Es frecuente escuchar hablar de la flora vaginal y de los cambios que puede sufrir por distintos factores externos o internos. Sin embargo, la investigación de estas comunidades de bacterias, hongos, virus, que conviven en armonía en la mucosa de la vagina, está siendo motivo de estudios que incluyen el uso de probióticos para mejorarla y evitar infecciones.
El cuerpo humano alberga una gran cantidad de comunidades ecológicas de gérmenes que contribuyen a la salud, ya sea porque son comensales (destruyen otros gérmenes patógenos), simbióticos (se unen a ellos para quitarles fuerza), o regulan el crecimiento de las mucosas. Todos estos grupos constituyen lo que se llama Microbiota y habitan lugares cerrados o con conexión con el exterior (boca, aparato digestivo, urinario, genitales, la piel, etc.). Pensemos que estas colonias suman 10 veces más genes que los que aporta el cuerpo humano.
La flora o microbioma vaginal
La vagina tiene una mucosa que -gracias a los exámenes ginecológicos- es posible saber lo que está sucediendo en su superficie (células normales, inflamaciones, lesiones sospechosas de cáncer, cambios provocados por la menopausia, etc.). Entre las múltiples rugosidades de la mucosa vaginal se alojan estas colonias de gérmenes entre los cuales están los lactobacilos que cumplen la función protectora.
Los lactobacilos de la vagina producen, por acción de los estrógenos, ácido láctico, sustancia fundamental para mantener un Ph ácido, entre 3,5 a 4,45, que favorece la buena convivencia entre todas las partes de la flora vaginal. La baja de estrógenos por la menopausia trae cambios en el Ph vaginal además de provocar disminución en la lubricación. En general, el microbioma vaginal es dinámico y se modifica a la largo de la vida. Además, cada mujer cuenta con una flora vaginal específica, siempre dominada por diferentes variantes de lactobacilos.
Cuando la flora vaginal se desequilibra
Se llama Disbiosis Vaginal a la ruptura de la armonía entre los gérmenes que normalmente pueblan la mucosa, bajan los lactobacilos (que necesitan oxígeno para vivir) y suben los gérmenes anaeróbicos (que viven y se reproducen sin oxígeno).
Los factores que intervienen en estos cambios son:
- La edad y los cambios hormonales: durante la niñez el Ph vaginal es neutro, sin embargo, al llegar la adolescencia comienza a aumentar la cantidad de lactobacilos y se estabiliza el Ph vaginal. Durante la menstruación la etapa preovulatoria está más protegida por la alta secreción de estrógenos; también se ha demostrado que los anticonceptivos tienden a mantener la estabilidad de la flora. No existe suficiente evidencia científica sobre los cambios durante el embarazo, sin embargo, se comprobó que en gestaciones seguidas (al menos un año de diferencia), los lactobacilos no están en sus niveles protectores, existiendo más riesgo de parto prematuro por infecciones del líquido amniótico.
- Tabaquismo: el tabaco contiene muchas sustancias que alteran la flora, encontrándose compuestos del mismo en el cuello del útero y la mucosa vaginal. También aumenta las aminas biógenas que producen mal olor genital.
- Estrés: El estrés es una reacción que nos prepara para afrontar situaciones de riesgo. Es una condición que puede volverse crónica con las consecuencias sobre el cuerpo y el psiquismo. El estrés aumenta el cortisol (hormona del estrés), lo que impide el crecimiento de las células de la mucosa, provocando infecciones vaginales.
- Estilo de vida: dentro de los factores locales que pueden provocar disbiosis vaginal se puede citar desde la higiene, sobre todo las duchas vaginales, hasta el uso de productos de higiene femenina y tampones. Dentro de los factores sistémicos, los antibióticos y el tabaco son los que más comprometen la flora vaginal.
- Alimentación: los nutrientes y las enfermedades metabólicos son otros factores a tener en cuenta. Se sabe que el bajo hierro, el déficit de vitamina D (sobre todo en el primer trimestre del embarazo), la disminución de las vitaminas B, E y ácido fólico, se deben tener en cuenta. La obesidad y la alimentación con grasas saturadas aumenta la incidencia de disbiosis.
- Actividad sexual: El aumento en la frecuencia en las prácticas sexuales, no usar profilácticos, el uso de lubricantes cremosos (que no son al agua); pasar del sexo anal al vaginal sin higiene previa, el uso de juguetes sexuales no aprobados por su composición, etc., son algunas de las causas de disbiosis vaginal. Respecto al sexo oral receptivo (vaginal y anal) es controversial si provoca cambios o no. No se ha demostrado que la introducción del/o los dedos pueda provocar cambios en la mucosa.
- Infecciones vaginales: La disbiosis vaginal o el desequilibrio en la flora vaginal (microbioma) es la base para que se desarrollen infecciones, ya que se pierde la capacidad defensiva local. Las ITS (infecciones de transmisión sexual) más frecuentes son: gonorrea, tricomonas vaginalis, clamidias, HPV y herpes genital. Las mujeres con disbiosis vaginal son más propensas a tener enfermedad inflamatoria pélvica (infecciones del útero, de las trompas de Falopio, etc.), lo cual puede ser causa de infertilidad.
A tener en cuenta
El microbioma vaginal está expuesto a multiplicad de factores, algunos de índole biológica, y otros dependen exclusivamente del estilo de vida y de influencia cultural sobre las mujeres. El estrés es un determinante así como también lo es la alimentación, la higiene, el uso de anticonceptivos u otros métodos de control, los tampones, la ropa ajustada, etc. Últimamente el uso de sustancias probióticas se difunde como suplementos para ayudar a mejorar las comunidades de gérmenes protectores, su consumo debe estar indicado por profesionales médicos que diagnostiquen la disbiosis vaginal y consideren si es necesario su uso.