Una mascota es un integrante más de la familia. Nos acompañan a diario, nos cuidan, nos miran, nos necesitan, nos perdonan y establecen un vínculo tan profundo como incondicional.
Lamentablemente su promedio de vida es mucho menor a la nuestra, y cuando se despiden de nosotros, nos queda en el corazón un vacío tan grande que sentimos que nos falta todo. Extrañamos su presencia, su olor, sus ladridos o maullidos, sus juegos, sus miradas cómplices... Nos falta nuestro amigo fiel.
"Una casa sin mascotas está vacía"
Silvana Sanchez Borges es veterinaria en la zona de General Pacheco y atiende su propio consultorio donde funciona también un pet shop. Cuando le consultamos a ella cómo es su experiencia frente a la muerte de pacientes perrunos y gatunos nos contestó: "Pienso que es algo tan duro que la persona pierde una parte de su corazón; se vincula de una manera distinta con cada miembro de la familia llenando los espacios vacíos de cada uno. Por eso cuando ya no están queda ese hueco imposible de llenar. Y se siente tan profunda la pérdida", expresó.
"Si la persona es estructurada, su mascota seguramente lo hará relajar buscándola para jugar. Por otro lado si el dueño es medio triste o depresivo, su mascota lo hará salir, reír, lo obliga a cuidarla cada día. Asimismo hay personas muy ansiosas donde encuentran la paz en sus animalitos", explicó la experta.
Y sobre los gatos hizo una aclaración: "Aunque se comportan de una manera distinta a los canes, ellos tienen una sensibilidad especial y reconocen nuestros estados de ánimo, conectan a su manera, pero desde un lugar único. Los felinos tienen un sentido especial porque perciben la vibración energética de sus dueños y se lo hacen saber con distintos tipos de maullidos".
Silvana agrega: "Yo tuve un vínculo especial con un perro de raza golden, Felipe. El tenía una actividad, todo el mundo lo amaba porque hacía terapia asistida con niños con capacidades especiales. Cuando él dejó este mundo sentí que una parte de mi alma volaba lejos con él y que ese huequito no se podía llenar con nada. Creo que una mascota no es reemplazable. Debemos darnos el tiempo para procesar su pérdida."
"Yo considero que no se reemplaza una mascota, pero una casa no puede privarse de tener una mascota conviviendo con la familia. Nuestros animalitos no quieren dejarnos solos. Ellos serían los primeros en pedirnos que tengamos otro animal para que nos cuiden, nos acompañen. Ellos no nos quieren dejar solos. Es positivo volver a tener otra mascota en el hogar. Una casa sin mascotas es una casa vacía", opina.
Y aclara: "La realidad es que no se llena ese vacío de un día para el otro; y creo firmemente que los duelos es bueno hacerlos; pero las mascotas siempre nos invitan a vivir con alegría, a vincularnos y a dar cariño".
Nos cuenta su experiencia personal: "Mi perro Felipe murió en pandemia el día que llegó nuestra actual perra, Kima. Nuestras hijas y yo estábamos muy tristes. La cachorra las ayudó muchísimo a sobrellevar la pérdida. En el caso de mi marido quien también estaba muy dolido, al principio ignoraba a Kima; pero inevitablemente la perrita se ganó su cariño".
Todos sabemos que las mascotas pueden partir por muerte natural o por una eutanasia programada. Silvana nos relata: "Cada vez que tengo que "dormir" a un perrito o gato que sufre, me pongo en el lugar de esa familia. La empatía es primordial y sólo procuro que ese animal se vaya en su propio hogar con mucha contención y rodeado de sus afectos".
"La paradoja de mi profesión es que he recibido más regalos de agradecimiento cuando ayudo a que un animal parta para no extender su agonía, que cuando curo a una mascota que va seguir viviendo", comenta.
Y se le quiebra la voz cuando dice: "El día que yo no sienta amor por mi rol como doctora, deberé pensar en dedicarme a otra cosa. Los vínculos que establezco con mis pacientes son muy profundos y duraderos; los curo, controlo y además soy el nexo con sus dueños. La escucha, la empatía, la amabilidades forman parte de mi diaria para hacer sentir bien tanto a dueños y perritos o gatitos".
"La única vez que lloro es cuando se muere uno de mis perros"
Jorge Antonio Serrallonga es adiestrador de canes en su proyecto “Escuela Canina Tony” situada en Loma Verde, partido de Escobar, desde 1987.
Actualmente convive con sus tres perros de raza Mallinois a quienes cuida y educa. “A lo largo de mi vida he perdido a once mascotas. Pasé por muchos duelos para tolerar ese dolor indescriptible. Y siempre lo vivo de la misma manera: me duelen sus partidas como si fueran un pariente. La única vez que lloro es cuando se muere uno de mis perros", nos comparte.
“Por mi estilo de vida diario, ellos son más que familiares. Vivo solo con ellos y comparto todas mis rutinas. En un momento de mi vida empecé a darme cuenta o a pensar que vienen a darnos ejemplos y muchas enseñanzas. Nos vienen a mostrar qué es lo que nos va a pasar a nosotros como seres humanos finitos o mortales que somos: el mismo ciclo de vida que vivimos nosotros", dice.
"Somos niños, crecemos, maduramos, nos reproducimos, y fallecemos. Atraviesan esas facetas de la vida, aunque mucho más rápido que nosotros. Ellos mueren de viejos o por una enfermedad, parten antes de este mundo porque viven menos años. Entonces yo creo que una de las funciones que ellos cumplen es prepararnos para lo que nos va a pasar como seres de otra especie pero con el mismo destino", reflexiona.
A raíz del éxito de la película "La razón de estar contigo", que versa sobre la reencarnación de su protagonista Bailey, Tony se sincera: "no creo mucho en esa mirada que propone el autor del libro y del film. Es una cuestión muy individual y subjetiva basada en creencias más profundas" finalizó.
Asesoraron: Silvana Sánchez Borges MP 7385 En IG @petstationar // Jorge Antonio Serrallonga en @escuelacanina.tony
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