Puede ser un sueño cumplido que se vino gestando desde la facu: dos o más amigos que se imaginan encarando algo juntos. Puede ser la decisión de una pareja, de invertir sus ahorros en un emprendimiento familiar o quizás algo que se fue dando, con el correr del tiempo y como quien no quiere la cosa (diría mi abuela)… De la manera en que se haya creado un equipo de trabajo entre gente querida, la realidad es que tiene situaciones muy buenas ¡y otras no tanto!
Taller de Redes no nació como un deseo que se fue gestando poco a poco, simplemente sucedió… Y por esto tampoco tuve demasiado tiempo de imaginarme cómo sería. La rueda empezó a girar y yo hice lo obvio: tirar de amigos, que en mi caso, en un 90 por ciento comparten profesión o carreras afines.
Rápidamente empecé a sumar gente de mi círculo íntimo al proyecto: diseñadoras, periodistas, gente de prensa, fotógrafos y todo lo que vino después fue implícito: más y más gente querida recomendada entrando al equipo, de los que con algunos compartimos ex trabajos y, por supuesto, la misma pasión por la comunicación en todas sus formas.
Hasta ahí todo bonito. Reuniones grupales para encarar los proyectos donde no faltaban las risas, los recuerdos, las anécdotas y, por qué no, tener en la memoria a algún jefe de esos que se llevan todo menos el cariño de su equipo. ¿El resultado de ese grupo de trabajo? A mi humilde opinión, algo muy bueno, porque uno trabaja con quien ya lo experimentó antes. Y si eso es así, es porque lo reconoce y valora en su desempeño profesional y porque hay, sin dudas, un criterio compartido también en cuanto a formas y maneras.
Bueno, pero como la vida no es como en Disney, siempre hay un lado B. Desde no querer herir susceptibilidades porque hay un sentimiento por ese grupo de personas, hasta discusiones donde la personal se mezcla con lo individual. Como directora, particularmente, el miedo a imponerme y quedar como “déspota“ delante de los míos, hasta el otro extremo y el relajo que suele existir por trabajar con gente querida en la que confiás y descansas.
Según el Licenciado en Psicología Leonardo Obligado, cuando elegimos hacer un emprendimiento con parejas, familiares directos o amigos, lo primero que tenemos que evaluar es cuánto estamos dispuestos a dejar que el proyecto afecte nuestra relación. Cuál es el límite entre el emprendimiento y la vida personal. Qué tiene cada uno para aportar a la iniciativa, evaluando que haya un equilibrio, sin afectar la esfera privada.
Ahora bien, esto si pensamos en macro, pero si puntualizamos un poco más, Leo nos dice: "La ventaja más contundente es la confianza que nos da comenzar a trabajar con alguien que conocemos de antemano y la desventaja más clara es que a veces surgen diferencias, limitaciones y competencias que, a priori, no imaginamos que pudieran aparecer y esto pueda poner el vínculo en jaque".
Nay Matallana es co-fundadora de Buditas online, y el otro socio fundador es Ale Cala, su pareja: "Para mí es positivo formar equipo con Ale porque además de compartir una vida, una casa y dos hijos, podemos disfrutar más tiempo juntos, ya que al principio un emprendimiento demanda mucha energía y tareas, lo que hace estar muchas horas dedicados al negocio y esto nos da la posibilidad de afrontarlo sin descuidar la relación. Además, tenemos menos conflictos sobre intereses del negocio porque ambos tiramos para el mismo lado con el objetivo de crecer. Emprender como pareja nos hace entender mejor los problemas que se presentan y actuar con más rapidez. El apoyo y la motivación son fundamentales para el emprendimiento y si viene de tu pareja, mucho mejor", afirma Nay.
Además, marca como una situación no tan favorable que a veces cuesta separar los sentimientos, y que son más exigentes entre ellos que con otras personas del equipo: "La clave está en la comunicación constante, aprender de todos los errores e ir delegando responsabilidades para lograr enfocarse. Somos un gran equipo".
Por su parte, Mario Calvatti, líder en proyectos y Scrum Master en una empresa financiera, quien hoy comparte con amigos la creación de una mentoría destinada a emprendedores, reflexiona: "Lo bueno de trabajar con amigos es la absoluta confianza que podés tener en la otra persona, la cercanía que te da la chance de hablar de un montón de cosas que frente a gente desconocida se hace difícil, el buen clima de laburo que es indispensable para sacar lo mejor de cada uno es lo que valoro de la experiencia, pero creo que hay más desventajas que situaciones positivas ya que hay cuestiones de peso, como la dificultad de plantear algunos tema cuando son conflictivos si tenemos en cuenta que eso puede herir susceptibilidades y que se puede trasladar al plano de lo personal, y además la dificultad de concentrarse en las cuestiones profesionales y restar por eso profesionalismo al resultado final".
Para Pablo Di Nardo, de Mucho Ambar - el emprendimiento que lleva adelante junto a su pareja-, el resultado de esta combinación es positivo: "Está buenísimo para mí. Empezamos con este proyecto como una actividad extra, pero con la pandemia se convirtió en nuestra actividad principal y como nos entendemos mucho en el día a día como pareja creo que logramos replicar esa fórmula en lo laboral. No sé si puedo o no recomendarlo porque cada pareja es un mundo, pero en nuestro caso se potenció el trabajo siendo pareja en la vida personal".
Para dar algunas herramientas a quienes tienen en mente desarrollar algún negocio familiar, Leonardo Obligado dice: "Lo más recomendable es charlar mucho antes de iniciar dicha actividad y luego en el transcurso del mismo seguir utilizando el recurso del diálogo como parte de no ir acumulando situaciones complejas sin resolver. Por más incómodo que parezca, plantear cualquier tipo de dificultad que se perciba de manera honesta es clave para ir puliendo las diferencias que aparezcan", y sugiere poner límites claros entre la vida personal y el emprendimiento: "Sino se van a ir acumulando problemas que van erosionando la relación y pueden terminar con todo. Además, no hay que dudar en pedir ayuda de terceros como terapeutas o coaching para resolver los conflictos que puedan ir apareciendo a lo largo del proyecto".
En el caso del Taller utilicé la figura de un coach para trabajar manejo de equipo desde lo virtual y fue una experiencia que me sirvió mucho, por lo que creo que esta herramienta puede servir también a la hora de los conflictos que pueden aparecer al trabajar con personas queridas sin morir en el intento.
En el recorrido de esta nota podemos encontrar más opiniones a favor que en contra y creo que la verdad es que, como todo en la vida, tiene una parte muy buena y un lado B al que no hay que restarle atención si no tenerlo muy presente porque es desde ahí desde donde se nos puede complicar el día a día. Cosas claras, mucho diálogo, sinceridad y, sobre todo, lograr un buen equilibrio entre la vida profesional y el tiempo de esparcimiento.
Fuente: Sasa López Rodriguez es Directora de Taller de Redes