Todos conocemos la historia de Drácula o Nosferatu, un personaje creado por el novelista irlandés Bram Stoker en el año 1897, basado en una figura histórica real. La novela de terror se publicó el 26 de mayo de ese año y por eso se dispuso que esa fecha sea el Día Mundial de Drácula.
Stoker basó su historia en la vida del príncipe Vlad III de Valaquia, originario de Rumania. Tenía el apodo de Vlad El Empalador, debido a que fue muy cruel y despiadado con sus oponentes y las personas que lo traicionaban, torturándolos de las peores formas posibles. Hubo más de 100.000 víctimas empaladas en los bosques rumanos. Además, Stoker lo vinculó con el vampirismo.
Pero hubo una historia de amor en la vida de Vlad que poco se conoce, en realidad, una amante. Se trató de Katharina Siegel (n. Abril 1438 - 1479), una bella joven de procedencia sajona de orígenes humildes. Ella era hija de un artesano, Thomas Siegel, que pertenecía al gremio de los tejedores, y vivía junto a su familia en la ciudad de Brașov. En un incendio, ella y su familia lo perdieron todo. Katharina se vio obligada a trabajar y, una mañana en la que llevaba provisiones en un trineo, Vlad la vio y rápidamente corrió a ayudarla.
Ella tenía 17 años y Vlad 25. Él se enamoró perdidamente de ella, y se obsesionó hasta que logró conquistarla. Rubia y de ojos azules, era una de las más cortejadas en Brașov. Juntos tuvieron 5 hijos (Vladislav, Katharina, Christian, Hanna e Sigismund), aunque nunca llegaron a casarse porque el príncipe estaba ya casado con una noble de la corte.
Se cuenta que en una ocasión las familias de unos comerciantes a los que Vlad había empalado arremetieron contra Katharina y le cortaron las trenzas. Vlad amenazó con incendiar toda la ciudad si alguien volvía a tocarla, y consiguió recuperar las trenzas. Las guardó en su castillo bajo llave como si fuera un tesoro.