El placer del encuentro sexual está atravesado por el mercado y la matemática (cuántos orgasmos, cuánto tiempo, cuánto mide). De este modo, la masturbación tampoco goza de buena prensa al menos desde el siglo XVIII, cuando el “sexo solitario” se transformó en un “vicio solitario”, y un acto de la intimidad pasó a ser un problema físico y ético.
En esa época el discurso médico atribuyó a la masturbación consecuencias como la tuberculosis, dolencias en el cerebro, epilepsia, y hasta la propia muerte. Además, más allá de lo físico, la masturbación mostraba desprecio hacia la vida social. Sin necesidad de nada o de nadie más que su propia imaginación, el masturbador (no se consideraba posible que una mujer pudiera hacerlo) se entregaba a los excesos, a la adicción, no conocía límites y lo hacía de manera privada.
Vista de este modo la masturbación atacaba las posibilidades de generar un nuevo orden moral capaz de regular los deseos, los lujos y las gratificaciones de acuerdo a un autogobierno. Esa capacidad de administrar los propios actos se perdía en una explosión de autonomía, libertad e individualismo, que podía minar el sistema capitalista liberal que compartía los mismos valores.
Desde los años ’60 en adelante, esta práctica se relaciona menos con la medicina y la psicología, aunque mantendrá un lado público/ político en tanto reivindicación del derecho al placer de los nuevos movimientos feministas y de diversidad sexual. De todos modos el modelo reproductivista-coitocentrista imperante sostiene que el coito es la única posibilidad de relación sexual, o mejor dicho, es lo central y más importante, lo demás llamado “previa” consta de prácticas como besos, sexo oral, tocamientos que preparan el terreno para el coito. De este modo, no podría considerarse que en un encuentro sexual alguna de las personas participantes sienta un orgasmo con masturbación y no necesariamente con penetración.
¿Por qué el autodescubrimiento de nuestros cuerpos feminizados es necesario?
Yo me pregunto, ¿Cómo podemos darnos placer las mujeres sin conocernos? El primer paso es conocernos, luego darnos permiso para tocarnos y habilitar esa posibilidad, pero como desde niñas somos reprendidas ante el intento de tocarnos no lo hacemos y pasamos nuestra vida sin conocer el placer de nuestros cuerpos.
Se nos enseñó vergüenza y pudor hacía nuestros genitales y hasta culpabilidad hacia el placer propio que nos podemos dar, algunas no pueden hacerlo por miedo, pudor, rechazo o dolor a tocarse directamente los genitales, por ello se pueden utilizar otros elementos para estimulación indirecta.
Las que se lo permiten, utilizan diferentes maneras de masturbarse, esto es muy particular, lo importante es que cada persona explore las formas y el nivel de intensidad en las cuales le resulta más placentero estimularse. He escuchado que se masturban con almohadas, medias, dedos, objetos blandos y duros también y con juguetes estimuladores vibradores.
¿Hay un binomio varón/hombre marcado en el plano erótico? ¿Hay formas de pensar el placer fuera de ese binomio?
La socialización genérica ingresa en los encuentros sexuales, hay ciertas prácticas y roles “esperados” según el género, de este modo el varón es el que inicia un encuentro sexual, da placer, está dispuesto, es activo y siempre tiene deseo sexual; en cambio la mujer, por esta historia de su sexualidad ha tenido menos permitido el acceso al placer, a poder manifestarse como deseante, a masturbarse y a iniciar un encuentro sexual.
Es común escuchar por ejemplo, a algún varón decir: “yo tengo que cumplir”, “soy el hombre, no puedo no tener ganas”, y del mismo modo, mujeres que dicen “yo no tengo ganas, él siempre quiere”. También esto se traslada a los encuentros entre lesbianas y varones gays, ya que los roles sexuales se llevan a esos encuentros y se pone en evidencia cuando se pregunta, “¿vos sos activo?.
Hay que salir no sólo del binomio, sino de las normas impuestas a nuestros deseos, tenemos que conocernos como personas, más allá de nuestros genitales, encontrarnos con el placer propio y subjetivo y permitirnos experimentar más allá de lo establecido. Animarse!
¿Hay hombres que se sienten “desplazados” por los juguetes?
Sí, claro, en esta socialización de género los hombres están “chipeados” con el modelo coitocentrista, por lo que consideran que la incorporación de cualquier elemento como un juguete sexual es SU COMPETENCIA.
Hay que replantarse que ese modelo quita la posibilidad de exploración, sentir diferentes sensaciones y que más que competir, colabora con el disfrute, potencia el encuentro y lo fortalece. Quita presión sobre la erección, cuestión que conlleva mucha carga en los hombres y pone énfasis en todo el erotismo que es infinito.
Que el conocimiento sexual nos haga libres!
Fuente: Lic. Analía Lilian Pereyra, Sexóloga clínica y educativa, MP 1773.
IG: @licenciadaanaliapereyra