La salud sexual es un estado de bienestar físico, psicológico, emocional y social. Bajo la consigna Hablemos de Placer en este 2022 la WAS (Asociación Mundial de Sexología) enfatiza en la necesidad de conocer sobre el placer para disfrutar.
¿Antiguos placeres?
La experimentación con el placer es algo tan viejo como la injusticia. El ciudadano griego abordaba sus placeres, buscaba los modos de intensificarlos, dominarlos, organizarlos. Conocía los peligros de volverse un esclavo de la pasión, pero no por eso dejaba de jugar con ese fuego vertiginoso.
Estetizaban no sólo la sexualidad, sino también su relación con la comida, la bebida, la filosofía, el juego, el deporte, la economía, los chistes, la risa. La sexualidad no había aún sido subida al trono en el que la modernidad la colocó, y del cual al día de la fecha no ha bajado.
El placer sexual es la satisfacción y disfrute físico y psicológico a partir de experiencias eróticas (con alguien o no). Incluye pensamientos, fantasías, sueños, emociones y sentimientos. El placer humano es diverso, por lo cual es una experiencia positiva para quien la ejerce y se debe alcanzar el grado más alto de bienestar.
Factores claves para el Placer:
Las 3 C: Consentimiento, Confianza, Conciencia. El placer sexual debe ejercerse dentro del contexto de los derechos sexuales, particularmente los derechos a la igualdad y la no discriminación, la autonomía y la integridad corporal, el derecho al más alto nivel posible de salud y libertad de expresión.
Por ello sentirse en comodidad, en condiciones de prestar consentimiento y ser reconocidas por un otro con quien se está compartiendo el encuentro como persona deseante y con derechos. Hacer del encuentro un momento en el que se ponen de manifiesto las ganas, porque no le debo sexo a nadie, aún sea mi pareja, marido, chongo…
Traigo una frase de L, mujer de 32 años, casada con un varón: “a mi no me gusta que me estén cargoseando… No sé cómo decirle, es triste, después del bebé no siento nada… Siento desilusión, no veo la hora que termine para darme vuelta y acostarme a dormir, porque no sé es un rechazo de mi cuerpo al cuerpo de él”.
Hay aquí una experimentación de la sexualidad como algo ajeno al propio placer, sin derecho a decir mi cuerpo es mío, no quiero, no deseo y poner en palabras que ese cuerpo no sea objeto de otros placeres.
Hay ocasiones en que la sexualidad es moneda de intercambio al estilo premio/castigo con el varón y una necesidad imperante de este a tener relaciones sexuales, a pedir y realizar ciertas prácticas sexuales no consentidas. Mujeres que desjerarquizan el registro del propio cuerpo y sus deseos por respeto al “padre de mis hijos’’.
Aquí traigo nuevamente la autonomía como derecho y el poder de decidir cuando y con quién quiero tener un encuentro sexual.
Cuando reconocemos que se puede decidir, que se puedo aprender a disfrutar y hasta animarse a gozar en soledad, ahí se abre un mundo de posibilidades. Es urgente aprender de placeres en un mundo hiper-sexualizado bombardeado con porno mainstream que mas que educar en placer nos mal-educa.
¡Tu revolución sexual es disfrutar! Salí ya del piloto automático con el que vas al encuentro sexual y ponete en modo conexión con el presente, con ese momento en el que te vas a permitir encontrarte a disfrutar.
Fuente: Lic. Analía Lilian Pereyra, Sexóloga Clínica y Educativa
Ig: licenciadaanaliapereyra