El dolor lumbar es un problema crónico que afecta a las personas por muchos años o tal vez toda la vida. La principal característica de este dolor es la recurrencia; o sea, quien tuvo crisis de dolor tendrá más a la larga o a la corta.
Su evolución no es lineal como una enfermedad que se agrava o se mejora. Generalmente avanza tórpida con grandes crisis, molestias pasajeras y períodos de absoluta calma. Un largo viaje en auto, cargar una valija, un stressazo laboral u otras circunstancias pueden ser el puntapié inicial o de reagravación del cuadro.
Generalmente vamos a una guardia o especialista (lo más recomendable) y nos mandan a hacernos una radiografía y una resonancia magnética. Y allí empieza parte del entretenido baile de la columna.
Algunos tienen los discos intervertebrales bastante bien y el médico nos dice que “no tenemos nada”. Pero cómo nos duele. Otros pacientes leen el informe de su resonancia y la experiencia es horrible. Parece que nos insultan en latín con todo tipo de lesiones en múltiples partes. Nos da miedo hasta respirar con semejante panorama. Y sin embargo, no nos duele tanto, es más lo que nos asusta.
Opciones para tratar el dolor lumbar
Una vez que se instala el dolor lumbar vamos al especialista y tenemos básicamente tres opciones terapéuticas.
- Medicación. Puede aliviar una crisis pero es importante comprender que, salvo en patologías autoinmunes inflamatorias, el origen del dolor es casi siempre mecánico. Nos referimos a un disco, un nervio apretado, un músculo, etc.. Y los problemas mecánicos precisan soluciones mecánicas. La medicación nos alivia, distrae del dolor y eso es bueno pero no resulta como única estrategia de tratamiento. Y muchos remedios con el uso repetitivo puede traernos más problemas que soluciones.
- Tratamiento físico. La kinesiología, Osteopatía, Reeducación Postural Global (RPG) y otras terapias manuales pueden ayudar mucho en el alivio y corrección del mecanismo del dolor. Es preciso informarse sobre qué alternativas están a nuestro alcance físico y económico y también cuál es nuestra preferencia personal. De todos modos lo más importante termina siendo siempre la idoneidad del profesional que nos atiende y si estamos dispuestos a modificar los hábitos que este nos señale o solo queremos magia sin modificar nada de nuestras rutinas.
- Cirugías. Es un tema controversial. Como aprendí de un gran neurocirujano, no existen cirugías buenas ni malas, están las bien indicadas y las mal indicadas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea que solo el 4% de las lesiones graves deberían ser operadas. Existen múltiples procedimientos más o menos invasivos. Y es verdad que en algunos países se operan hasta 5 veces más columnas que en otros, como sucede con las cesáreas. Es importante no esperar la solución mágica del bisturí ni volvernos fundamentalistas de “a mi no me toca nadie la columna” como oigo en mi consulta. Pero sí, cuanto más alejados nos mantengamos de los quirófanos, mejor.
Creo como profesional que lo más interesante y efectivo que podemos hacer por nuestra espalda es el trabajo de prevención, como en cualquier patología crónica.
La prevención suele tener menos prensa pero créanme resulta más. Nadie felicita a un policía parado en una esquina por las cinco veces que vinieron a robar, lo vieron y decidieron seguir de largo. La prevención es la no noticia. Pero con el tiempo hay menos robos en la zona. Y menos crisis de dolor en esa persona.
Además de la ergonomía (buenas sillas, colchones, tec) existen cuatro pilares fundamentales sobre los cuales hay que trabajar para una buena salud de espalda.
Flexibilidad muscular y articular
La rigidez de las piernas y pelvis obligan a la columna lumbar a esforzarse de más ante cada inclinación anterior. También afecta la posición de sentado y con el tiempo pone a los discos intervertebrales y otros tejidos en la situación de fallar y romperse. Querer tener buena salud de espalda con una gran rigidez en los músculos de la cara posterior de las piernas y pelvis es casi imposible.
