Parece que la devaluación llegó a la edad y ahora los 50 valen como si fueran 40 o 30. ¿Eh? ¡Y yo que esperaba llegar a esta edad para vivir sin culpa mi fobia al deporte y a los tratamientos de belleza! El tema es que por más que me aplique todas las cremas antiage del mundo y, en el mejor de los casos, parezca de 40, si pasan por la radio Dancing Queen –temón de ABBA– no puedo evitar cantarlo a los gritos sacando la cabeza por la ventanilla del auto, y chau apariencia de juventud.
Ser joven cuando no sos joven es como jugar una carrera contra Usain Bolt; antes de empezar, perdiste. Y para sentir que vas perdiendo, nada mejor que las redes sociales. Cuando me hice un perfil en Facebook, salió YouTube; cuando subí un video a YouTube, salió Twitter; cuando tuve algunos seguidores en Twitter, salió Instagram, y cuando logré sacarme una buena foto para el perfil de Instagram –la de los pies con el mar de fondo–, salió Snapchat. ¡Paren un poco, por favor, yo recién ahora sé cómo compartir un contacto de WhatsApp sin escribirlo en un papelito y copiarlo!
Te das cuenta de que sos grande cuando te juntás con amigos. Antes mis amigos me convidaban drogas ilegales, ahora me comparten paracetamol, antiácidos, clonazepam. ¿Tu hijo se llevó materias?, medio clonazepam. ¿Tu madre se quebró la cadera?, un clonazepam. ¿Tu perrita, Panchi, está enferma?, la caja entera. Porque a los 50, Panchi es el único ser vivo que te recibe con alegría cuando abrís la puerta.
Las salidas con las chicas cambian. Antes íbamos a una cervecería artesanal a emborracharnos. Ahora vamos a juntar las botellitas. ¡Es que son tan lindas! ¡No sabés lo que quedan las flores en esas botellitas! Mis grupos de WhatsApp no me mandan fotos de tipos en bolas, me mandan ofertas de aceite de argán para el pelo, de cápsulas de chía para el colesterol y de sesiones de electrodos para la autoestima. A los 20, me hacía el día si antes de ir a trabajar me llamaba mi novio. Ahora me hago el día si antes de salir a trabajar termina el lavarropas y puedo colgar toda la ropa, ¡qué felicidad!
El concepto de aprovechar el tiempo cambia radicalmente. Llegan las vacaciones de verano y una piba de 20 piensa en tomar sol, salir todos los días y dormir. Yo pienso en sacar todos los turnos para hacerme el chequeo anual. ¡Yo ya gané! Otro punto que cambia son las salidas de pareja. ¿Qué hago?, ¿voy al cine?, ¿a cenar? ¿Y si mejor nos quedamos y “curtimos”? Porque para las tres cosas tengo que contratar a alguien más, eh.
Es que para tener “los nuevos 50”, además de combatir la celulitis, las arrugas y las canas, tenés que estar al día con las temporadas de las series del momento; saber de qué se trata el sexting; que tus hijos no aprietan, sino que chapan; que si toman de más no vomitan, caldean; que si te dicen MILF, es que estás buena y que Eruca Sativa no es una nueva enfermedad que transmite el dengue, sino un “conjunto” de rock.
por Nora Schiavone
IG @noritastandup
