar un espacio de terapia con ciertas reacciones que no son positivas desde el inicio. Esto puede deberse a tratamientos anteriores con poco éxito, a no creer que su problema pueda tener verdadera solución, pacientes que se presentan ante el terapeuta por obligación de otras personas, o que toman una actitud pasiva frente a sus propias necesidades.
Hay otras resistencias que se dan en un momento en particular de la terapia, principalmente en puntos cruciales dónde se está por avanzar de una manera diferente, y positiva. Existen, por lo tanto, distintos tipos de resistencias, las cuales pueden trabajarse en terapia de maneras distintas.
Pueden aparecer resistencias cuando se dan bucles de pensamientos intrusivos, esos pensamientos en los cuales el diálogo interno es “yo no tengo solución”, o en varias patologías, donde aparecen pensamientos parásitos e intrusivos que el paciente siente que no puede detener. Entre estos pensamientos puede surgir el miedo a sufrir más, al ver en la terapia que el motivo de consulta era solo una parte de todo el sufrimiento que se necesita tratar.
Muchas veces aparecen resistencias cuando se confunde ser con hacer
Muchos consultantes entienden su patología como algo propio de su ser, no de su conducta. Es en estos casos que el diagnóstico se convierte en una etiqueta -“soy bipolar” “soy ansioso” “soy depresivo”-. Es en estos casos que es conveniente que el terapeuta ayude a cambiar ese adjetivo por un sustantivo, “tenés ansiedad” “tenés depresión” o unirlo a las conductas, “realizo tal conducta ansiógena”, separando de esta manera el motivo de consulta de la centralidad del ser del paciente.
También pueden aparecer ciertas resistencias cuando el síntoma tiene algunos “pseudobeneficios”, por lo que muchas veces “curarse” significa inconscientemente un problema para la persona. Muchas personas por medio de su síntoma reciben atención, son cuidados, son vistos, son tocados. El síntoma se sostiene por alguna razón, la cual es necesario trabajar también para encontrar formas alternativas de que esa función se siga cumpliendo sin que el síntoma esté presente.
Pueden surgir resistencias cuando no se está de acuerdo con el tipo de tratamiento o estilos del terapeuta. El psicólogo Milton Erickson, decía que es conveniente hacer una terapia para cada paciente; es decir que es el terapeuta el que tiene que adecuarse al paciente y no el paciente al terapeuta.
Hay pacientes que son más colaborativos, con ellos se podrá trabajar de manera más directa, otros son más resistentes, con ellos se trabajará de manera más indirecta. Un buen profesional va a poder usas estas resistencias en favor del tratamiento del paciente, como el las artes marciales, donde se utiliza la fuerza del oponente en su contra, el terapeuta utiliza esas resistencias para que el tratamiento pueda avanzar.
Es importante reconocer que el trabajo terapéutico es un trabajo en conjunto, dónde tanto terapeuta como paciente se unen para cumplir los objetivos de la terapia. Si un paciente ofrece resistencia es importante que también el terapeuta se evalúe a sí mismo. Para evitar que el tratamiento se estanque y haya resistencias al cambio, es sustancial que el profesional haya desarrollado la capacidad de reconocer su mundo personal de creencias, para poder trabajarlo y centrar sus intervenciones para poder trabajar con este paciente, dejando de lado su propia subjetividad.