Fuerza abdominal
Para poder movernos y sostenernos sentados por largas horas precisamos de unos músculos espinales y abdominales profundos que conforman lo que se llama el “core” o núcleo abdominal. Estos son los que protegen de microtraumatismos a nuestros discos. La ciencia ha probado sin duda que el correcto entrenamiento de estos músculos disminuye radicalmente las nuevas crisis y el consumo de medicamentos. No se entrenan con los abdominales típicos de gimnasio más dedicados a los abdominales superficiales, requieren un trabajo específico.
Paz mental y emocional
El estado de calma o guerra en que vivamos mental y emocionalmente es fundamental para el manejo del dolor. El dolor es un fenómeno absolutamente subjetivo y por ello todos los centros y guías para el tratamiento del dolor recomiendan las prácticas meditativas del Yoga, el Mindfulness, la Meditación trascendental y otras.
Aliento siempre a mis pacientes y alumnos a acercarse a las prácticas meditativas, no hace falta ser un Buda para estar listos. Hace falta sentarse cada día y con el tiempo los beneficios se vuelven evidentes en muchos órdenes de la vida.
Buena salud intestinal y genitourinarios
Los osteópatas conocemos desde hace tiempo la importancia del correcto funcionamiento de los órganos abdominales, y genitourinarios. La tensión generada por un órgano pueden afectar a la columna vertebral o ser “la gota que rebalsa el vaso” de una columna que ya estaba en problemas.
¿Les cuesta imaginarlo? Piensen en un ovario, parece una almendra y pesa entre 2 y 7 gramos. Aproximadamente una de cada cinco mujeres saben que estan ovulando por el dolor lumbar. Más allá de las teorías al respecto, un órgano tan pequeñito y atravesando un proceso fisiológico y normal puede desencadenar una lumbalgia. Imaginate ahora un colon irritable, un útero con un gran mioma o una próstata agrandada. Infinidad de pacientes mejoran del dolor lumbar cuando corrigen su dieta o tratan sus otros problemas viscerales.
¿Cómo están frente a este check list preventivo?
El Yoga y la columna
Una disciplina que amo reúne y trabaja armoniosamente tres de estos cuatro puntos es el Yoga. Los pacientes que lo han implementado poseen mejor salud física y emocional y consumen menos medicamentos y sesiones. Si les toca atravesar una crisis de dolor suele ser más leve y cuentan con más recursos.
-¿No me lesionaré más?
-¿Qué tipo de Yoga hago?
-¿Sabrá lo que tengo el/la profe?
Es preciso elegir qué tipo de Yoga es el ideal en ese momento. Con dolor o lesiones conocidas recomiendo comenzar por Yogaterapia, que es la adaptación terapéutica del Yoga. Para que esta práctica sea benéfica es preciso que el profesor esté muy bien formado y conozca sus límites e incumbencias. Jamás el Yoga, Pilates u otra gimnasia puede reemplazar a las visitas al médico, kinesiólogo u osteópata.
En Argentina se han desarrollado en los últimos tiempos varias formaciones de calidad en Yogaterapia. Existe una tendencia mundial, de la que ya ha habido experiencias en Argentina, a la gradual incoporación del Yoga a los equipos de salud.
Los efectos benéficos del Yoga han sido probados científicamente para enfermedades realmente disímiles y complejas. Pero creo que en la prevención del dolor lumbar es donde más poderosa se vuelve esta disciplina.
Les aliento a romper prejuicios, buscar profesionales bien formados y trabajar activamente para mantenerse alejado de dolores, medicamentos y cirugías. Mientras realizan ese camino, tal vez motivados por una maldita hernia, van a recibir también muchos beneficios en otras áreas de su vida. Múltiples bendiciones que recibimos todos aquellos que nos entregamos a esta páctica milenaria. Se los deseo de corazón
Fuente: Lic Aníbal P Scharovsky (MN 15173), Kinesiólogo y Osteópata. Autor del libro “Columna vertebral. Anatomía para pacientes, impacientes y Yoguis”. Maas Yoga ediciones. Director del profesorado de Yogaterapia de Maas Yoga.