La historia de San Valentín se remonta muchos siglos atrás y está envuelta en la bruma de la leyenda: incluso la Iglesia Católica pone en duda su existencia.
Lo cierto es que, con el correr de los siglos, este ¿mártir? se transformó en un referente del amor y de su celebración. Y si bien esta festividad se orienta bastante al amor romántico, también tiene que ver con la amistad, con la familia y con todos los tipos de amor que podemos dar y recibir.
Valentín, dispuesto a morir por su fe
El origen de Valentín nos remite al siglo III, cuando el emperador de Roma Claudio II persiguió a la comunidad cristiana y cuyas prácticas condenó severamente.
En ese entonces había un joven sacerdote llamado Valentín –Valentino o Valentinus–. Este era un cristiano de fe tan arraigada que no le importó perder la vida por sus creencias.
En la primera se dice que después de que violara las órdenes al practicar su fe, Valentín fue encarcelado. Ahí, uno de los carceleros aprovechó la sabiduría del sacerdote para pedirle que le diera clases a su hija quien además era ciega.
Valentín aceptó. No obstante, la niña estaba tan impresionada con la fe de su tutor que se convirtió al cristianismo y en ese mismo momento recuperó la vista. Finalmente, un día antes de su ejecución –13 de febrero–, Valentín le escribió una carta a la niña donde le rogaba que nunca perdiera la fe y la cual firmaba con la frase “de tu Valentín“.
Valentín, el casamentero clandestino
La otra versión de esta historia tiene que ver con que Claudio II prohibió los matrimonios para que los jóvenes se centren en la guerra y en formarse como soldados, sin ataduras como familia o hijos. Pese a ello, el sacerdote los celebraba clandestinamente, hasta que fue descubierto: fue detenido y enviado por el emperador al prefecto de Roma, quien al ver que todas sus promesas para hacerlo renunciar a su fe eran ineficaces, mandó que lo golpearan y con condenó a morir.
En la primera se dice que después de que violara las órdenes al practicar su fe, Valentín fue encarcelado. Ahí, uno de los carceleros aprovechó la sabiduría del sacerdote para pedirle que le diera clases a su hija quien además era ciega.
Valentín aceptó. No obstante, la niña estaba tan impresionada con la fe de su tutor que se convirtió al cristianismo y en ese mismo momento recuperó la vista. Finalmente, un día antes de su ejecución –13 de febrero–, Valentín le escribió una carta a la niña donde le rogaba que nunca perdiera la fe y la cual firmaba con la frase “de tu Valentín“.
San Valentín, ¿mito o realidad?
Según la Revista de la Consejería de Educación en el Reino Unido e Irlanda, los restos de Valentino permanecen en la Basílica que lleva su nombre en Terni, donde “el 14 de febrero, las parejas que van a casarse celebran un acto en honor del Santo” (aunque este Valentín puede referirse mas bien al obispo de Pignataro).
No obstante, existen muy pocas pruebas sobre su paso por la Tierra. De hecho, cuando el Papa Gelasio decretó entre los años 496 y 498 que el 14 de febrero sería un día dedicado para honrar a Valentín como santo, mencionó que lo hacía “por sus actos que solo son conocidos por Dios”.
Así, de manera sútil, el propio Papa reconocía que no se sabía nada acerca de Valentín más allá de la tradición oral. Posteriormente, ya en el año de 1969, la Iglesia Católica optó por retirar del Calendario Romano General a San Valentín.
Por otra parte, cabe mencionar que existieron otros tres santos llamados Valentín. Existió otro que fue obispo de Pignataro Interamna. Dicho mártir fue decapitado por el entonces emperador Marco Aurelio. Del tercer San Valentín solo se sabe que murió junto con sus compañeros en África.