Liz Solari (34) llega a la entrevista acompañada por su perra, Ita –diminutivo de Italia. La encontró en un set de filmación de Roma: “Apareció en la puerta de mi motorhome y fue amor a primera vista, nunca más nos separamos”. Incluso tiene su propia cuenta en Instagram: @itatheprincess.
Liz es verborrágica, inquieta y muy efusiva; se ríe a carcajadas con las ocurrencias del fotógrafo y habla con entusiasmo de las dos películas que filmó este año: 'Numb: At The Edge Of The End', un thriller argentino/canadiense que se estrenará en febrero en Estados Unidos y Soy tu karma, la película que está en cartelera desde el 23 de noviembre en nuestro país. Sólo cambia de actitud cuando tiene que hablar de su vida privada. Entonces se vuelve esquiva; se la nota incómoda y hasta un poco tensa, más cuando le pregunto por su pareja: “¡Ay, sí, me cuesta hablar de mi intimidad! Pero bueno, sí, estoy de novia con un italiano que se llama Walter y somos muy felices”.
-¿Viven juntos en Roma?
-Sí, sí… bueno, yo vivo unos meses allí y otros aquí, en Buenos Aires. Hace seis años que voy y vengo.
-¿Y cómo es la experiencia de radicarte lejos de tu país?
-Yo tuve una infancia bastante nómade, mudándome de país en país con mis padres y hermanos. Cambiaba de colegio y de amigos seguido y creo que eso me convirtió en lo que soy: una persona muy simple, tal vez algo desapegada, pero capaz de sentirme en casa mientras esté con la persona que quiero. Por otra parte, no soy una mujer que necesite grandes lujos: amo disfrutar de la naturaleza, leer, ver a mis amigos…
-¿No hay nada que extrañes de la Argentina cuando estás en Italia?
-Sííí, ¡a mi familia! Soy súper familiera y extraño mucho no poder tomarme unos mates con mis viejos. Por eso ahora que me quedo varios meses en la Argentina porque me ofrecieron un personaje hermoso en una miniserie que comienzo a filmar con Story Lab pienso ir muy seguido a Rosario a visitarlos.
-¿Tenés lindos recuerdos de esa infancia nómade de la que hablás?
-Los mejores. Tuve una infancia divina, llena de amor, de juegos, de creatividad. Mi mamá es una mujer maravillosa a la que admiro enormemente. Siempre fue el sostén y la organizadora de nuestra familia numerosa. Para que te des una idea: en el aeropuerto nos ataba a todos con una soguita (somos cinco hermanos) para que no nos escapáramos ni nos perdiéramos. Pensá que ella, muchas veces, viajaba sola con nosotros y todas las valijas. Sospecho que estaba muy estresada, pero nosotros jamás lo notamos.
-¿Es un modelo a seguir? ¿Te imaginás parecida a ella como mamá?
-Ojalá algún día logre ser una madre tan buena como ella, sería una bendición.
MEDITAR HACE BIEN. Desde hace siete años, Liz se inició en meditación y hoy es una referente en este tema.
-Tenés un canal de YouTube (Inner journey with Liz) en el que realizás meditaciones guiadas, ¿cómo surgió la idea?
-La meditación fue un proceso que cambió mi vida para siempre y hoy te puedo decir que para mí meditar es una práctica cotidiana que vivo con total naturalidad. Me gustó la idea de abrir mi propio canal para compartir mi experiencia y generar, tal vez, una cadena de conciencia por un mundo más amable, compasivo y amoroso.
-El encuentro con tu guía espiritual coincidió con un momento muy difícil de tu vida –N. de la R.: el 31 de enero de 2010 murió su novio, Leonardo Jesús Verhagen (28) de un paro cardíaco–, ¿tuvo alguna relación con ese suceso?
-Mirá, yo no creo en las casualidades. La vida nos presenta experiencias para evolucionar. Tenemos que elegir con sabiduría y responsabilidad lo que hacemos con esos desafíos. Si no conocemos el dolor, ¿cómo podemos conocer la felicidad? Si no conocemos la oscuridad, ¿cómo sabemos qué es la luz? Necesitamos transitar experiencias de toda índole –hasta dolorosas y traumáticas– para valorar más profundamente la vida. Para despertar. Eso fue lo que me pasó a mí.
-Uno muchas veces se enoja ante estas adversidades. Cuesta perdonar a la vida por hacernos sufrir. Vos, en tus meditaciones, hablás sobre el perdón… ¿Cómo te llevás con este tema?
-Creo que perdonar es sanador y liberador. Vivir resentido y con enojo es muy triste. Y algo importante: uno siempre está a tiempo de perdonar o ser perdonado. Ojo, no hablo de no tener sentimientos como el enojo, la angustia y hasta cierto deseo de venganza… somos seres emocionales, así que es lógico que pasemos por estos estados. Lo grave es quedar estancado en alguno de ellos, no poder salir de ese lugar. Nosotros no somos las emociones. Yo no soy “el enojo”, soy mucho más que eso y puedo… ¡bah, no! debo evolucionar.
-¿En qué momento te hiciste vegana?
-Cuando comencé a meditar mi maestra me habló de la importancia de no comer animales. Hasta ese momento yo comía de todo porque me crié así: en mi casa teníamos una dieta sana, pero muy carnívora. Cuando entendí que cada vez que como carne estoy consumiendo el cadáver de un animal que alguien mató para venderme, comprendí que debía tener respeto por la vida de otros, sean humanos o animales. Empecé por dejar la carne roja, luego el pollo y por último abandoné el pescado. Y fue lo que más me costó porque me gustaba mucho el pescado, lo sentí como un sacrificio. Pero ¿sabés qué? Está bueno hacer un esfuerzo por otros. No todo tiene que ser cómodo en la vida.
-¿Tuviste que aprender a preparar platos veganos?
-No es tan complicado como algunos creen, ¿eh? Hay un mito de que los platos son súper elaborados, llevan tiempo y son carísimos. No es así, son excusas.
-¿Recurriste a una nutricionista para que te diera una dieta vegana?
-Sí, claro, no quería que me faltara ningún nutriente. Por otra parte, a ella le comenté que hacía mucho tiempo había dejado la leche y el yogur porque me caían pésimo: se me hinchaba la panza y me sentía súper pesada y mal luego de consumirlos. Ella me dijo: “Los lácteos son putrefacción”.
-¿Qué les dirías a aquellos que aseguran que el veganismo es una moda snob?
-Que es todo lo contrario a un acto de frivolidad: el día que decidís dejar de comer animales es porque, en realidad, elegís dejar de hacerle daño a otro seres vivos y eso te hace vivir en armonía con todo lo que te rodea… No me parece poca cosa.
texto JULIANA FERRINI producción SOFÍA PÉREZ Y SANTÍA
Maquilló: Riki Valles. Peinó: Maia Rohrer para Vardo Management. Agradecemos a: Natgen Veggie, Nous Etudions, Atelier B.A y Dolores Trull.